Beveridge est¨¢ por todas partes
No se trata ya de parchear t¨¦cnicamente los problemas, sino de introducir cambios pol¨ªticos reales en el sistema, visto que hay demasiadas personas para las que no funciona
El estado de ¨¢nimo en Europa mejora seg¨²n avanzan las cifras de vacunaci¨®n y se presentan los planes para salir de la crisis con apoyo de la Uni¨®n. ¡°Beveridge is everywhere¡± (¡°Beveridge¡± ¡ª?el economista liberal que proporcion¨® a los laboristas [1942] el innovador plan de Estado de bienestar¡ª ¡°est¨¢ en todas partes¡±), anunciaba hace pocos d¨ªas el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en un art¨ªculo en una revista progresista brit¨¢nica. Welby ha hablado durante toda la pandemia para alabar la sanidad p¨²blica y para pedir que se introduzcan cambios pol¨ªticos para luchar contra la desigualdad social creciente. (?Alguien recuerda si el presidente de la Conferencia Episcopal espa?ola ha comparecido p¨²blicamente para decir algo al respecto?).
Sea como sea, Welby (un personaje curioso, que antes de estudiar teolog¨ªa y convertirse en obispo fue ejecutivo de una petrolera) s¨ª que ha reclamado a los pol¨ªticos ¡°construir un nuevo Beveridge¡± y llegar a un nuevo pacto basado en valores de ¡°cohesi¨®n, coraje y estabilidad¡±. La necesidad de reconstruir el Estado de bienestar ¡°est¨¢ en todas partes¡±, incluido Estados Unidos y, l¨®gicamente, tambi¨¦n en Espa?a.
Pocos economistas espa?oles niegan que este es un momento importante en el que se deben tomar decisiones pol¨ªticas serias. No se trata ya de parchear t¨¦cnicamente los problemas, sino de introducir cambios pol¨ªticos reales en el sistema, visto que hay demasiadas personas para las que no funciona. Demasiadas personas para las que la ¡°econom¨ªa de mercado¡± ha pasado a ser una ¡°sociedad de mercado¡±, en la que no queda espacio para ellas. Un paso, de ¡°econom¨ªa¡± a ¡°sociedad¡± de mercado, que ha denunciado con enfado otro personaje curioso, el antiguo gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney, canadiense, convencido activista ecologista, que defiende ¡°estrategias de crecimiento¡± en varios presupuestos seguidos para poder relanzar las econom¨ªas tras la pandemia.
Por eso es tan dif¨ªcil entender que en Espa?a parezca imposible llegar a un pu?ado de acuerdos b¨¢sicos que permitan encarrilar esas estrategias de crecimiento. El Gobierno de Pedro S¨¢nchez tiene dos a?os por delante, dos Presupuestos, para impulsar un plan de cambios imprescindibles. Pregonen lo que pregonen sus cr¨ªticos, no hay s¨ªntomas de que la coalici¨®n parlamentaria que le sustenta vaya a romperse antes de plazo, y las recientes elecciones de la Comunidad de Madrid no cambian ese hecho. En realidad, es ahora el PP, en sus pr¨®ximos dos a?os de gesti¨®n en Madrid, el que tiene que demostrar que hace algo. No es el Gobierno el que deber¨ªa estar a la defensiva. La falta de iniciativa de La Moncloa para buscar acuerdos puntuales con los populares, aunque cierta, no autoriza al principal partido de la oposici¨®n a intentar bloquear las instituciones ni a prometer para dentro de dos a?os lo mismo que impide llevar a cabo en este.
Espa?a es en este momento como el conejo blanco de Alicia: miramos un reloj y murmuramos: ¡°Llego tarde, llego tarde¡±. No hay tiempo para una estrategia tan descarada de asedio sin poner en riesgo aspectos vitales de nuestra vida en com¨²n. No hay tiempo para m¨¢s parches cuando siete reformas laborales no han conseguido cambiar la tasa de temporalidad, que sigue siendo la de hace 30 a?os, seg¨²n Jos¨¦ Ignacio Conde-Ruiz. La soluci¨®n ser¨¢ la que la ministra de Trabajo, sindicatos y patronal decidan, pero, sea la que sea, debe llegarse ya a un cambio sustancial con garant¨ªas de ¨¦xito. No se pueden aplicar tampoco m¨¢s parches para que el paro entre los menores de 25 a?os baje del actual 40%. La ¨²nica voz institucional que parece alzarse todos los d¨ªas pidiendo rapidez es la del gobernador del Banco de Espa?a, Pablo Hern¨¢ndez de Cos, harto de mostrar el reloj.
En realidad, no hay ning¨²n motivo por el que el estado de ¨¢nimo en Espa?a no pueda mejorar al ritmo del de Europa. El ¨²nico obst¨¢culo es el bloqueo institucional. Resulta insoportable (y habr¨¢ que decirlo a todas horas) que el PP siga bloqueando la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial, o que algo tan importante como la reforma de la Administraci¨®n p¨²blica o el nuevo sistema de formaci¨®n profesional vayan a encontrar no enmiendas, sino murallas y fosos.
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