Las incre¨ªbles aventuras de un mirmec¨®logo a trav¨¦s del inmoral mundo de las hormigas
Durante 80 de sus 92 a?os de vida, Edward O. Wilson (1929-2021), eminencia de la investigaci¨®n y la defensa de la biodiversidad, estudi¨® a fondo esos ¡°fabulosos insectos¡±. No cree que debamos imitarlos en nada
He escrito Historias del mundo de las hormigas despu¨¦s de toda una vida (unas ocho d¨¦cadas) estudiando a estos fabulosos insectos. Empec¨¦ en los institutos a los que acud¨ª, en Washington DC y Alabama, y continu¨¦, con la misma pasi¨®n, hasta llegar a ser profesor universitario y conservador de entomolog¨ªa en la Universidad de Harvard. En estas Historias, intento reflejar la importancia de todo lo que he aprendido gracias a mis estudios y a los de otras personas. Dicho sea de paso, en el ¨¢mbito cient¨ªfico, a mis colegas y a m¨ª nos llaman mirmec¨®logos. Y, aunque llevo escritos m¨¢s de treinta libros, la mayor¨ªa de ellos t¨¦cnicos, hasta ahora no hab¨ªa relatado las incre¨ªbles historias de la mirmecolog¨ªa como una aventura f¨ªsica e intelectual o, si lo prefiere, una historia de aventuras. (¡)
Empezar¨¦ este tour mirmecol¨®gico con una advertencia. No hay nada que puedas imaginar del mundo de las hormigas que podamos o debamos emular para ser mejores personas. Primero, y lo m¨¢s importante, todas las hormigas que participan en la vida social de las colonias son hembras. Soy un ferviente feminista en todos los aspectos que tienen que ver con los humanos, pero, en el caso de las hormigas, hay que tener en cuenta que durante los 150 millones de a?os de su existencia, el protagonismo de las hembras se ha desbocado. Las hembras asumen todo el control. Todas las hormigas que puedes ver que est¨¢n trabajando, todas las que exploran el entorno y todas las que van a la guerra (que es total y letal) son hembras. En comparaci¨®n, las hormigas macho adultas son criaturas bastante pat¨¦ticas. Tienen alas y pueden volar, ojos y genitales grandes, y cerebros peque?os. No realizan ning¨²n trabajo para su madre ni sus hermanas, y solo tienen una funci¨®n en la vida: inseminar a las reinas v¨ªrgenes de otras colonias durante los vuelos nupciales. Para expresarlo de la forma m¨¢s sencilla posible, los machos son poco m¨¢s que misiles de esperma voladores. Una vez que han partido, no se les permite regresar a su hormiguero, aunque, si tienen ¨¦xito, se pueden convertir en padres de nuevas colonias, compuestas, en algunas especies, por muchos millones de hijas e hijos. Tengan o no ¨¦xito reproductivo, est¨¢n destinados a morir en cuesti¨®n de horas o, como m¨¢ximo, en un par de d¨ªas por culpa de la lluvia, el calor o entre las mand¨ªbulas de un depredador. Simplemente, no pueden quedarse en casa. All¨ª no realizan ninguna labor y, por lo dem¨¢s, son una carga para la colonia. Si se quedan tras los vuelos nupciales, son expulsados por sus hermanas.
Despu¨¦s de la dominancia absoluta de las hembras, el segundo aspecto de la vida de las hormigas que choca con nuestra moralidad es horrible: muchas clases de hormigas se comen a sus muertos¡ y a sus heridos. Si eres una obrera anciana o incapacitada, est¨¢s programada para abandonar el hormiguero y dejar de ser una carga para la sociedad. Si mueres mientras est¨¢s en el nido, te dejar¨¢n donde caigas, incluso de espaldas con las seis patas al aire, hasta que tu cuerpo emita los olores caracter¨ªsticos de la descomposici¨®n, es decir, ¨¢cido oleico y sus oleatos. Cuando huelas a muerto, transportar¨¢n tu cuerpo hasta la pila de basura y all¨ª ser¨¢ abandonado. O, si solo est¨¢s destrozada y muri¨¦ndote, ser¨¢s comida por tus hermanas.
