Libertad y vacunas
No se puede obligar a nadie a vacunarse. S¨ª se puede restringir las libertades de los individuos no vacunados
El agua es una mol¨¦cula compuesta por dos ¨¢tomos de hidr¨®geno y uno de ox¨ªgeno. Ya est¨¢. Todo lo dem¨¢s, lo del l¨ªquido incoloro, inodoro e ins¨ªpido abundante en este planeta y en los seres vivos, etc¨¦tera, son circunstancias ajenas a la definici¨®n. La ventaja del agua, sustancia existente y definible, sobre cualquier concepto, es decir, sobre una representaci¨®n mental, consiste en eso, en que sabemos de qu¨¦ estamos hablando.
La libertad es un concepto. Sabemos (o creemos saber) que el ansia de libertad forma parte de lo humano y sabemos, sin ninguna duda, que la privaci¨®n de libertad envilece. Tenemos entre manos, por tanto, un concepto esencial. Que, a diferencia de otros, como la belleza o la felicidad, s¨®lo existe como resultado de una transacci¨®n. Sabemos ya otra cosa: la libertad nunca es completa.
El humano negocia su margen de libertad con otros humanos. Incluso cuando no hay otros humanos. Un individuo aislado (imaginemos un n¨¢ufrago en una isla desierta con todo tipo de comodidades) es libre de hacer lo que le d¨¦ la gana, pero no puede reunirse con otros seres de su especie. Le falta esa libertad.
Vistas las limitaciones, el pensamiento conservador tiende desde siempre a privilegiar el sentido econ¨®mico de la libertad. Es una posici¨®n muy respetable. Isabel D¨ªaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, se aline¨® con esa tradici¨®n durante la segunda fase de la pandemia. Se mostr¨® m¨¢s permisiva que otros dirigentes de la derecha en lo tocante a la libertad de elecci¨®n: las empresas (l¨¦ase bares y restaurantes) pod¨ªan elegir si abr¨ªan o no, y los ciudadanos pod¨ªan decidir si hac¨ªan uso de los servicios ofrecidos por esas empresas. Aunque en Madrid el n¨²mero de contagios y muertes fuera superior al de otras comunidades, el electorado aprob¨® el margen de libertad econ¨®mica propuesto por D¨ªaz Ayuso.
Eran otros tiempos, anteriores a las vacunas. Ahora nos encontramos con otra de las transacciones que definen el impreciso contorno de la libertad. ?Cu¨¢les son los l¨ªmites de la libertad de quienes se niegan (en ausencia de justificaci¨®n m¨¦dica) a vacunarse? Ya hemos visto que la vacunaci¨®n contribuye a recuperar la normalidad comercial, y eso beneficia a todos, incluidos los antivacunas. Ahora hablamos tanto de libertad econ¨®mica como de derechos colectivos.
En este momento chocan la libertad del individuo y la responsabilidad del individuo, la libertad de no introducirse en el cuerpo una sustancia determinada y la responsabilidad de actuar como v¨ªctima y veh¨ªculo de un virus contagioso y potencialmente mortal. La cosa del veh¨ªculo lleva tiempo resuelta en todas las sociedades, incluyendo las m¨¢s liberales: est¨¢ prohibido circular en autom¨®vil a alta velocidad y con alcohol u otras sustancias estupefacientes en el organismo, por el peligro que entra?a para otros.
No se puede obligar a nadie a vacunarse. Eso es tan est¨²pido como prohibir el suicidio. S¨ª se puede, y en mi opini¨®n se debe, restringir las libertades de los individuos no vacunados. Ya s¨¦ que resulta prosaico invocar a la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico, pero ah¨ª estamos. Vacunados y no vacunados pueden contagiarse y contagiar, igual que la persona m¨¢s sobria y prudente puede atropellar accidentalmente a alguien. Ocurre que los no vacunados y los borrachos al volante resultan mucho m¨¢s da?inos.
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