Pierre Dardot: ¡°Felipe Gonz¨¢lez y Tony Blair ya no tienen nada que ver con la socialdemocracia¡±
El pensador franc¨¦s, estudioso de Marx, reflexiona sobre el concepto de soberan¨ªa pol¨ªtica en el nuevo libro que firma junto a Christian Laval
El fil¨®sofo Pierre Dardot pasa revista en su ¨²ltimo libro al Estado moderno. Una estructura creada en el siglo XVI que sigue en pie tras sucesivas transformaciones, y que ejerce un dominio impersonal sobre la sociedad.
Un viento g¨¦lido recibe en Madrid a Pierre Dardot (Par¨ªs, 1952), que llega a la entrevista directamente desde Bilbao. ¡°All¨ª no paraba de llover¡±, comenta el fil¨®sofo, resignado a los caprichos del clima oto?al que le han acompa?ado en la gira de presentaci¨®n en Espa?a de su ¨²ltimo libro, Dominar (Gedisa, 2021), escrito en colaboraci¨®n con el soci¨®logo Christian Laval. Retirado ya de la docencia ¡ªha sido profesor en la Universidad Par¨ªs Nanterre¡ª, Dardot vive entregado a la investigaci¨®n filos¨®fica, aunque tiene excelentes recuerdos de sus a?os de profesor. Autor, junto a Laval, de ensayos pol¨ªticos como La nueva raz¨®n del mundo, Com¨²n, La pesadilla que no acaba nunca o La sombra de Octubre, un inter¨¦s com¨²n por Karl Marx les llev¨® a crear en 2004 el grupo Question Marx, y puso los cimientos de una fruct¨ªfera colaboraci¨®n. Su ¨²ltimo libro indaga en la naturaleza de la soberan¨ªa que ejerce el Estado moderno, del que, considera, habr¨ªa que conservar las instituciones de car¨¢cter social, ¡°pero transform¨¢ndolas y democratiz¨¢ndolas¡±.
Pregunta. ?El t¨ªtulo de su libro significa que dominar es el principal objetivo del Estado?
Respuesta. No, no conscientemente. Pero ejercer la soberan¨ªa consiste en dominar. Hemos querido reelaborar la noci¨®n de ¡°dominaci¨®n¡± porque en Filosof¨ªa Pol¨ªtica se interpreta siempre como una relaci¨®n entre personas. La soberan¨ªa del Estado, en cambio, tiene un car¨¢cter impersonal. Se ejerce a trav¨¦s de leyes y reglas administrativas.
P. Se trata de una construcci¨®n contingente, pero ?podr¨ªamos vivir sin Estado?
R. Es dif¨ªcil imaginarlo porque estamos muy acostumbrados a vivir dentro de una estructura estatal. En Francia, hasta los neoliberales m¨¢s recalcitrantes tienen una conciencia de Estado. Ante la menor crisis, invocan al Estado para que les ayude, igual que los grandes empresarios.
P. En su libro observo cierta contradicci¨®n. Se critica al Estado, pero se le presenta tambi¨¦n como el ¨²nico freno al capitalismo global.
R. Es que hay una contradicci¨®n interna en el Estado moderno que se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se crean las instituciones del Estado social, como la sanidad p¨²blica, la educaci¨®n. No lo ponemos en el mismo plano que los aspectos policiales, represivos, que son tambi¨¦n del Estado. Consideramos que hay una relaci¨®n que puede ser contradictoria entre esas dos partes. Lo que nos parece es que hay que conservar las instituciones del Estado social, pero transform¨¢ndolas, democratiz¨¢ndolas. Hay que dar m¨¢s participaci¨®n a lo local. Recientemente me contaron que en B¨¦lgica hay centros m¨¦dicos o ¡°casas de salud¡± que se construyen en los barrios como instituciones de derecho privado. Est¨¢n mucho m¨¢s cerca de la l¨®gica de lo com¨²n que esas inmensas estructuras hospitalarias que vemos en Francia. Y en ellas, los pacientes pueden colaborar con los facultativos en la elaboraci¨®n de sus informes m¨¦dicos.
