Los toros hablan
La lidia ofrece tantas fases, lances y matices que ha dado para multitud de locuciones expresivas
La precisi¨®n l¨¦xica que acumul¨® la lidia durante siglos no parece haber llegado a algunos narradores de los encierros de San Ferm¨ªn, que hablan cada d¨ªa de los ¡°heridos por asta de toro¡± (claro: no va a ser por asta de bandera); o que anuncian que ya se va a ¡°escuchar¡± el cohete que da salida a las reses (quiz¨¢s porque aprecian las armonizaciones y las distintas tonalidades del estallido); o que se refieren a ese ejemplar casta?o ¡°que lidera la manada¡± (liderar: verbo perezoso que ahoga opciones m¨¢s precisas para cada ocasi¨®n, como ¡°encabezar¡±, ¡°dirigir¡±, ¡°presidir¡±, ¡°acaudillar¡±, ¡°pilotar¡±, abanderar¡±, ¡°comandar¡±, ¡°capitanear¡±, ¡°arrastrar¡±¡).
La lidia lleva mal camino, por culpa principal de sus propios empresarios y ganaderos. Y tambi¨¦n por la evoluci¨®n de una sociedad que empieza a repudiar mayoritariamente el maltrato a los animales. El etn¨®grafo Joaqu¨ªn D¨ªaz auguraba en 2015, preguntado al respecto por EL PA?S: ¡°Yo creo que se acabar¨¢ indultando al animal y manteniendo la fiesta. Es decir, se establecer¨¢ un simple juego sin matar al toro¡±.
Lo que s¨ª sobrevive de momento es el rico l¨¦xico taurino que ha saltado las barreras del ruedo para incrustarse en el lenguaje culto com¨²n. En algunas expresiones ese rastro se ha perdido (sobre todo para muchos j¨®venes), hasta el punto de que su procesamiento cognitivo no evoca ya el albero. Hablamos de alguien que usa muletillas, que adem¨¢s cambia de tercio a cada rato, y a quien ayer le hicieron una faena, y respecto al cual debemos estar al quite porque cree que sufre una operaci¨®n de acoso y derribo cuando en realidad todo es nada m¨¢s que un brindis al sol (acortamiento de ¡°brindis al tendido de sol¡±).
Quien se evade de un problema da una larga cambiada; el que resuelve deprisa hace una faena de ali?o; un problema est¨¢ ¡°afeitado¡± si se limaron sus asperezas como se manipulan los cuernos para que causen menos da?o; alguien que act¨²a sin trampas va a cuerpo limpio (sin espada), y siempre hay quien busca que le pongan a alguien en suerte (hoy en d¨ªa con una buena comisi¨®n, claro).
Por el contrario, quedar¨¢ patente el origen taur¨®maco de la imagen si contamos que una persona ha recibido muchas puyas (en sentido metaf¨®rico, claro) y debemos echarle un capote, porque si no va a quedar para el arrastre, ya que es muy de entrar al trapo. Y la referencia se vuelve obvia cuando en la met¨¢fora aparecen t¨¦rminos espec¨ªficos: ¡°Ver los toros desde la barrera¡±, ¡°coger el toro por los cuernos¡±, ¡°a toro pasado todos somos Manolete¡±, ¡°hasta el rabo todo es toro¡±, ¡°sali¨® por la puerta grande¡±, ¡°lleno hasta la bandera¡±, ¡°desecho de tienta¡±, ¡°se refugi¨® en tablas¡±, ¡°eso le dio la puntilla¡±, ¡°es un primer espada de la pol¨ªtica¡±.
Tambi¨¦n hallamos expresiones m¨¢s eruditas, como ¡°se la clav¨® hasta los gavilanes¡± (por las dos cabezas de ave que adornaban la cruz de la espada) o ¡°se fue con media en las agujas¡± (cabizbajo, en alusi¨®n a esa estocada que humilla pero no mata).
La lidia ofrece tantas fases, lances y matices que ha dado para multitud de locuciones expresivas, como han estudiado Carlos Abella (?Derecho al toro! El lenguaje taurino y su influencia en lo cotidiano. 1996) o Andr¨¦s Amor¨®s (Lenguaje taurino y sociedad. 1990). Ninguno de ellos habr¨ªa escrito ¡°sufri¨® una herida por asta de toro¡±, sino ¡°sufri¨® una cornada¡±. Como las que da la realidad.
Ojal¨¢ en el futuro sea posible, conforme se?alaba Joaqu¨ªn D¨ªaz, una nueva fiesta taurina sin la muerte del animal (con recortadores, garrochistas, toreo de capote¡), para que su lenguaje siga refrescando las im¨¢genes y met¨¢foras que representan tan fielmente lo que nos pasa en la vida.
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