Estalinismo y democracia. La historia comprimida del PCE y su ¨²ltimo quiebro
La historia del PCE es rica, desde su nacimiento el 14 de noviembre de 1921. El ¨²ltimo quiebro: parec¨ªa abocado a desaparecer, pero resurge al tiempo que Podemos palidece
El azar irrumpe a veces en la historia. Es lo que ha sucedido con un Partido Comunista que parec¨ªa abocado a desaparecer, convertido en acompa?ante de Podemos bajo las ¨®rdenes de Pablo Iglesias. Su retraimiento cre¨® por sorpresa una situaci¨®n excepcional donde una pol¨ªtica comunista, Yolanda D¨ªaz, personifica la presi¨®n social sobre el presidente Pedro S¨¢nchez, e incluso se perfila como su rival en la direcci¨®n de la izquierda.
Nuevo azar. El regreso del PCE coincide con otra reaparici¨®n, la de su principal mito: Pasionaria. Tenemos como ¨¦xito de ventas una biograf¨ªa militante, que se salta todo punto negro en la vida de Pasionaria y del PCE, recorriendo el pa¨ªs con presentaciones de su figura ejemplar. En ellas interviene la nieta de Dolores, recuperada para la tradici¨®n familiar. Augura que Yolanda D¨ªaz desempe?ar¨¢ ¡°un enorme papel en la vida pol¨ªtica del pa¨ªs¡±.
La noticia de la Revoluci¨®n de Octubre llen¨® de esperanzas a muchos trabajadores espa?oles en un momento de intensa conflictividad, pero la idea de formar un partido comunista no surgi¨® de abajo. Fueron dos emisarios de Lenin, encargados de vender joyas de la aristocracia rusa e instalados en el hotel Palace, quienes iniciaron en el Ateneo de Madrid los contactos con j¨®venes socialistas para formar un partido comunista. Naci¨® el Partido Comunista Espa?ol, de 15 de abril de 1920, con el cual se fundieron, por decisi¨®n de la Internacional Comunista, los procomunistas escindidos del PSOE. El 14 de noviembre de 1921 se unificaron en el Partido Comunista de Espa?a. Sus 6.000 afiliados ir¨ªan abandon¨¢ndolo durante la d¨¦cada siguiente. ¡°En Espa?a no tenemos un partido¡±, constat¨® en 1929 un observador de la Internacional. El 14 de abril de 1931, el PCE era tan irrelevante como el cami¨®n desde el cual sus militantes gritaban en Madrid: ¡°?Vivan los soviets!¡±. Mosc¨² obliga.
La debilidad del comunismo espa?ol se vio compensada en los a?os treinta por el enorme prestigio alcanzado en la construcci¨®n del comunismo en la URSS. Las pel¨ªculas de Eisenstein, las revistas ilustradas, las retransmisiones por radio contando las virtudes del kolj¨®s (granjas colectivas), los relatos de viajeros alimentados con caviar difundieron la impresi¨®n de que nac¨ªa un nuevo mundo, ¨²nica alternativa adem¨¢s al nazismo. Rafael Alberti fue el s¨ªmbolo en Espa?a de esa fascinaci¨®n ante la Rusia sovi¨¦tica, que alcanza a muchos intelectuales de raigambre liberal en toda Europa, Garc¨ªa Lorca incluido. Sin olvidar a sectores del socialismo (Largo Caballero) y particularmente de las Juventudes Socialistas, con Santiago Carrillo, que toman la senda de la bolchevizaci¨®n desde 1933.
Es entonces cuando realmente nace el PCE, y no porque su verdadero jefe, Victorio Codovilla, delegado de la Internacional entre 1932 y 1937, aporte m¨¢s que dinamismo y sentido autoritario. Jos¨¦ D¨ªaz, y no Pasionaria, fue su primer colaborador y solo eso. Ambos dieron prueba, sin embargo, en 1934 de su sensibilidad ante t¨¢cticas disparatadas de frente ¨²nico, pero nunca decidieron, en contra de la versi¨®n oficial. Entre tanto, Stalin defin¨ªa ante Dimitrov, pronto al frente de la Internacional, su revalorizaci¨®n de la democracia, teniendo en cuenta su atracci¨®n sobre los trabajadores. V¨ªa libre a los frentes populares.
Los dirigentes de las juventudes socialistas y los comunistas, forjados en ese periodo 1933-1936, basaron en lo sucesivo su estrategia en esa conjugaci¨®n de democracia y estalinismo. Nada que ver con la din¨¢mica propia, aunque dependiente de Stalin, del Partido Comunista Italiano. Lo precisar¨¢ Carrillo en los ochenta: su eurocomunismo no proced¨ªa de Gramsci ni Togliatti, sino de Stalin. Era el partido comunista de siempre actuando en democracia.
