Realpolitik
No estamos contra la guerra en general, sino contra esta, porque nos afecta. En Yemen han muerto 400.000 personas
El canciller Otto von Bismarck, art¨ªfice de la unificaci¨®n alemana bajo el control de Prusia, ten¨ªa buena mano para acu?ar palabras. Fue ¨¦l quien invent¨® la famosa ¡°realpolitik¡±, la pol¨ªtica realista o pragm¨¢tica, del todo ajena a consideraciones ¨¦ticas. Vivimos semanas en que la realpolitik triunfa. Resulta evidente que las atrocidades cometidas en Ucrania por el r¨¦gimen de Vlad¨ªmir Putin est¨¢n mal, pero no conviene deducir de ello que exista un gran fundamento ¨¦tico (la b¨²squeda del bien) en la reacci¨®n de lo que llamamos Occidente. Por el momento no hay m¨¢s que puro pragmatismo empapado en miedo.
Es l¨®gico que Estados Unidos y, sobre todo, la Uni¨®n Europea se alarmen ante la invasi¨®n de Ucrania. Y es l¨®gica la inflamaci¨®n ret¨®rica. Esto ocurre en Europa, est¨¢ disparando los precios de la energ¨ªa, desplaza por el continente millones de refugiados, puede provocar una gran crisis alimentaria y hay amenazas nucleares de por medio. Incluso los intereses electorales aconsejan la firmeza verbal y las sanciones contra Rusia: la famosa ley del ¡°kil¨®metro sentimental¡± (nuestro inter¨¦s por los dem¨¢s es mayor cuanto m¨¢s cerca est¨¢n) y el ¡°son como nosotros¡± han despertado grandes movimientos de solidaridad con los ucranios.
Aplicamos sanciones, s¨ª. Veremos si sirven de mucho. No han resultado util¨ªsimas en Cuba, Venezuela o Ir¨¢n, salvo para empobrecer a la poblaci¨®n civil. Lo que ha quedado claro de momento es que, por exigencias de la realpolitik, nadie va a hacer el menor gesto b¨¦lico: se trata de evitar ¡°provocaciones¡± que puedan desatar la ira rusa, sea convencional, cibern¨¦tica o nuclear, m¨¢s all¨¢ de las fronteras ucranias. Y seguimos comprando su gas.
No vale la pena, por tanto, malgastar el tiempo en moralinas. No estamos contra la guerra en general, sino contra esta, porque nos afecta. En Yemen, donde Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n libran su en¨¦sima guerra por delegaci¨®n, han muerto ya seg¨²n la ONU casi 400.000 personas, por las bombas o por el hambre, y la mayor¨ªa de esas personas son ni?os menores de cinco a?os. Eso nos da igual. Ni siquiera hablamos de ello. De Siria, un poco m¨¢s. S¨®lo un poco. Y ya casi no recordamos la bochornosa fuga de Afganist¨¢n, donde las mujeres vuelven al encierro y la brutalidad es cosa cotidiana.
Es probable que una Ucrania devastada acabe ganando esta guerra, por m¨¢s batallas que gane Rusia y por m¨¢s destrozos que cause: el objetivo inicial de Putin, la victoria f¨¢cil y la aclamaci¨®n a los invasores por parte de los invadidos, ya ha fracasado. Cuesta imaginar cu¨¢l es ahora el objetivo, m¨¢s all¨¢ de exacerbar el patriotismo ruso a base de ca?onazos y mentiras para evitar una crisis pol¨ªtica en Mosc¨². A largo plazo, no parece un buen plan. Tambi¨¦n es verdad que a largo plazo la opini¨®n p¨²blica occidental estar¨¢ saturada de horrores e ir¨¢ distray¨¦ndose con otras cosas. Salvo extensi¨®n del conflicto, evidentemente.
La realpolitik condujo a Alemania a depender del gas ruso y a arriesgarse a cualquier chantaje. Es probable que el Gobierno espa?ol considere una inteligente realpolitik su hist¨®rica genuflexi¨®n ante el Gobierno de Marruecos en la cuesti¨®n del S¨¢hara. Caben muchas dudas. Ceder ante el chantaje s¨®lo puede ser considerado realista si uno desea seguir siendo chantajeado.
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