Haciendo la pelota al emir de Qatar
Digo yo que habr¨¢ un t¨¦rmino medio entre el pragmatismo pol¨ªtico y ponerle a este se?or m¨¢s medallas que a la etiqueta de un verm¨²
El otro d¨ªa nos enteramos de que Google mira a cada espa?ol una media de 426 veces al d¨ªa a ver qu¨¦ hacemos. Te mira m¨¢s que tu madre, es un algoritmo helic¨®ptero, como se llama en el argot de los columpios a los padres que sobrevuelan constantemente a sus hijos. De hecho, Google, Facebook y otras compa?¨ªas que nos esp¨ªan saben c¨®mo nos portamos. Mal, supongo. Nos tratan como a adolescentes bajo control parental. Curioseando en tu m¨®vil, te conocen m¨¢s que t¨² mismo. Si miras tu historial de navegaci¨®n en internet, siempre te sorprendes, piensas que alguien ajeno se har¨ªa una idea equivocada de ti, cuando eres t¨² el que suele estar equivocado respecto a ti mismo, porque te enga?as mejor. Nos idealizamos, pero el algoritmo cotilla nos tiene calados. Sabe qu¨¦ cocinas, d¨®nde vas de vacaciones o tus gustos en porno. Un experto en datos me cont¨® que en las rutinas de desplazamiento que delata el m¨®vil de una persona suele haber una l¨ªnea maestra, la que marca el trayecto entre casa y trabajo, pero si aparece un tercer punto y empieza a formarse un tri¨¢ngulo, la cosa est¨¢ clara: te has echado amante. Entonces, imagino, te empezar¨¢n a llegar mensajes para recomendarte vitaminas, gimnasios y quiz¨¢ un abogado. Yo disfruto intentando marear a los algoritmos, haciendo cosas raras, pero es como jugar al ajedrez con Deep Blue. Meto en Spotify canciones majaras, pero aun as¨ª el desgraciado a veces acierta justo con lo que te apetece o¨ªr. Me gusta, pero me fastidia que lo adivine.
Hay juegos mejores, m¨¢s adultos, porque luego venden estos datos a empresas y hacen virguer¨ªas. Por ejemplo, vas a una manifestaci¨®n y te fichan en un paquete de gente con la etiqueta ¡°Tipo que protesta si un polic¨ªa mata a un negro de una paliza¡±, como sucedi¨® en Estados Unidos con las movilizaciones del Black Lives Matter. Esto en una democracia. En China est¨¢n dando grandes pasos en este campo. La provincia de Xinjiang, donde se machaca a la minor¨ªa musulmana uigur y casi hay m¨¢s campos de reeducaci¨®n que guarder¨ªas, es un prodigio de persecuci¨®n creativa. Millones de personas tienen una especie de Pegasus ya instalado de serie, distinguen a cualquiera en la multitud con las c¨¢maras de reconocimiento facial y, si acumulas puntos por ver, leer u o¨ªr cosas sospechosas, la polic¨ªa te puede parar en plan precrimen, porque imaginan que algo vas a hacer. Son estos portentos del capitalismo con sorpresa con los que nos relacionamos de forma tan entregada.
Viendo c¨®mo le han hecho la pelota esta semana al emir de Qatar, nadie dir¨ªa que es un pa¨ªs donde esclavizan a los inmigrantes, discriminan a las mujeres y te pueden caer siete a?os de c¨¢rcel por relaciones homosexuales, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional. Ve¨ªas a los que m¨¢s mandan de este pa¨ªs, tan nerviosos de esmoquin, y parec¨ªa que estaban en una entrevista de trabajo, daba un poco de cosa. Ya, tambi¨¦n llegamos a creer que saldr¨ªamos mejores despu¨¦s de descubrir c¨®mo es Putin de verdad y que lo ideal a partir de ahora ser¨ªa no relacionarse con pa¨ªses donde uno no vivir¨ªa ni loco. Digo yo que habr¨¢ un t¨¦rmino medio entre el pragmatismo pol¨ªtico y ponerle a este se?or m¨¢s medallas que a la etiqueta de un verm¨². El alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, lleg¨® a decir que Espa?a y Qatar son ¡°los argumentos definitivos contra los que creen que las monarqu¨ªas son cosas del pasado¡±. La verdad es que con defensores de la Monarqu¨ªa como estos, no le hacen falta enemigos.
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