El retorno de Malthus
La sociedad a¨²n no ha asumido que hinchar el PIB bas¨¢ndose en una ¨²nica medida, el dinero, acarrea contrapartidas
En tiempos de pesimismo colectivo, es casi reconfortante leer a los patriarcas intelectuales del asunto. Arthur Schopenhauer, por ejemplo, rey de los fil¨®sofos cenizos. Tomemos una de sus frases casi al azar: ¡°Cada desgracia separada, tal como se presenta, parece, sin duda, ser algo excepcional, pero la desgracia en general es la regla¡±. Esa frase encajar¨ªa perfectamente en las facturas del gas y en muchos otros lugares.
A¨²n m¨¢s interesante resulta Thomas Malthus, un economista y dem¨®grafo brit¨¢nico que muchos consideran desacreditado. Vivi¨® entre el siglo XVIII y el siglo XIX, y su idea m¨¢s c¨¦lebre, simplificada, consist¨ªa en lo siguiente: la poblaci¨®n humana crece m¨¢s r¨¢pidamente que su capacidad para producir alimentos. Dicho en sus propias palabras: ¡°El poder de la poblaci¨®n es indefinidamente m¨¢s grande que el poder de la tierra para garantizar la subsistencia del hombre¡±.
Como la tecnolog¨ªa ha permitido producir alimentos suficientes para 8.000 millones de personas (otra cosa es que no se distribuyan correctamente y que gran parte de esos alimentos se desaprovechen en la parte rica del planeta), suele concluirse que Malthus, un reaccionario cegado por su fanatismo religioso y enemigo del progreso, se equivoc¨® por completo.
El caso es que Emmanuel Macron, presidente de Francia, pronunci¨® hace poco m¨¢s de una semana un discurso que Malthus habr¨ªa suscrito con una sonrisa victoriosa. Macron proclam¨® ¡°el fin de la abundancia¡±. No se refer¨ªa en concreto a los alimentos, aunque los dos bienes escasos que mencion¨® de forma expl¨ªcita, la energ¨ªa y el agua, tienen mucho que ver con la comida. Y con casi todo.
Malthus representaba lo contrario al optimismo capitalista. Pero, pese al supuesto descr¨¦dito, nunca lleg¨® a perder vigencia. El Club de Roma, una entidad privada, encarg¨® al Massachusetts Institute of Technology un informe sobre las perspectivas a largo plazo de la humanidad. El informe se public¨® en 1972 (hace exactamente 50 a?os, antes de la primera crisis del petr¨®leo) y se titul¨® Los l¨ªmites del crecimiento. Inclu¨ªa una proyecci¨®n del cambio clim¨¢tico a causa de las emisiones de di¨®xido de carbono a la atm¨®sfera que se ha cumplido casi exactamente, salvo en alg¨²n caso en que se quedaba corta.
Los l¨ªmites del crecimiento, y las teor¨ªas econ¨®micas del decrecimiento o el acrecimiento, ser¨¢n asuntos de debate p¨²blico en los pr¨®ximos a?os. Ya lo son, pero de forma modesta. La sociedad a¨²n no ha asumido que hinchar el producto interior bruto y mejorar la renta per capita bas¨¢ndose en una ¨²nica unidad de medida, el dinero, y en un ¨²nico objetivo, la capacidad de consumo, acarrea contrapartidas. Clim¨¢ticas, sociales, pol¨ªticas y tambi¨¦n econ¨®micas.
Poco a poco vamos haci¨¦ndonos a la idea. Volviendo a Malthus, lo que m¨¢s preocupaba al pesimista brit¨¢nico era el aumento descontrolado de la poblaci¨®n durante la revoluci¨®n industrial. Lo que quiz¨¢ nos preocupe a nosotros en un futuro relativamente cercano, y ahora quiz¨¢ desbordo en pesimismo al propio Malthus, sea c¨®mo mantener a miles de millones de ancianos con una renta planetaria m¨¢s limitada.
Creo que la eutanasia activa, en su sentido m¨¢s cafre, se abrir¨¢ camino. Disculpen el des¨¢nimo, ser¨¢ el bajonazo del final de vacaciones.
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