El miedo
El historiador Tony Judt cont¨® c¨®mo el temor resurge una y otra vez en la vida activa de las democracias
Combatir el miedo social es una de las principales actividades que definen la calidad de una democracia. No hay libertad con miedo. En los ¨²ltimos tiempos se ha instalado en Espa?a un temor que parec¨ªa olvidado, sobre todo teniendo en cuenta que nuestro pa¨ªs ha sido pionero en la definici¨®n de los derechos LGTBI: el de ser atacado violentamente por ser diferente. Ese miedo est¨¢ presente en declaraciones p¨²blicas, en las redes sociales, en las conversaciones privadas.
El acontecimiento m¨¢s flagrante ha sido el asesinato, mediante una brutal paliza causada por una horda, del joven coru?¨¦s Samuel Luiz al grito de ¡°maric¨®n de mierda¡±. Ha habido ataques violentos en Valencia, Toledo, Vitoria, Melilla, etc¨¦tera. Han crecido el n¨²mero de denuncias por delitos de odio y tambi¨¦n los discursos hom¨®fobos, que son el caldo de cultivo de la violencia ejercida.
El miedo ha sido hist¨®ricamente uno de los aliados m¨¢s fieles de la extrema derecha, que intenta que la poblaci¨®n viva inmersa en ¨¦l. El miedo como arma de dominaci¨®n. La creaci¨®n artificial de atm¨®sferas de miedo obliga a los ciudadanos m¨¢s concernidos a blindarse, ya que trata de desarmarlos y de paralizarlos en su acci¨®n p¨²blica. El historiador brit¨¢nico Tony Judt, que tanto estudi¨® el ambiente de temor en Europa en el periodo de las dos guerras mundiales, escribi¨® una especie de testamento intelectual (Algo va mal; Taurus) en el que teoriz¨® sobre la enfermedad social del miedo. All¨ª rebat¨ªa la t¨®pica idea de que el miedo es libre y describ¨ªa c¨®mo las crisis (pol¨ªticas, econ¨®micas, sociales, de identidad¡) lo multiplican por mil. En circunstancias dif¨ªciles como las que vivimos, el miedo resurge como un ingrediente activo de la vida de las democracias.
Ese miedo tiene muchos rostros: a la incontrolable velocidad del cambio tecnol¨®gico, a perder el empleo, a quedarse atr¨¢s en una redistribuci¨®n de la renta y la riqueza cada vez m¨¢s desigual, a perder el control de las circunstancias y rutinas de la vida cotidiana; miedo a la globalizaci¨®n, pero no s¨®lo a que no podamos definir nuestras vidas, tambi¨¦n a que aquellos a los que hemos concedido la autoridad de que nos gobiernen hayan perdido el control a favor de fuerzas que est¨¢n m¨¢s all¨¢ de su acci¨®n pol¨ªtica. Y ahora, miedo a ser atacados por el mero hecho de ser diferentes: violencia hom¨®foba.
Ser¨ªa un paso atr¨¢s muy significativo. Zygmunt Bauman lleg¨® a creer, en un momento optimista, que la modernidad (la ¡°modernidad l¨ªquida¡±) iba a ser aquel periodo de la historia, muy pr¨®ximo, en el que los ciudadanos dejar¨ªan atr¨¢s los temores que dominaron el pasado, que se iban a hacer con el control de sus vidas y dome?ar¨ªan las fuerzas descontroladas. Bauman muri¨® (2017) antes de la covid, que hubiera roto su tesis, aunque le dio tiempo a sufrir la Gran Recesi¨®n, una de las crisis mayores del capitalismo. El ¡°miedo l¨ªquido¡±, para el soci¨®logo polaco, fluye, cala, se filtra, rezuma¡ y nadie est¨¢ a salvo de ¨¦l, anida en el cerebro y quebranta la resistencia, no permite tomar decisiones libres. Incluso se extiende el miedo a equivocarse y elegir mal, sin que la vida conceda una segunda oportunidad. El mundo ha entrado en una era de inseguridad, y la inseguridad engendra miedo (un miedo contagioso) y corroe la confianza en la que se basan las sociedades democr¨¢ticas.
Pero ahora, en nuestro pa¨ªs, reaparece concretamente un temor que nos remonta al pasado m¨¢s odioso y que se expresa en homofobia. Gobernar con quien vierte odio, no reprobar con radicalidad su discurso, entorpecer las herramientas que exige la ley, todo ello cristaliza en el aumento de ataques a la comunidad LGTBI. Es obligaci¨®n democr¨¢tica desterrar de la vida cotidiana a los ¡°fabricantes de miedo¡±. El escritor Bob Pop, al conocerse la impostura del caso de un joven que fue tatuado en el gl¨²teo con la leyenda ¡°maric¨®n¡±, escribi¨®: ¡°?De d¨®nde vendremos y qu¨¦ miedos nos han vuelto a despertar que la supuesta mentira nos parece m¨¢s veros¨ªmil que la supuesta verdad?¡±.
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