No nos creemos el cambio clim¨¢tico
La casa de Jonathan Safran Foer en Brooklyn se ha inundado dos veces en los ¨²ltimos meses. El escritor estadounidense usa estos episodios como met¨¢fora para explicar lo que le ocurre al planeta
En el ¨²ltimo mes, mi casa de Brooklyn se ha inundado dos veces, en ambos casos debido a tormentas hist¨®ricas: en la primera cay¨® la mayor precipitaci¨®n por hora de toda la historia de Nueva York; la segunda tormenta multiplic¨® por dos ese r¨¦cord. La palabra ¡°inundaci¨®n¡± no expresa todo lo que ocurri¨®. El agua se meti¨® por debajo de las puertas, se col¨® alrededor de los marcos de las ventanas y entr¨® por grietas imperceptibles en los cimientos de la casa. Pero lo peor fue que las ca?er¨ªas del alcantarillado no pod¨ªan absorber tanta agua y se atascaron; de hecho, el agua empez¨® a circular en direcci¨®n contraria y llen¨® de aguas residuales el s¨®tano, los retretes y los lavabos. Que no haya equ¨ªvocos: ¡°Aguas residuales¡± significa mierda.
Contrat¨¦ a un equipo de limpiadores para que lavaran a presi¨®n y desinfectaran los suelos (las aguas residuales no solo son repugnantes, adem¨¢s son un grave peligro para la salud). El equipo formaba parte de un peque?o ej¨¦rcito de limpiadores industriales que lleg¨® desde Chicago, una caravana de media docena de camiones con remolque, llenos de material y de trabajadores; estuvieron dos semanas repartidos por la ciudad y luego recogieron sus cosas y volvieron a Chicago (los coches el¨¦ctricos y los paneles solares no son las ¨²nicas industrias creadas como reacci¨®n al cambio clim¨¢tico). Despu¨¦s contrat¨¦ a otra cuadrilla para que pelara las paredes y las puertas hasta una altura de 30 cent¨ªmetros ¡ªtodo lo que se hab¨ªa mojado¡ª y as¨ª no se extendiera el moho (que es otro grave peligro para la salud). Un tercer equipo levant¨® el suelo de madera abombado y la base empapada, y los sustituy¨® por baldosas impermeables.
Huelga decir que el coste de todo esto fue enorme. Cuando recurr¨ª a mi compa?¨ªa de seguros, me dijeron que los desastres naturales ¡ªlo que en Estados Unidos se denomina ¡°actos divinos¡±, es decir, los sucesos que no pueden prevenirse mediante la intervenci¨®n humana¡ª no estaban cubiertos. A pesar de todo lo que sabemos sobre la influencia de la humanidad en los fen¨®menos meteorol¨®gicos, se considera que un hurac¨¢n es una fatalidad y, por tanto, no iban a ayudarme a pagar la cuantiosa factura. Tambi¨¦n huelga decir que la mayor¨ªa de los vecinos de mi barrio no son tan afortunados como yo y no pueden pagarse todas esas obras. Se ven obligados a hacer lo que pueden con fregonas y productos de limpieza comprados en la tienda, no tienen m¨¢s remedio que convivir con esos peligros para la salud. Y tambi¨¦n huelga decir que esta no ser¨¢ la ¨²ltima vez que Nueva York sufra lluvias torrenciales. ?Qu¨¦ opciones hay?
Podr¨ªa limitarme a aceptar que va a haber inundaciones y hacer lo posible para contratar un seguro adicional, que cubra las inundaciones y los problemas de alcantarillado. Es una tarea que ya resulta casi imposible y pronto lo ser¨¢ del todo, igual que unos familiares m¨ªos que viven en California ya no han podido contratar una p¨®liza que cubriera los da?os de los incendios.
Podr¨ªa depositar mi fe en el gobierno municipal y confiar en que emprenda el enorme proyecto de agrandar todas las alcantarillas de la ciudad en previsi¨®n de los nuevos fen¨®menos meteorol¨®gicos. Dada la dimensi¨®n de la obra, parece poco probable. Sobre todo, si se tiene en cuenta que Nueva York est¨¢ recuper¨¢ndose de las p¨¦rdidas debidas a la covid, adem¨¢s de la larga lista de reparaciones que la mayor¨ªa de los ciudadanos y los pol¨ªticos piensan que son m¨¢s urgentes.
