Luigi Ferrajoli, el padre de la ¡®Constituci¨®n¡¯ global que quiere prohibir la guerra
El fil¨®sofo latino del derecho m¨¢s influyente del ¨²ltimo medio siglo propone una Carta Magna mundial
Luigi Ferrajoli quiere prohibir la guerra. Personalmente, el fil¨®sofo del derecho m¨¢s citado en el mundo progresista latino del ¨²ltimo medio siglo, no tiene ninguna esperanza: desconf¨ªa del gobierno de los hombres tanto como de su optimismo antropol¨®gico, ya sea el buen salvaje ¡ªRousseau¡ª o las varias versiones del hombre nuevo ¡ª?Marx¡ª. Metodol¨®gicamente, sin embargo, es optimista. A sus 81 a?os, sigue confiando en el gobierno de las leyes y su nuevo libro, Por una Constituci¨®n de la Tierra (Trotta, 2022), es el ¨²ltimo ejemplo de esa confianza ejemplar. No es una obra ut¨®pica, al contrario: el futuro de la humanidad, nos dice este rea?lista ilustrado, depende de su capacidad para defenderse de s¨ª misma. Y una Constituci¨®n global es la mejor defensa.
Hace dos a?os, al presentarse en Roma, el proyecto de una Constituci¨®n global que vincule a los 196 Estados soberanos pudo sonar irrealizable, justo cuando los pa¨ªses empezaban a confinarse frente a un virus rampante; ahora, m¨¢s de dos meses despu¨¦s de que la guerra de Rusia contra Ucrania haya devuelto la amenaza nuclear al coraz¨®n de Europa, suena directamente inveros¨ªmil. ?No es cualquier Constituci¨®n una de esas ¡°barreras de pergamino¡±, en palabras de James Madison, padre de la Ley Fundamental de EE UU, in¨²tiles para detener la destrucci¨®n y la muerte que la guerra soberana impone? El pragm¨¢tico de guardia debe recordar en todo caso que incluso Putin tuvo que cambiar la Constituci¨®n en Rusia para mantenerse al mando¡
M¨¢s all¨¢ de la ruleta rusa, la experiencia de Ferrajoli encarna las posibilidades de las Constituciones de cambiar la realidad. Nacido en Florencia en 1940, hijo de un microbi¨®logo que dirigi¨® un hospital militar durante la II Guerra Mundial y un ama de casa ¡ª¡±era otra intelectual, pero sin trabajo¡±¡ª, se licenci¨® en Derecho en 1962 y se hizo juez en 1965. ¡°Los jueces de mi generaci¨®n no se tomaban en serio las Constituciones, que hasta los a?os cincuenta eran consideradas una especie de norma pol¨ªtica, program¨¢tica y no inmediatamente vinculante¡±, dice por videollamada el tambi¨¦n autor de Constitucionalismo m¨¢s all¨¢ del Estado (Trotta).
Hasta la segunda posguerra, ¡°la vieja magistratura ignoraba la Constituci¨®n¡±, coincide su traductor al espa?ol, Perfecto Andr¨¦s Ib¨¢?ez, exmagistrado del Tribunal Supremo. Los tiempos han cambiado. ¡°Las Constituciones han funcionado en nuestros Estados: un ciudadano puede acudir al juez cuando ha sido detenido ilegalmente¡±, se?ala Ram¨®n S¨¢ez, magistrado del Tribunal Constitucional, quien atribuye a Ferrajoli el m¨¦rito de haber defendido, de forma incansable y brillante, una concepci¨®n ¡°r¨ªgida¡± de las Constituciones que hoy permea el trabajo de jueces, fiscales y abogados.
Ferrajoli abandon¨® la judicatura en 1975. Y se dedic¨® a la docencia y la investigaci¨®n desde su c¨¢tedra en Italia. En 1981, decidi¨® entregarse dos a?os a sistematizar su teor¨ªa del garantismo penal; la acab¨® ocho a?os despu¨¦s, y su proyecci¨®n internacional empez¨® a calar en Espa?a y Latinoam¨¦rica. Las paradigm¨¢ticas y deslumbrantes 1.000 p¨¢ginas de Derecho y raz¨®n (Trotta) suman 13 ediciones en espa?ol, pero quiz¨¢ la mejor medida de su influencia radique en las ediciones pirata que han circulado en Am¨¦rica Latina, incluido Brasil. Su otra gran obra, inabordable para el lector profano, Principia iuris (2007), axiomatiza su Teor¨ªa del derecho y de la democracia en tres vol¨²menes.