Hay una tercera caracter¨ªstica moralmente dudosa. Las hormigas son los animales m¨¢s belicosos. Sus colonias se enfrentan a otras de la misma especie de manera muy violenta. El principal objetivo de todas ellas es la exterminaci¨®n, y, por regla general, las grandes colonias derrotan a las m¨¢s peque?as. Sus enfrentamientos empeque?ecen Waterloo y Gettysburg. He visto campos de batalla llenos de guerreras muertas, un gran porcentaje de las cuales son hembras de edad avanzada. Cuando las obreras adultas envejecen, pasan a realizar actividades cada vez m¨¢s peligrosas por el bien de la colonia. Al principio, la mayor¨ªa sirven como asistentes de la reina madre y su progenie, desde los huevos a las larvas y desde las pupas a los nuevos adultos emergentes. Luego se encargan de la reparaci¨®n del hormiguero y de otras tareas internas. Finalmente, pasan a servir fuera del nido, siendo desde centinelas a recolectoras, guardas y guerreras. En pocas palabras, y dicho m¨¢s claramente, mientras que los humanos env¨ªan a sus adultos j¨®venes a la batalla, las hormigas env¨ªan a sus se?oras mayores.
Para las hormigas, el servicio a la colonia lo es todo. Cuando las obreras individuales se acercan a su muerte natural, benefician m¨¢s a la colonia si pasan sus ¨²ltimos d¨ªas en ocupaciones peligrosas. La l¨®gica darwiniana est¨¢ clara: para la colonia, los individuos de m¨¢s edad tienen poco que ofrecer y son prescindibles.
La evoluci¨®n en el ¨¢mbito de grupos organizados ha dado muy buenos resultados para las m¨¢s de quince mil especies de hormigas que habitan en el mundo. Las hormigas son los carn¨ªvoros terrestres dominantes en el rango de peso de uno a cien miligramos. Las termitas, en ocasiones llamadas err¨®neamente ¡°hormigas blancas¡±, son los consumidores dominantes de madera muerta. Juntas, hormigas y termitas, son ¡°esas cositas que gobiernan el mundo¡±, al menos entre los animales del mundo terrestre. Por ejemplo, en las pluviselvas brasile?as, suponen unas incre¨ªbles tres cuartas partes de la biomasa de insectos y m¨¢s de una cuarta parte de toda la masa animal.
Las hormigas llevan aqu¨ª unas cien veces m¨¢s tiempo que los humanos. Se ha calculado (mediante m¨¦todos moleculares) que se originaron har¨¢ unos 150 millones de a?os. Luego se diversificaron produciendo una mir¨ªada de formas anat¨®micas hace unos cien millones de a?os, al final de la era de los reptiles. Se produjo una segunda radiaci¨®n durante la primera etapa de la Edad de los Mam¨ªferos. La especie moderna de Homo sapiens, en cambio, apareci¨® en ?frica hace solo un mill¨®n de a?os, muy poco tiempo en comparaci¨®n con las hormigas.
Si en cualquier momento de los ¨²ltimos cien millones de a?os los extraterrestres hubieran visitado la Tierra, se habr¨ªan encontrado una inmensa cantidad de vida en la superficie. Se habr¨ªan encontrado con una fauna y una flora dominadas por las hormigas y, por lo tanto, en gran parte, sana e intacta. Los extraterrestres se habr¨ªan convertido en mirmec¨®logos. Habr¨ªan descubierto que las hormigas, adem¨¢s de las termitas y otras criaturas altamente sociales, eran algo extra?as, pero, por esa raz¨®n, una pieza fundamental en el mantenimiento de la estabilidad de casi todos los ecosistemas terrestres del planeta.
Seguramente, los extraterrestres podr¨ªan haber transmitido un mensaje a su planeta diciendo que, en la Tierra, ¡°todo est¨¢ en orden. De momento¡±.
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