Comunistas, anarquistas y muchos socialistas cometieron cr¨ªmenes que se deben incluir en la memoria hist¨®rica
Por decisi¨®n de la Internacional, de la siembra de soviets el PCE se convierte en el defensor de la democracia republicana, antesala de una ¡°democracia de nuevo tipo¡±. De 1936 a 1939 ser¨¢ quien encabece la resistencia frente al golpe militar, con Dimitrov y Togliatti (Ercoli) como gu¨ªas, Pasionaria de s¨ªmbolo activo y a su lado hombres como Jos¨¦ D¨ªaz al frente de una gran movilizaci¨®n, a la cual Mosc¨² aport¨® las Brigadas Internacionales. El precio fue quedar como ¡°el partido de la guerra¡±.
La otra cara de la moneda consisti¨® en la adopci¨®n de la f¨®rmula estalinista de aniquilamiento del adversario, desde la Quinta Columna al satanizado trotskismo. La matanza de Paracuellos nos recuerda que, si bien Franco dirigi¨® un genocidio, sectores del comunismo, anarquismo y socialismo practicaron cr¨ªmenes que se deben incluir en la memoria hist¨®rica. Actitud punitiva que en el PCE de posguerra castig¨® tanto confesiones a la polic¨ªa de Franco como disidencias. Seg¨²n me cont¨® Amaro Rosal, dirigente hist¨®rico de la UGT, fue inequ¨ªvoca la respuesta del l¨ªder comunista a su viejo amigo Marino (Amaro), al censurar este en 1981 la inquina contra los ¡°renovadores¡±: ¡°¡Y porque ahora no se puede con el rev¨®lver¡±.
?Hacia un comunismo democr¨¢tico?
De 1939 a 1963 (asesinato de Grimau), el ¡°partido de la guerra¡± deviene ¡°partido de las c¨¢rceles¡±, v¨ªctima adem¨¢s de ejecuciones masivas. Derrotadas las guerrillas, solo cab¨ªa mantener redes m¨ªnimas, para lo cual Jorge Sempr¨²n realiz¨® una obra de arte desde su clandestinidad madrile?a en 1953-1962. Paralelamente, bajo el liderazgo exterior de Pasionaria eran custodiados la fe en el comunismo, el culto de su personalidad y la vocaci¨®n represiva estaliniana: ¡°Una oveja sarnosa contagia al reba?o¡±, explic¨® Dolores. Sempr¨²n atraer¨¢ a intelectuales, organizando la protesta de universitarios de 1956, por encima de los or¨ªgenes republicanos o franquistas de los ¡°alborotadores¡±. Fue el ensayo de la ¡°reconciliaci¨®n nacional¡± que constituye el eje de la pol¨ªtica del PCE hasta la Transici¨®n y la Ley de Amnist¨ªa de 1977. Pasionaria la anuncia ya en abril, proclamando ¡°el sentido de lo nuevo¡±, pero es Carrillo quien asume la direcci¨®n hasta 1982.
Cuenta tambi¨¦n el XX Congreso del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS) en 1956, si bien la desestalinizaci¨®n interna se queda en el plano formal, seg¨²n mostr¨® el debate sobre la estrategia, que acaba m¨¢s tarde con la expulsi¨®n por Carrillo de Fernando Claud¨ªn, su ¡°otro yo¡±, y de Sempr¨²n. No as¨ª en el orden internacional, con la condena rotunda en 1968 de la invasi¨®n de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia. Luz verde a la democracia. Antes un cambio de legislaci¨®n laboral, con los convenios colectivos, hizo posible el auge y la eficacia de Comisiones Obreras. El PCE asumi¨® ser ¡°el Partido¡±, capaz adem¨¢s al morir Franco de exhibir su responsabilidad controlando la protesta por el asesinato de los laboralistas de Atocha. Y de impulsar tanto el proceso constituyente como la dolorosa salvaci¨®n de la econom¨ªa por los Pactos de La Moncloa. Es el c¨¦nit del comunismo democr¨¢tico en Espa?a, del ¡°eurocomunismo¡±. Solo que el PSOE en las urnas le arrebat¨® la hegemon¨ªa, mientras la crisis bloqueaba toda reforma econ¨®mica y Carrillo, disc¨ªpulo de Stalin, se mostraba incapaz de encauzar la conflictividad interna, haciendo que ¡°el partido aparezca eurocomunista por fuera y lo contrario por dentro¡±. Marcelino Camacho dixit. Culminar¨¢ la ¡°cultura de la poda¡± de que habl¨® V¨¢zquez Montalb¨¢n.
La autodestrucci¨®n fue inevitable, limit¨¢ndose el PCE a sobrevivir bajo la m¨¢scara de Izquierda Unida. Hubo una recuperaci¨®n transitoria bajo Julio Anguita, h¨¢bil sembrador de expectativas al decaer el PSOE en los noventa, pero eludiendo la realidad (¡°las dos orillas¡±) e imponiendo una visi¨®n dualista, nueva clase contra clase, heredada luego por el fundador de Podemos y por el actual l¨ªder de IU, ambos fieles al legado de Lenin y de la Revoluci¨®n de Octubre. Visi¨®n dif¨ªcilmente compatible con la democracia. Toca ahora a Yolanda D¨ªaz seguir o eludir ese ¡°¨²nico camino¡±.
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