P. El Estado moderno nace en el siglo XVI, como una copia del Estado Vaticano. ?La crisis de la Iglesia cat¨®lica puede ser un aviso de la crisis que le espera?
R. Es indudable que sufre ya una crisis de representatividad. La idea de que al frente del Estado hab¨ªa un poder con una representaci¨®n leg¨ªtima entr¨® en crisis hace 25 o 30 a?os. La fe en el Estado como entidad capaz de asumir unas competencias, que hab¨ªa desarrollado unos saberes ligados a su funci¨®n, se ha perdido. De ah¨ª que la abstenci¨®n electoral sea enorme.
P. En su opini¨®n, adem¨¢s, ha dejado de ser el protector del trabajador para convertirse en el protector del capital global y de sus due?os.
R. Efectivamente. Ha habido una transformaci¨®n. El Estado se ocupa ahora de facilitar la circulaci¨®n del capital global. Por ejemplo, con exenciones fiscales. La Inglaterra de Johnson es incre¨ªble en eso.
P. Dice que el Acta ?nica Europea de 1986 es el documento m¨¢s importante de la era neoliberal. ?Por qu¨¦?
R. Consagra el equilibrio presupuestario y la estabilidad monetaria como reglas de oro que se sustraen completamente al control de los pueblos, de los pa¨ªses que integran la UE. Es un acuerdo impuesto. Son reglas que est¨¢n por encima de la pol¨ªtica, y de las alternancias electorales, y los gobiernos de derecha o de izquierda las aceptan porque hay una continuidad.
P. Entonces, ?el neoliberalismo se lleva bien con la izquierda y la derecha? Precisamente 1986 es el a?o de ingreso de Espa?a en la UE con un Gobierno socialdem¨®crata.
R. Efectivamente. No quiero decir que todo sea igual. Hay diferencias. Lo mismo que hoy vemos las diferencias que existen con la Hungr¨ªa de Orb¨¢n. En cuanto a la socialdemocracia, entre 1980 y 1990 se produce un cambio radical y, en mi opini¨®n, el t¨¦rmino deja de ser v¨¢lido. Gerhard Schr?der o Tony Blair ya no tienen nada que ver con la socialdemocracia, aunque se sigan llamando socialdem¨®cratas.
P. ?Y Felipe Gonz¨¢lez?
R. Tampoco. En Francia los socialdem¨®cratas apenas recogen un 5% o 7% del voto. Les va fatal. Espa?a al menos tiene un partido que se declara socialdem¨®crata y que es importante.
P. S¨ª. Aunque gobierna en coalici¨®n con una formaci¨®n m¨¢s a la izquierda y con el apoyo externo de partidos independentistas.
R. La cuadratura del c¨ªrculo.
P. ?Qu¨¦ propone usted a la gente que quiere acabar con el neoliberalismo? A los que quieren, claro, porque hay mucha gente que est¨¢ contenta con ese sistema.
R. Por supuesto. Hay capas enteras de la sociedad que se han adherido totalmente no ya a la ideolog¨ªa neoliberal, sino a la forma de vivir neoliberal. Por eso creo que la batalla hay que plantearla en el terreno del modelo de vida. La cuesti¨®n es si la izquierda es capaz de ayudar a los movimientos que quieren promover otra forma de vivir.
P. Como gran experto en Marx, ?qu¨¦ cree usted que le asombrar¨ªa m¨¢s si pudiera darse una vuelta por el siglo XXI, la nueva piel del capitalismo o la Rep¨²blica Popular China?
R. No s¨¦. Pero lo de China es un caso ¨²nico en el mundo. La fusi¨®n del capitalismo m¨¢s salvaje con el Estado totalitario. Y por el momento tiene ¨¦xito. Eso s¨ª, con aspectos catastr¨®ficos para la vida cotidiana de los ciudadanos.
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