Cien a?os en debates de la izquierda
El PCE tuvo serias dificultades para ¡°normalizar la discrepancia¡± en su seno. Y eso le perjudic¨® en las urnas, escribe el ex vicesecretario general Nicol¨¢s Sartorius
1. En 100 a?os de historia del Partido Comunista de Espa?a la mitad han transcurrido pr¨¢cticamente en la clandestinidad. A pesar de las dificultades que ello comport¨®, el PCE se orient¨® con bastante acierto a lo largo del tiempo. Despu¨¦s de unos primeros a?os de ¡°izquierdismo¡± est¨¦ril, ya en la Rep¨²blica impuls¨® la pol¨ªtica del Frente Popular, en cuyo gobierno, por cierto, no participaron ni socialistas ni comunistas hasta el inicio de la Guerra Civil. En la dura controversia con los anarquistas y otros extremismos sobre si lo prioritario, en aquellas circunstancias, era ganar la guerra...
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1. En 100 a?os de historia del Partido Comunista de Espa?a la mitad han transcurrido pr¨¢cticamente en la clandestinidad. A pesar de las dificultades que ello comport¨®, el PCE se orient¨® con bastante acierto a lo largo del tiempo. Despu¨¦s de unos primeros a?os de ¡°izquierdismo¡± est¨¦ril, ya en la Rep¨²blica impuls¨® la pol¨ªtica del Frente Popular, en cuyo gobierno, por cierto, no participaron ni socialistas ni comunistas hasta el inicio de la Guerra Civil. En la dura controversia con los anarquistas y otros extremismos sobre si lo prioritario, en aquellas circunstancias, era ganar la guerra o hacer la revoluci¨®n, el PCE adopt¨® la primera, pues los excesos ¡°revolucionarios¡± solo perjudicaban a la Rep¨²blica y daban alas a la reacci¨®n. Luego, en la clandestinidad, los primeros a?os de lucha armada no fueron m¨¢s que la expresi¨®n hispana de lo que hac¨ªan en Europa algunos dem¨®cratas, en la resistencia contra nazis y fascistas. Con el abandono de la guerrilla como consecuencia de la Guerra Fr¨ªa y el abandono de Espa?a a su mala suerte por parte de las potencias vencedoras, el PCE se orient¨® a la organizaci¨®n de movimientos sociales. En este sentido, la labor de la militancia comunista en el desarrollo de Comisiones Obreras fue uno de los hechos m¨¢s relevantes de los periodos dictatorial y democr¨¢tico, sin el que no se entienden las luchas ciudadanas y el final de la dictadura.
2. Fue el PCE quien lanz¨® en 1956 la pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nacional. Una pol¨ªtica clave para situar la contradicci¨®n esencial de Espa?a entre democracia o dictadura y no entre rep¨²blica o monarqu¨ªa, base imprescindible para alcanzar la unidad de la oposici¨®n, ir cerrando las heridas de la Guerra Civil y facilitar una salida pac¨ªfica al r¨¦gimen liberticida. A partir de ah¨ª se desarrollar¨ªan el Pacto para la Libertad, la creaci¨®n de la Junta Democr¨¢tica y los acuerdos de la Transici¨®n en los que el PCE particip¨®, como fueron los Pactos de la Moncloa, hasta la Constituci¨®n de 1978.
3. En el PCE ¨¦ramos muy conscientes de que, en el posfranquismo, o ¨¦ramos fuertes o no ser¨ªamos legalizados. Ten¨ªamos que desarrollar un activismo en todos los frentes (obrero, estudiantil, profesional, cultural) si quer¨ªamos evitar una salida en falso de la dictadura y una d¨¦bil posici¨®n del movimiento obrero y de la izquierda. A?os despu¨¦s, Adolfo Su¨¢rez me coment¨® que hab¨ªa recibido fuertes presiones para que no nos legalizaran. A?adi¨®: ¡°?No os hubierais quedado quietos, verdad¡±? Ante la obvia respuesta concluy¨® que eso hubiera terminado con cientos o miles de personas en las c¨¢rceles y hecho inviable las elecciones democr¨¢ticas. Su¨¢rez necesitaba una salida y el PCE, coherente con su posici¨®n de que la cuesti¨®n no era entre rep¨²blica o monarqu¨ªa, sino traer la democracia, acept¨® al Monarca y la bandera, al igual que el PSOE y otros partidos. Carrillo, antes de someter la cuesti¨®n al decisivo Comit¨¦ Central, ?reuni¨® a algunos dirigentes de CC OO para conocer nuestra opini¨®n. Estuvimos de acuerdo con la propuesta siempre que esa monarqu¨ªa fuese como las europeas, donde el jefe del Estado reina pero no gobierna y la soberan¨ªa reside en el conjunto de los ciudadanos.
