S¨ªndrome del empobrecimiento
Habr¨¢ problemas pol¨ªticos y sociales si se dan respuestas con el est¨®mago
Pegue la hebra en cualquier gran superficie de alimentaci¨®n o en una peque?a tienda de ultramarinos. Azuce los o¨ªdos: menos consumo, marcas blancas, continuas quejas por los nuevos precios (en algunos casos, tan solo respecto a los de la semana pasada) e incluso discusiones sobre el peso aut¨¦ntico de lo comprado (le¨ªdo en uno de esos espacios: ¡°Debido a circunstancias ajenas a la empresa, queda prohibido introducir b¨¢sculas al interior del supermercado. Ya lo pesamos nosotros por ti¡±), etc¨¦tera. Contin¨²e escuchando: estas compras sustituir¨¢n a otras; nada de ropa nueva, ni de productos cosm¨¦ticos, ni de electr¨®nica¡ El presupuesto familiar no da para m¨¢s. Mientras tanto, los endeudados ven subir el coste de sus hipotecas y dem¨¢s cr¨¦ditos (dos incrementos casi seguidos del precio del dinero por parte del Banco Central Europeo), y los ahorradores, mirando inquietos la p¨¦rdida de valor de su dinero y la ca¨ªda, d¨ªa tras d¨ªa, de las Bolsas de valores. Ejemplos del s¨ªndrome del empobrecimiento que ha penetrado como un chorr¨®n de agua fr¨ªa en la sociedad espa?ola.
Adquirir hoy un autom¨®vil nuevo significa esperar, como media, de seis meses a un a?o a que lo entreguen. Faltan distintos componentes, no solo los semiconductores de Taiw¨¢n. Est¨¢ fallando la cadena de abastecimiento, lo que sucede al menos desde hace dos a?os. No es un problema puntual ni solo un asunto de precios. Espa?a, como el resto de los pa¨ªses europeos, no dispone de cientos de productos de utilizaci¨®n cotidiana. Nos dimos cuenta de ello durante la pandemia, cuando se descubri¨® que no hab¨ªa ni mascarillas para todos ni suficientes respiradores para los enfermos. La cuesti¨®n es si se ha ido demasiado lejos en la deslocalizaci¨®n de empresas durante las ¨²ltimas d¨¦cadas: el traslado de muchas de esas empresas a pa¨ªses lejanos que han presentado condiciones m¨¢s favorables o porque los costes laborales eran m¨¢s bajos, o porque las jornadas de trabajo eran m¨¢s largas, o porque la regulaci¨®n ambiental era m¨¢s laxa, o por la existencia de facilidades de producci¨®n ¡ªenerg¨¦ticas, fiscales, de seguridad¡¡ª de las que no se dispone aqu¨ª. Ello gener¨® fragilidad en el seno de las sociedades. Una mayor¨ªa de los bienes que se producen, o de los servicios que se prestan, lo hacen en pocos lugares y a distancias de los mercados europeos.
La deslocalizaci¨®n es un concepto muy ligado a la globalizaci¨®n. La historia muestra c¨®mo en periodos de dificultades econ¨®micas (las guerras del petr¨®leo, la Gran Recesi¨®n¡) o de conflictos b¨¦licos (ahora Ucrania), las sociedades se ensimisman, disminuye la integraci¨®n y aumenta el nacionalismo econ¨®mico. El historiador E. H. Carr public¨® en los a?os treinta su cl¨¢sico La crisis de los veinte a?os 1919-1939 (editorial Catarata), en el que analiza ese gran par¨¦ntesis de dos d¨¦cadas que supusieron las guerras mundiales y en medio de ellas la Gran Depresi¨®n, que fue un parteaguas entre dos oleadas de globalizaci¨®n.
Es muy dif¨ªcil en estas circunstancias hacer pol¨ªticas econ¨®micas ortodoxas. Para gobiernos de uno u otro signo. Por ello se habl¨® tanto, en el debate del martes pasado en el Senado, de la extensa niebla de la incertidumbre y de las medidas de excepci¨®n sobre el libre funcionamiento del mercado. Tanto por parte del presidente del Ejecutivo como por la de N¨²?ez Feij¨®o. La diferencia estaba solo en el grado. La intervenci¨®n se ha convertido en la norma ¡°contra el obsceno guion neoliberal¡± de la anterior crisis, como dijo Pedro S¨¢nchez. El secretario general del Partido Democr¨¢tico italiano, Enrico Letta, que se enfrenta a unas elecciones legislativas en dos semanas, opina que, si la extrema derecha gana en Italia, Europa se contagiar¨¢ porque ser¨¢ ¡°el signo de una respuesta a la crisis vivida de la pandemia y de la guerra. Una respuesta de est¨®mago y de ruptura del equilibrio. Una respuesta antieuropea¡± (EL Pa¨ªs, 4 de septiembre).
Ahora hay un conflicto b¨¦lico cuyas consecuencias econ¨®micas para Europa se han puesto en primer plano. Hay momentos en que parece haber entrado en un callej¨®n sin salida. Atenci¨®n a las consecuencias no previstas.
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