Por todo, menos por eso
A Pablo Has¨¦l se le pod¨ªa sancionar por mucho de lo que ha dicho y cantado, pero no por insultar a las instituciones
El Tribunal Constitucional ha hablado en numerosas sentencias sobre el derecho a la libertad de expresi¨®n, as¨ª que no caben muchas interpretaciones. Se trata de una libertad que garantiza la formaci¨®n y existencia de una opini¨®n p¨²blica libre. Palabras del TC: ¡°Para que el ciudadano pueda formar libremente sus opciones y participar de modo responsable en los asuntos p¨²blicos ha de ser tambi¨¦n informado ampliamente de un modo que pueda ponderar opciones diversas e incluso contrapuestas. As¨ª pues, debe existir un amplio margen para expresar ideas y opiniones y tambi¨¦n para la cr¨ªtica, aun cuando la misma sea desabrida y pueda molestar, inquietar o disgustar a quien se dirige, pues as¨ª lo requiere el pluralismo, la tolerancia y el esp¨ªritu de apertura, sin los cuales no existe una sociedad democr¨¢tica¡±.
Parece claro. No se comprende bien por qu¨¦ existe un art¨ªculo en el C¨®digo Penal que sanciona injurias contra la Corona o contra las autoridades. La injuria consiste en ¡°la imputaci¨®n de hechos o manifestaciones de opiniones que atenten contra la dignidad de una persona, lesionando su fama, honor o propia estimaci¨®n¡±. Pero manifestar opiniones injuriosas contra las instituciones y contra las creencias es algo aceptado en la sociedad occidental. De hecho, si no existiera esa posibilidad desaparecer¨ªa buena parte de nuestra cultura, que lleva muchos siglos poniendo en solfa todo lo que se puede considerar sagrado.
Lo que no deber¨ªa incluir es la incitaci¨®n a la violencia ni a la discriminaci¨®n. Un artista, o un ciudadano no artista, deber¨ªa poder criticar y re¨ªrse de la religi¨®n, de la Monarqu¨ªa, del Gobierno, de los bancos, de los partidos pol¨ªticos, de Facebook y de YouTube, de los peri¨®dicos, digitales o no, e incluso de otros artistas. Se puede poner verde a Bill Gates, a Mark Zuckerberg o a Madonna, al rey Felipe y al presidente de Francia, a Fidel Castro y a la Madre Teresa, siempre que no se los acuse de unos hechos falsos. Se puede decir, por ejemplo, que la Monarqu¨ªa es un robo, pero no que la princesa de Asturias ha robado en el colegio. Se puede pedir que salte por los aires Espa?a, pero no que alguien ponga una bomba en la delegaci¨®n del Gobierno. Se puede pedir que desaparezca la Monarqu¨ªa, la parroquia de al lado, la escuela de Fr¨¢ncfort, la senyera, la polic¨ªa o los rascacielos y defender que no existen Marte ni los peces de colores. Se puede incluso insultar a Dios (en algunas zonas de Espa?a es frecuente), a los ministros y a sus presidentes, a los jefes de Estado, a la humanidad, en su conjunto y por sectores, a los hetero, a los gais y a las personas trans. Incluso a los no binarios. Lo que no se puede es incitar a que los deg¨¹ellen, a que los maltraten o a que los echen del barrio.
El delito de incitaci¨®n al odio est¨¢ pensado para proteger a las personas m¨¢s vulnerables o minor¨ªas que han sido perseguidas por su condici¨®n. No para proteger al Rey ni a la Guardia Civil. Pero no consentir que se ofenda a los jud¨ªos o a los musulmanes, o a las personas trans, no quiere decir que no se pueda criticar las creencias del juda¨ªsmo, como las del islam, o que no se pueda disentir, criticar o burlarse del libro El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, o de la doctrina queer, por no decir de una norma legislativa que afecte a los trans. Por supuesto que se puede criticar y disentir.
En este sentido, ser¨¢ muy ¨²til leer el auto por el que la Fiscal¨ªa desestim¨® una demanda contra Lidia Falc¨®n presentada por la Generalitat de Catalu?a. Dice el auto que ¡°de lo que se trata es del rechazo por parte del Partido Feminista (Falc¨®n) a la proposici¨®n de ley estatal sobre transexualidad (¡). Es decir, se trata de la cr¨ªtica formulada dentro del inter¨¦s constitucional por la existencia de una opini¨®n publica libre¡±.
Acabemos: al rapero Pablo Has¨¦l se le pod¨ªa sancionar por mucho de lo que ha dicho y cantado (¡°?ngel malnacido, te mereces un tiro, te apu?alar¨¦, me has arruinado, te arrancar¨¦ la piel a tiras¡±, dec¨ªa el poema ¡°simb¨®lico¡± que le dedic¨® al alcalde de Lleida, ?ngel Ros), pero no por insultar a las instituciones. En eso tiene toda la tradici¨®n europea a sus espaldas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.