Xos¨¦ Manoel N¨²?ez Seixas: ¡°Quiz¨¢ habr¨ªa que desacralizar la bas¨ªlica del Valle de los Ca¨ªdos¡±
El catedr¨¢tico gallego, Premio Nacional de Ensayo 2019, apuesta por una pedagog¨ªa c¨ªvica asociada a los lugares de la memoria
Superadas las dictaduras, quedan sus huellas: tumbas o viviendas que evocan a sus protagonistas y que suponen un riesgo de exaltaci¨®n de su memoria por los nost¨¢lgicos. Los Estados europeos afrontan de forma bastante similar la resignificaci¨®n de estos lugares de memoria, en su mayor¨ªa mediante una musealizaci¨®n cr¨ªtica. Espa?a lo hace con sus peculiaridades. Lo explica en su ¨²ltimo libro, Guaridas del lobo (Editorial Cr¨ªtica), que se publica el pr¨®ximo d¨ªa 30, el historiador Xos¨¦ Manoel N¨²?ez Seixas (Ourense, 55 a?os). Desde el abarrotado fort¨ªn de su biblioteca compostelana, Seixas, catedr¨¢tico de Historia, premio Nacional de Ensayo 2019 y miembro del comit¨¦ de expertos que decidir¨¢ sobre el futuro del pazo de Meir¨¢s, expresa su deseo de convertir tanto Meir¨¢s como el Valle de los Ca¨ªdos en lugares vivos e incluidos en el curr¨ªculo formativo.
PREGUNTA. Parece que las huellas materiales de los dictadores son verdaderos jarrones chinos.
RESPUESTA. Todas las democracias que siguieron a las dictaduras, con mayor o menor atraso, fueron gestionando cuestiones como las de los nombres de las calles, la retirada de las estatuas de lugares p¨²blicos¡ Sin embargo, decidir qu¨¦ hacer con los restos de los dictadores y con los lugares asociados a su biograf¨ªa m¨¢s ¨ªntima siempre ha constituido una suerte de patata caliente. Los debates en torno al Valle de los Ca¨ªdos o al pazo de Meir¨¢s tienen sus especificidades, pero no son ¨²nicos. En Alemania Occidental, despu¨¦s de 1949 subsistieron zonas de incertidumbre, y en el Portugal revolucionario, que acab¨® en un d¨ªa con la dictadura, sigue muy vigente el debate sobre qu¨¦ hacer con las tres casas de la familia del dictador. En Espa?a tenemos modulaciones de debates m¨¢s generales.
P. Habla en el libro de la sui generis transici¨®n espa?ola, sin ruptura ni derrota militar, y de c¨®mo ello complica las decisiones.
R. En Espa?a la memoria del franquismo va asociada a un acontecimiento traum¨¢tico como es una guerra civil expl¨ªcita, innegable. Y esto, unido a la memoria de la dictadura, con la pervivencia de las ¨¦lites posfranquistas, hac¨ªa el debate mucho m¨¢s dif¨ªcil. Ahora bien, lo sorprendente es apreciar que en otros pa¨ªses que tuvieron una historia diferente, 40 a?os despu¨¦s no sab¨ªan qu¨¦ hacer con las casas natales, tumbas o palacios de verano de sus dictadores. Es obvio que en Espa?a hay peculiaridades, pero al compararnos con otros pa¨ªses de Europa Occidental hay que tener en cuenta el desajuste temporal.
P. ?Esa singularidad espa?ola hizo posible que un ministro de Franco gobernarse en Galicia elegido en urnas?
R. Efectivamente. Aunque Fraga fue ministro de Franco, durante un tiempo encarn¨® una posici¨®n aperturista dentro del r¨¦gimen que despu¨¦s recogi¨® buena parte de la derecha posfranquista. En Alemania Occidental tuvieron como canciller a mediados de los sesenta a un jurista del partido nazi y en los setenta hab¨ªa a¨²n en la Uni¨®n Social Cristiana de Baviera algunos personajes con pasado nazi. Cuecen habas en todas partes. Espa?a es diferente, pero no tanto.
P. A¨²n no sabemos qu¨¦ hacer con el Valle de los Ca¨ªdos y hay posiciones enfrentadas sobre Meir¨¢s.
R. En toda Europa no hay nada parecido al Valle de los Ca¨ªdos. No es el mausoleo del dictador. Parece que la decisi¨®n de enterrarlo all¨ª se tom¨® despu¨¦s de su muerte. Es un monumento a los valores fundacionales del franquismo, a la victoria y a los muertos, sobre todo del bando vencedor. No hay nada igual en Europa de esas condiciones f¨ªsicas y con 40.000 o 50.000 restos humanos. Chocan los derechos de los descendientes de los enterrados a recuperarlos con el deficiente estado de conservaci¨®n. ?Y qu¨¦ haces con toda esa simbolog¨ªa? No s¨¦ c¨®mo se puede resignificar todo eso sin el peso de la enorme cruz que nos mira. Quiz¨¢s habr¨ªa que desacralizar la bas¨ªlica. Hay que buscar soluciones.