?Qu¨¦ habr¨ªa sucedido con el PCE en la ilegalidad? ?O es que no se comprob¨® su fuerza y disciplina en la masiva movilizaci¨®n que sigui¨® al asesinato de los militantes comunistas y de CC OO en el despacho de Atocha? Habr¨ªa descarrilado toda la transici¨®n a la democracia.
Quiz¨¢ un error del PCE fue presentarse a las primeras elecciones con l¨ªderes ligados a la Guerra Civil y unas siglas demonizadas durante 40 a?os. El Partido Socialista Unificado de Catalu?a (PSUC) transmiti¨® otra imagen y obtuvo el doble de votos. En todo caso, la decadencia del ¡°socialismo real¡± y el ruido de sables hicieron el resto.
4. Por aquellas fechas hice mi primer viaje a Mosc¨². En la delegaci¨®n me acompa?aba un joven metal¨²rgico de CC OO. Hac¨ªa un fr¨ªo espantoso y tras un largo paseo le propusimos a nuestro acompa?ante entrar en alg¨²n restaurante, bar o caf¨¦. Respondi¨® que no hab¨ªa nada de eso, solo alg¨²n hotel de entrada restringida. El amigo metal¨²rgico sentenci¨®: ¡°Compa?ero, esto no es para nosotros¡±.
El PCE hab¨ªa empezado a soltar amarras en agosto de 1968, cuando se opuso a la invasi¨®n de Checoslovaquia. Fue un intenso debate. No era solo que el sistema sovi¨¦tico estuviera naufragando, sino que no nos val¨ªan las teor¨ªas de Lenin sobre la conquista del poder o la construcci¨®n del ¡°socialismo¡±. Eran concepciones muy rusas que, desde luego, no serv¨ªan para Europa Occidental. En el primer congreso del PCE en la legalidad se plante¨® la eliminaci¨®n del leninismo de la identidad del partido. Defend¨ª, con otros, esa posici¨®n y fue adoptada con escasas discrepancias. En el fondo, era un tema ligado a la cuesti¨®n europea. El ¡°eurocomunismo¡± respond¨ªa a una necesidad, pues en la realidad de Europa socialismo y democracia no se pod¨ªan escindir. Gramsci, Luxemburgo, Togliatti, Berlinguer hab¨ªan ya planteado esta cuesti¨®n y el PCE asumi¨® temprano la realidad europea y vot¨® a favor del ingreso de Espa?a en la Comunidad Europea y luego en la UE. Pero no era suficiente defender la democracia hacia fuera sino tambi¨¦n hacia dentro. La dificultad en ¡°normalizar la discrepancia¡± estuvo en la ra¨ªz de las divisiones internas que nos perjudicaron electoralmente.
5. A principio de los noventa, el PCE decidi¨® apartarse de elementos centrales de la pol¨ªtica hist¨®rica de los comunistas. La oposici¨®n al euro; la propuesta de un proceso constituyente hacia la rep¨²blica; la reivindicaci¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n; la ¡°teor¨ªa de las dos orillas¡± fueron, en mi opini¨®n, planteamientos err¨®neos. Es probable que la actual experiencia en el Gobierno de coalici¨®n est¨¦ ejerciendo una ben¨¦fica influencia, que les haga comprender que no por declararse anticapitalistas se acaba con el capitalismo; que no es inteligente dejar en manos de la derecha una Constituci¨®n que los comunistas peleamos tanto; que en las condiciones de la globalizaci¨®n y la UE el derecho de autodeterminaci¨®n solo beneficia a las derechas nacionalistas y es incompatible con una soluci¨®n federal; que ¡°otra Europa¡± no existe, pues lo que funciona es la concreta UE, que se debe mejorar pero nunca rechazar. Y por ¨²ltimo, que con el capitalismo no se ¡°acaba¡±, no se le ¡°derroca¡± ni se ¡°hunde¡±, sino que se le supera si es para algo mejor, como con todos los sistemas econ¨®mico-sociales que han existido, pues no es el fin de la historia. Pero para eso hay que realizar ciertos tr¨¢mites, empezando por evitar que acabe con la vida en el planeta.
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