Tambi¨¦n podr¨ªa instalar una v¨¢lvula de cierre en el punto donde el de?sag¨¹e de mi casa conecta con la ca?er¨ªa municipal y colocar otro portillo m¨¢s que se cierre durante las tormentas; de esa forma, al menos en teor¨ªa, el agua no podr¨¢ revertir nunca su curso. Solo eso ya supondr¨ªa una obra gigantesca, excavar en el s¨®tano y el jard¨ªn y construir una ¡°c¨¢mara¡± de hormig¨®n a 2,5 metros de profundidad para tener acceso a la v¨¢lvula en caso de mal funcionamiento. Una empresa me ha presupuestado el trabajo en 40.000 d¨®lares (unos 35.000 euros), sin garant¨ªa de que vaya a servir de algo. Ni me he molestado en pedir otro presupuesto, s¨¦ que no tengo dinero para pagarlo.
Tengo que insistir todas las veces que haga falta en que yo soy de los afortunados. ?C¨®mo se las arreglan mis vecinos jubilados, con problemas de salud y la pensi¨®n como ¨²nico ingreso? ?Qu¨¦ opciones tienen para hacer frente al cambio clim¨¢tico? ?Y mis vecinos que est¨¢n pluriempleados y a duras penas llegan a fin de mes? ?Y los que viven al pie de la colina, donde las inundaciones son mucho peores? ?O los que viven en barrios m¨¢s cercanos a la orilla? ?Qu¨¦ van a escoger los que no tienen alternativas? La inundaci¨®n que he descrito es un ejemplo de los efectos del cambio clim¨¢tico y, al mismo tiempo, sirve de met¨¢fora. Nos encontramos ante unas perspectivas cada vez peores y m¨¢s escasas: confiar en que las Administraciones act¨²en como nunca lo han hecho; ¡°desconectarnos¡± de nuestro entorno (construyendo viviendas m¨¢s caras o mud¨¢ndonos a climas m¨¢s seguros), que es algo que solo pueden hacer los verdaderamente ricos, o aceptar sin m¨¢s que la mierda entre en casa varias veces al a?o.
La capacidad humana de acostumbrarse a los cambios m¨¢s radicales es tan estimulante como deprimente. ?Qui¨¦n iba a pensar hace un par de a?os que no ¨ªbamos a inmutarnos ni a llorar al ver los colegios llenos de ni?os con mascarilla? ?O que nos parecer¨ªa normal que el autob¨²s vaya lleno de gente absorta en unos rect¨¢ngulos de cristal que llevan en la mano, en vez de relacionarse con lo que antes consider¨¢bamos el ¡°mundo real¡±? Si somos capaces de acostumbrarnos a que la suciedad inunde nuestras redes sociales, seguro que podemos acostumbrarnos a que entre en casa. ?Y acaso no sab¨ªamos todos que iba a ocurrir algo as¨ª? ?No llevamos a?os vi¨¦ndolo venir? ?No decimos que hay que aceptar los datos cient¨ªficos incontrovertibles? ?Es posible que en realidad nuestra situaci¨®n no nos parezca tan mal? ?No es evidente que, de forma consciente o no, estamos escogiendo el cambio clim¨¢tico?
Lo sab¨ªamos. Pero no nos lo cre¨ªamos. Lo sabemos. Pero no nos lo creemos. Al parecer, lo que tenemos en la cabeza no consigue trasladarse a nuestro coraz¨®n. Hay demasiados incentivos para dudar. Tenemos demasiado miedo. Es una cat¨¢strofe de dimensiones tan grandes que no podemos comprenderla del todo. Por lo que a m¨ª respecta, incluso a pesar de todo lo que acabo de describir, sigo sin cre¨¦rmelo. Estoy d¨¢ndome cuenta de que soy incapaz de tener ese tipo de convicci¨®n. Si la tuviera, no escribir¨ªa estas l¨ªneas en un tono tan comedido; la respuesta apropiada a una cat¨¢strofe planetaria es la histeria o, al menos, la alarma. Si tuviera esa convicci¨®n, entre las opciones mencionadas habr¨ªa incluido una cuarta: dedicar mi vida a hacer absolutamente todo lo que pueda para contribuir a encontrar una soluci¨®n.
En vez de eso, estoy aprendiendo a acostumbrarme a la p¨¦rdida. Mi coraz¨®n lo llama acto divino. Y eso es, todav¨ªa m¨¢s que el cambio clim¨¢tico provocado por nosotros, el acto supremo del ser humano.
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