Cosmismo ruso: los fil¨®sofos y artistas que cre¨ªan en una sociedad interplanetaria
Tras la revoluci¨®n de 1917 surgi¨® una corriente de pensamiento que apost¨® por la inmortalidad, la tecnolog¨ªa y el cosmos como hogar
Muchos pensadores, escritores y artistas rusos pensaron que la Revoluci¨®n de Octubre era una oportunidad hist¨®rica para emprender un comienzo radicalmente nuevo y dar otro rumbo a la historia. Entre ellos estaban los representantes de los inmortalistas bioc¨®smicos, un peque?o partido pol¨ªtico con ra¨ªces en el anarquismo ruso. En su primer manifiesto (de 1922) escrib¨ªan: ¡°Creemos que el aut¨¦ntico derecho esencial del hombre consiste en el derecho a existir (la inmortalidad, la resurrecci¨®n, el rejuvenecimiento) y la libertad de moverse por el espacio c¨®smico¡± (en vez de los supuestos derechos proclamados en la revoluci¨®n burguesa de 1789). Por consiguiente, la sociedad de inmortales deb¨ªa ser tambi¨¦n una sociedad ¡°interplanetaria¡±, c¨®smica, que hiciera de todo el cosmos su hogar. Los humanos ya no tendr¨ªan que buscar los valores espirituales, sino el lugar de su cuerpo en el mundo material.
Al menos desde mediados del siglo XIX, el cuerpo humano se convirti¨® en el centro de la reflexi¨®n filos¨®fica y la imaginaci¨®n art¨ªstica. Bajo la influencia de Marx, Nietzsche y Freud, se empez¨® a ver al ser humano como un cuerpo de deseo, no como la encarnaci¨®n del esp¨ªritu, la raz¨®n o el alma. Se proclam¨® que la vida era el valor supremo. Pero celebrar la vida significaba aceptar la mortalidad humana. Las filosof¨ªas de la vida modernas nos recomiendan que aceptemos la inevitabilidad de la muerte como parte integrante del proceso vital universal, c¨®smico: en ellas, la muerte de lo viejo y decadente representa el nacimiento de lo joven y vital.
Al cosmismo ruso pertenecen pensadores distintos, a los que solo une el rechazo a esta recomendaci¨®n. Los autores del manifiesto insist¨ªan en el derecho del ser humano a resistirse a ese fallo de la vida que es la muerte de una persona. Para ellos, la naturaleza no era amiga, sino enemiga. No quer¨ªan la armon¨ªa con ella, sino su transformaci¨®n mediante la tecnolog¨ªa y la organizaci¨®n social. Como consecuencia de esa transformaci¨®n lo que ten¨ªa que adquirir el valor supremo no era la vida en s¨ª, sino la vida de cada individuo.
El concepto de tecnolog¨ªa suele relacionarse con el de progreso. Pero Nikol¨¢i Fedorov, el fundador del movimiento de los cosmistas rusos, pensaba que la ideolog¨ªa del progreso era, por as¨ª decir, demasiado natural. El progreso constituye una explotaci¨®n de los muertos en beneficio de los vivos y una explotaci¨®n de los que viven hoy en beneficio de los que vivir¨¢n en el futuro.
El progreso tecnol¨®gico est¨¢ al servicio de la reproducci¨®n biol¨®gica de la humanidad. Sigue la misma l¨®gica que la vida universal: destruye lo viejo y lo sustituye por lo nuevo. Ahora bien, ?quiz¨¢ es posible concebir la tecnolog¨ªa desde una perspectiva diferente a la del progreso hist¨®rico y la orientaci¨®n exclusiva hacia el futuro? Una tecnolog¨ªa de este tipo no destruir¨ªa los objetos viejos, incluidos los seres humanos, sino que los proteger¨ªa, los conservar¨ªa, los cuidar¨ªa y los mantendr¨ªa a salvo de las fuerzas destructivas de la naturaleza. Fedorov propuso como proyecto esa reorientaci¨®n de la tecnolog¨ªa y le dio el nombre de ¡°causa com¨²n¡±.
Fedorov pensaba que esa tecnolog¨ªa de resistencia contra el devenir del tiempo ya existe. Es la tecnolog¨ªa art¨ªstica y, en particular, la tecnolog¨ªa utilizada por los museos. El museo no castiga a cada objeto que expone y que ha quedado obsoleto quit¨¢ndolo y destruy¨¦ndolo. Es decir, el museo discrepa en lo fundamental del progreso: ama sus objetos y promete conservarlos durante un tiempo que puede ser infinito. El proyecto de la ¡°causa com¨²n¡± se basa en la analog¨ªa entre las obras de arte y los seres humanos.
Las filosof¨ªas de la vida modernas, muchas veces, protestan contra la ¡°cosificaci¨®n¡± de los humanos porque piensan que equivale a utilizaci¨®n y explotaci¨®n. Pero un objeto tambi¨¦n puede ser objeto de contemplaci¨®n, admiraci¨®n y cuidado, no una herramienta sino una obra de arte. El individuo verdaderamente emancipado no se considera una herramienta de producci¨®n de las generaciones futuras, sino una obra de arte que hay que proteger de la decadencia y la aniquilaci¨®n.
Seg¨²n Fedorov, toda la tecnolog¨ªa deber¨ªa convertirse en tecnolog¨ªa de protecci¨®n, cuidar de la generaci¨®n actual y resucitar a las anteriores. Su teor¨ªa sustituye la inmortalidad del alma de los cristianos por la inmortalidad de las cosas o de los cuerpos en el museo. Y, en lugar de la gracia divina, incorpora las decisiones y la tecnolog¨ªa de conservaci¨®n del museo.
Al hablar sobre inmortalidad, lo que nos viene a la mente es sobre todo el deseo de la persona de vivir m¨¢s. Y tendemos a mirar con iron¨ªa los intentos de los ricos y poderosos de obtener esa inmortalidad, que nos parecen casi la forma suprema de privilegio social. El cosmismo ruso no consiste en eso. Aunque proclame el derecho del individuo a ser inmortal, el tema central del cosmismo es el destino de la tecnolog¨ªa. ?Debe avanzar hacia el futuro con una din¨¢mica cada vez m¨¢s r¨¢pida o, por el contrario, retroceder y volverse protectora y atenta?
No cabe duda de que esta pregunta sigue estando vigente en nuestra ¨¦poca, ahora que el futuro nos parece, m¨¢s que una promesa ut¨®pica, un peligro al acecho. Intentamos evitar ese peligro mediante tecnolog¨ªas ecol¨®gicas que protegen animales, plantas y paisajes enteros. Pero lo que significa no es otra cosa que el deber de tratar toda la Tierra como una obra de arte, cuidar la Tierra como ¡°causa com¨²n¡±.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.