Patolog¨ªas imperiales
Europa sobrevive gracias al terror nuclear y la destrucci¨®n mutua asegurada en caso de guerra entre Rusia y?EE?UU
Paul Kriwaczek, historiador y divulgador en la BBC, dec¨ªa en su cl¨¢sica obra sobre las primeras potencias militares y culturales de la antig¨¹edad (Babilonia: Mesopotamia, la mitad de la historia humana) que los imperios son como las estafas piramidales, negocios en los que el primer inversor cobra gracias a lo que aporta el segundo y as¨ª sucesivamente. Eso significa que un imperio necesita crecer continuamente (absorber nuevos clientes) para financiar su propia fuerza imperial.
La expansi¨®n no siempre implica una conquista convencional de territorio. Lo esencial es la clientela. Amenazado por el imperio americano, el imperio sovi¨¦tico opt¨® por mantener en orden sus posesiones mediante gobiernos dependientes o ¡°t¨ªteres¡±; ocasionalmente, ello requer¨ªa invasiones como las de Hungr¨ªa (1956), Checoslovaquia (1968) o Afganist¨¢n (1980), siempre solicitadas por el gobierno ¡°t¨ªtere¡± en cuesti¨®n. Entretanto, el imperio americano fomentaba la subversi¨®n en territorio del imperio enemigo.
De forma sim¨¦trica, el imperio americano, bajo amenaza de los sovi¨¦ticos, sufri¨® tambi¨¦n la subversi¨®n interna y recurri¨® igualmente a los gobiernos ¡°t¨ªteres¡±. Cre¨® incluso una universidad de la tortura, la Escuela de las Am¨¦ricas, y un mecanismo transnacional de extermino, la Operaci¨®n C¨®ndor, para que los militares ¡°t¨ªteres¡± en su ¡°patio trasero¡± latinoamericano defendieran con mayor eficacia los intereses imperiales.
A eso se le llam¨® Guerra Fr¨ªa. Los dos mayores imperios dispon¨ªan de armas nucleares y no pod¨ªan enfrentarse de forma directa por el riesgo de destrucci¨®n mutua (y del resto del planeta, en el peor de los casos). Pero la patolog¨ªa expansiva de los imperios se manifiesta bajo cualquier circunstancia. La invasi¨®n de Irak en 2003 fue una aut¨¦ntica guerra de capricho, justificada con amenazas inexistentes. Las dos guerras de Chechenia (1994-1996, 1999-2009) exhibieron una de las patolog¨ªas cl¨¢sicas de los imperios decadentes: les resulta intolerable que una parte del territorio imperial se maneje por su cuenta.
(Nota: el enemigo de un imperio siempre es terrorista).
Cuando est¨¢ naciendo, un imperio padece patolog¨ªas menos pronunciadas: puede ganar vasallos por v¨ªa comercial. Fue el caso de Estados Unidos y lo es ahora de China, que probablemente s¨®lo llegar¨¢ a la madurez cuando se coma Taiw¨¢n de un bocado. Lo har¨¢ alg¨²n d¨ªa, porque de no hacerlo se quedar¨ªa en imperio de chichinabo.
El imperio sovi¨¦tico (Rusia vestida de rojo) cay¨® en 1989. Rusia pod¨ªa asumir su decadencia o comportarse de forma imperial. Vlad¨ªmir Putin ha optado por lo segundo. Seguramente imagina (y seguramente tiene raz¨®n) que, si la brutal conquista de Ucrania concluye con ¨¦xito, para los rusos pasar¨¢ a la historia como el reconstructor del orgullo imperial. El orgullo y la arrogancia constituyen dos rasgos esenciales de la patolog¨ªa.
Los ¡°imperializados¡± muestran tambi¨¦n un rasgo interesante: no suelen ser conscientes de su condici¨®n y, si lo son, creen pertenecer al ¡°imperio del bien¡±. ?Qui¨¦n se acuerda de Irak? ?Qui¨¦n de Chechenia? Pertenecer a un imperio suele ser c¨®modo. Salvo cuando se vive en territorio fronterizo. Como Ucrania. O como Europa, inmensamente fr¨¢gil pese a las bombas nucleares de Francia y Reino Unido. La Uni¨®n Europea sobrevive gracias al terror nuclear y la destrucci¨®n mutua asegurada en caso de guerra entre Rusia y Estados Unidos. Es un hecho inc¨®modo.
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