¡°Todo el mundo¡± no es todo el mundo
Nos hallamos ante la creencia de que aquello que uno mismo ve, siente o conoce se puede extrapolar a?los dem¨¢s
Decimos ¡°todo el mundo¡± y sabemos que casi nunca queremos decir ¡°todo el mundo¡±. Al afirmar ¡°Marcela viaj¨® por todo el mundo¡± se entiende que Marcela fue a muchos pa¨ªses, pero no necesariamente a todos y cada uno. Y cuando proclamamos ¡°Madrid es la capital de Espa?a, como todo el mundo sabe¡±, cabe esperar que no se tome en sentido literal tampoco, pues siempre habr¨¢ alg¨²n chino que desconozca cu¨¢l es la capital de Espa?a, o alg¨²n norteamericano incluso; tal vez tambi¨¦n alg¨²n espa?ol, sobre todo si se trata de un reci¨¦n nacido.
Aun sabiendo que el sentido que le damos a ¡°todo el mundo¡± no coincide con su significado, a veces su identificaci¨®n con ¡°la casi totalidad¡± constituye tambi¨¦n una exageraci¨®n. Por ejemplo, al decir ¡°todo el mundo sabe preparar una tortilla francesa¡± o ¡°todo el mundo compra las entradas por internet¡±.
En las conversaciones sobre asuntos idiom¨¢ticos suele intercalarse asimismo esa locuci¨®n: ¡°Todo el mundo sabe lo que es un spoiler, ?por favor!¡±, ¡°todo el mundo entiende lo que es una app¡±, ¡°todo el mundo dice ucraniano y no ucranio¡±.
Y al usar ¡°todo el mundo¡±, muchas personas quedan excluidas del grupo, ya sea porque no han encendido nunca la cocina, porque adquieren las localidades en taquilla, porque han le¨ªdo ¡°ucranio¡± en libros y enciclopedias o porque ignoran el significado exacto de app o de spoiler (en este ¨²ltimo caso, igual que muchos de quienes lo usan). En efecto, ¡°todo el mundo sabe¡± aparece con frecuencia en conversaciones sobre t¨¦rminos en ingl¨¦s, en boca de quienes los defienden, claro. ¡°Todo el mundo sabe lo que es un slot¡±.
En los tiempos en que se presta tanta atenci¨®n a que los significantes no dejen fuera a nadie, al margen incluso de lo que transmitan sus significados, la afirmaci¨®n ¡°todo el mundo¡± resulta, parad¨®jicamente, muy poco inclusiva. Nos hallamos ante la creencia de que aquello que uno mismo ve, siente o conoce se extrapola a los dem¨¢s. Sin embargo, no afirmar¨¦ que eso le sucede a todo el mundo.
En determinados ¨¢mbitos profesionales o de afinidad, la mayor¨ªa de quienes forman parte de ellos entiende sus anglicismos y sus tecnicismos habituales; y los equivalentes en el lenguaje general les parecen propios de gente desconocedora de la palabra que se emplea en esa jerga. Propios de inferiores, en definitiva. Pero fuera de ese ¨¢mbito, a menudo el vocablo en cuesti¨®n suena lejano, extra?o; ajeno incluso si se conoce su significado. Sin embargo, quienes se relacionan con ese reducido espacio de hablantes tienden a decir que ¡°todo el mundo¡± dice tal o cual expresi¨®n¡ O, si no, que todo el mundo deber¨ªa conocerla.
Por ejemplo, en el sector period¨ªstico del tenis se suele afirmar que ¡°Nadal tiene una buena derecha¡±, aunque sea zurdo. Pero fuera del tenis suena inconsistente. La mala traducci¨®n de drive (literalmente ¡°conducido¡±; pero mejor ¡°golpe natural¡± o simplemente ¡°natural¡±) ha llevado a que ciertos comentaristas espa?oles (?y no todos!) llamen ¡°golpes de derecha¡± a los zurdazos de Nadal; y a que usen tal incongruencia pensando que ¡°todo el mundo¡± lo dice as¨ª.
Por tanto, la locuci¨®n ¡°todo el mundo¡± tiene utilidad en el lenguaje coloquial como recurso ret¨®rico para afirmaciones contundentes en las cuales se nos disculpa la imprecisi¨®n; pero no puede servir en una conversaci¨®n de cierto rigor intelectual, porque parte simplemente del punto de vista de cada uno. En esos debates, la locuci¨®n ¡°todo el mundo¡± delata claramente lo que podr¨ªamos llamar ¡°el sesgo del ombligo¡±.
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