Ni aprendemos ni olvidamos
El recurso a la inviolabilidad del monarca no s¨®lo es indigno y falaz: nos mancha a todos
Parece que nunca es buen momento para hablar de estas cosas. Cuando hay tormenta, por no agravarla. Cuando hay calma, por no estropearla. Es lo que hacen las v¨ªctimas de los maltratadores cuando no se atreven a denunciar: callar y resistir. Como lo de callar y resistir nunca es buena soluci¨®n, hay que denunciar. Habl¨¢bamos de maltratadores. Hablemos ahora de la monarqu¨ªa espa?ola, que tantos disgustos nos ha dado en los ¨²ltimos a?os. Y, pens¨¢ndolo bien, en los a?os anteriores a los ¨²ltimos.
Existe un cierto consenso en torno a Felipe VI: pocos dudan de que este rey es mejor que su padre. De momento, a m¨ª tambi¨¦n me lo parece. No me ha llegado noticia de que ande por ah¨ª trincando comisiones, ni de que los servicios secretos tengan que gastar millones del contribuyente para protegerle de s¨ª mismo.
Ahora bien, recu¨¦rdese el juancarlismo de hace unas d¨¦cadas. Pens¨¢bamos que a Juan Carlos I se le pod¨ªa perdonar todo porque, en fin, salvo el detalle de haber sido nombrado por el caudillo Francisco Franco, aquel rey hac¨ªa bien las cosas. Mientras permanezcan en secreto tantos documentos de la Transici¨®n y del 23-F, y temo que el secreto dure a¨²n muchos a?os, yo ya no estoy seguro de que hiciera algo bien. Necesitar¨ªamos desbrozar much¨ªsima propaganda y conocer de verdad los hechos.
A algunos nos ha abochornado lo que hemos ido conociendo sobre el ahora em¨¦rito. Dejemos de lado se?oras vivas, elefantes muertos y dem¨¢s cuestiones de ocio real. El cobro de comisiones, la acumulaci¨®n de dinero en para¨ªsos fiscales y el fraude a Hacienda constituyen acciones delictivas e indignas de un jefe del Estado. Eso es culpa de ¨¦l y de quienes cooperaron en la comisi¨®n de las fechor¨ªas. El recurso a la inviolabilidad del monarca no s¨®lo es indigno y falaz: nos mancha a todos.
La Constituci¨®n es clara. En su art¨ªculo 64, apartado 1, dice que los actos del rey ¡°ser¨¢n refrendados por el presidente del Gobierno¡±, los ministros competentes y, en el caso de formaci¨®n de gobierno o disoluci¨®n de las Cortes, por el presidente del Congreso. El apartado 2: ¡°De los actos del Rey ser¨¢n responsables las personas que los refrenden¡±. Pero aqu¨ª nadie es responsable de nada.
Los art¨ªculos constitucionales referentes a la inviolabilidad siguen siendo los mismos, a pesar de lo que ha pasado. Tambi¨¦n sigue vigente la norma seg¨²n la cual los varones tienen preferencia sobre las hembras para heredar la Corona. Sin esa preferencia (art¨ªculo 57, 1) hoy tendr¨ªamos a la reina Elena. O ya un presidente (o presidenta) de la Rep¨²blica: para qu¨¦ ponerse en lo peor.
Nada se cambia. Nada se toca. El nuevo rey no parece haber hecho ninguna sugerencia en tal sentido. Tal vez la instituci¨®n mon¨¢rquica sea tan fr¨¢gil que no soporte siquiera el debate inevitable en cualquier reforma. Aquello que permiti¨® a Juan Carlos I hacer lo que hizo, y lo que hace, sigue vigente. El desastre puede volver a ocurrir.
De los Borbones suele decirse aquello de que ¡°ni aprenden ni olvidan¡±. Eso, la verdad, tambi¨¦n puede decirse de los espa?oles. No olvidamos, pero tampoco aprendemos. Quiz¨¢, por desgracia, esa familia est¨¦ hecha a nuestra medida.
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