El propio Ferrajoli se ha ¡°divertido¡± firmando, seg¨²n Andr¨¦s Ib¨¢?ez, algunas de esas ediciones fotocopiadas, en Colombia y Costa Rica, sobre todo. Su actual editor de Trotta, Ignacio Sierra, recuerda haberse cruzado con ¡°copias piratas¡± en ¡°puestos callejeros¡± de Ciudad de M¨¦xico. Sin embargo, su influencia en Europa del norte es mucho menor. ¡°S¨ª, parad¨®jicamente ha sucedido esto¡±, dice Ferrajoli desde Roma. ¡°Yo dir¨ªa que a lo mejor en Europa se est¨¢ imponiendo una cultura jur¨ªdica de tipo realista, en el sentido vulgar del t¨¦rmino¡±, explica.
Y precisa la vulgaridad. ¡°Todo esto est¨¢ un poco ligado a la creciente hegemon¨ªa cultural estadounidense¡±, aclara, donde el sistema de Common Law transmite ¡°una concepci¨®n del derecho mucho m¨¢s descriptiva, que tiene que ver con el derecho como sucede y no con como deber ser¡±. El ¡°deber ser¡± es lo que distingue a las constituciones r¨ªgidas. ¡°En Am¨¦rica Latina, despu¨¦s de la ca¨ªda de las dictaduras, las constituciones r¨ªgidas han dibujado un horizonte cr¨ªtico, de transformaciones, que deber¨ªa estar presente tambi¨¦n entre nosotros¡±, dice.
La propuesta constitucional de Ferrajoli ¨Cdeudora de Kant y Hans Kelsen¡ªes prescriptiva. La forma pol¨ªtica deber¨ªa ser una ¡°federaci¨®n mundial¡±, manteniendo los Estados, pero obligados por una convivencia pac¨ªfica como la de las regiones en el interior de los Estados. Para ello, se trata de completar ¡°el dise?o de la Carta de la ONU¡±, un legado ¡°precioso¡± de la posguerra, seg¨²n Ferrajoli, pero que necesita desarrollarse por el lado de las garant¨ªas. ¡°No basta con proclamar la paz si no se garantiza a trav¨¦s de la supresi¨®n de los ej¨¦rcitos y de las armas¡±, dice.
El v¨ªnculo entre derechos y garant¨ªas, que vincula derecho y democracia, es quiz¨¢ la gran idea fuerza de Ferrajoli. El derecho a la vida carece de contenido si no lo garantiza la prohibici¨®n del asesinato en el C¨®digo Penal. Y lo mismo el derecho a la educaci¨®n, sin una escuela p¨²blica que garantice el acceso a todos. La propuesta de Constituci¨®n de la Tierra quiere elevar esa exigencia de garant¨ªas a escala mundial.
Las guerras se hacen con las armas y con las ideas. ¡°La de Putin se explica por la existencia a¨²n de las armas nucleares y por la l¨®gica schmittiana de la pol¨ªtica entre el amigo y el enemigo¡±, dice Ferrajoli desde Roma, refiri¨¦ndose a Carl Schmitt, te¨®rico alem¨¢n, entre otras cosas, de la justificaci¨®n jur¨ªdica del nazismo. Schmitt concibe la Ley Fundamental como expresi¨®n de la identidad y la voluntad de un pueblo. Diametralmente opuesta es la concepci¨®n de Ferrajoli: la Constituci¨®n ¡°como un pacto de convivencia pac¨ªfica entre diferentes¡±, ¡°como sistema de l¨ªmites y v¨ªnculos r¨ªgidamente impuestos a todos los poderes¡±, incluida la soberan¨ªa de Putin. Frente a la guerra, ambas concepciones suponen horizontes radicalmente opuestos: una inevitable ¡°guerra civil mundial¡± (Schmitt) o una ¡°pol¨ªtica interior mundial¡± (Habermas a trav¨¦s de Ferrajoli) que trate de evitarla.
Las tres ¡°almas¡± que su traductor Andr¨¦s Iba?ez distingue en Ferrajoli ¡ªla de juez, la de estudioso y la de militante cosmopolita¡ª est¨¢n en su ¨²ltimo libro. En ¨¦l, despu¨¦s de argumentar por qu¨¦ la humanidad necesita dotar de garant¨ªas a los derechos fundamentales y de l¨ªmites a todos los poderes y peligros que la globalizaci¨®n ha catapultado ¡ªlas epidemias, el cambio clim¨¢tico, las migraciones, la guerra nuclear, los mercados salvajes¡ª, incluye un borrador de 100 art¨ªculos de la Constituci¨®n de la Tierra. Es urgente, es necesario y es posible: ¡°S¨®lo un constitucionalismo global puede asegurar la supervivencia de la humanidad¡±, escribe.
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