P. Usted cree que Meir¨¢s tiene mejor pron¨®stico.
R. S¨ª. Era propiedad privada que est¨¢ a¨²n pendiente de resoluci¨®n judicial. No es un palacio de verano como los de otros dictadores. Primero fue un s¨ªmbolo del olvido (todos, excepto algunos activistas locales, lo olvidamos un tiempo), y despu¨¦s, un s¨ªmbolo de reivindicaci¨®n. Tiene una ventaja: la historia anterior ligada a su creadora, la escritora Emilia Pardo Baz¨¢n.
P. Apuesta por mantener ah¨ª el legado de Pardo Baz¨¢n y por que se muestre, desde un punto de vista cr¨ªtico, la vincu?laci¨®n del pazo al franquismo.
R. Las huellas del franquismo son imborrables ah¨ª. La simbolog¨ªa franquista lo inunda. Se ampliaron fincas y, al final, el Meir¨¢s de Franco era muy distinto al de Pardo Baz¨¢n. Por eso defiendo una posici¨®n intermedia.
P. Habr¨¢ debate: el presidente de la Xunta opta por que se imponga el recuerdo de la figura de la escritora.
R. Es de agradecer que el Gobierno de la Xunta aprobase la reivindicaci¨®n de recuperar Meir¨¢s. En eso el PP gallego fue m¨¢s all¨¢ que sus correligionarios del resto del Estado. Pero devolver Meir¨¢s al pueblo gallego casi exclusivamente dedicado a Emilia Pardo Baz¨¢n, sinceramente, disiento. Si se dedica a la memoria democr¨¢tica, adem¨¢s de la memoria cr¨ªtica de la dictadura se puede incluir en clave de pedagog¨ªa c¨ªvica a Pardo Baz¨¢n, que, aunque era una se?ora muy tradicionalista en pol¨ªtica, opuesta al sufragio universal, en cuestiones de g¨¦nero mantuvo posiciones muy avanzadas para su ¨¦poca. Se puede buscar un equilibrio.
P. Cuenta en su libro c¨®mo, en ausencia de tumba, acuden nost¨¢lgicos a ara?ar la fachada de la casa natal de Hitler para llevarse arenilla.
R. El gran temor en Austria y Alemania siempre fue que surgiesen Mecas de peregrinaci¨®n. En Italia, Predappio [la ciudad natal de Mussolini] hay tiendas de objetos fascistas en una calle que lleva el nombre de Matteotti, diputado socialista ejecutado por Mussolini. Es dif¨ªcil controlar esto. Los Estados tienen que ir muchas veces a rebufo de los acontecimientos. En Alemania modificaron elementos del derecho de manifestaci¨®n, como el de la exhibici¨®n de s¨ªmbolos, para evitar homenajes a la tumba de Rudolf Hess. Hay otros pa¨ªses en los que eso se cubri¨® con un manto de silencio. Fue una sorpresa descubrir el monumento grandioso a Michele Bianchi [uno de los fundadores del movimiento fascista] en un lugar perdido en el Sur del Italia, en Belmonte Calabro. El Ayuntamiento hace una promoci¨®n discreta para que la gente vaya. Porque esa es otra: muchas veces los promotores locales quieren hacer negocio con los turistas de la nostalgia. No se le pueden poner puertas al campo. Ya que viene este turismo, que encuentre una informaci¨®n contextualizada.
P. ?Puede reescribirse la historia si la ultraderecha se impone?
R. Ese riesgo existe. En algunos pa¨ªses de Europa del Este se est¨¢ promoviendo una suerte de verdad hist¨®rica desde el poder y poniendo trabas a historiadores europeos para investigar el pasado en un revival de todo lo que sea anticomunismo. Creo que es fundamental la pedagog¨ªa c¨ªvica asociada a los lugares de la memoria. Me gustar¨ªa que Meir¨¢s y el Valle de los Ca¨ªdos fueran lugares frecuentados, vivos; que la ciudadan¨ªa obtenga una informaci¨®n y que se incluyan en el curr¨ªculo formativo. Si dejamos que se derrumben, ir¨¢ el turismo nost¨¢lgico a fotografiarse levantando el brazo.
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