La nueva maquinaria del negacionismo: ideas, dinero y acad¨¦micos para aplazar la lucha por el clima
Las evidencias cient¨ªficas han hecho retroceder a los que rechazan la crisis clim¨¢tica. Ya no niegan que exista, sino que sea tan urgente frenarla. Hay incluso universidades que, financiadas por industrias t¨®xicas, contribuyen a ese discurso
El 8 de abril de 2021, Jos¨¦ Francisco Contreras Pel¨¢ez, diputado de Vox, tom¨® la palabra durante una sesi¨®n de la Comisi¨®n de Transici¨®n Ecol¨®gica y Reto Demogr¨¢fico del Congreso de los Diputados. Portavoz del partido de extrema derecha en esa comisi¨®n con competencia legislativa plena, Contreras iba a explicar por qu¨¦ Vox era la ¨²nica formaci¨®n que hab¨ªa presentado una enmienda a la totalidad de la Ley de Cambio Clim¨¢tico y Transici¨®n Energ¨¦tica, aprobada poco despu¨¦s.
Con voz grave y cadencia pausada, Contreras dijo que ¡°la idea de la emergencia clim¨¢tica¡± era una ¡°paranoia en la que ha ca¨ªdo gran parte de la sociedad occidental y sin ning¨²n fundamento cient¨ªfico¡±. No neg¨® la existencia del calentamiento global, pero s¨ª que ¨¦ste fuera una cuesti¨®n urgente, lo que constituye una premisa contraria al consenso cient¨ªfico y ciudadano. Entonces Contreras hilvan¨® un discurso que sintetiza las principales estrategias argumentales de quienes buscan obstruir la transici¨®n energ¨¦tica.
¡°El Estado no es omnisciente, no sabe qu¨¦ tecnolog¨ªas a finales del siglo XXI ser¨¢n capaces de compatibilizar mejor la sostenibilidad econ¨®mica con la ecol¨®gica¡±, asever¨® Contreras, evocando una de las principales tesis de la maquinaria de la postergaci¨®n: que alguna innovaci¨®n cient¨ªfica, de la que no se tiene noticia a¨²n, nos salvar¨¢ de la actual degradaci¨®n del planeta y, por tanto, podemos seguir quemando combustibles f¨®siles y emitiendo gases de efecto invernadero.
Contreras enumer¨® posteriormente una serie de indicadores econ¨®micos negativos (reducci¨®n del crecimiento, aumento de la deuda p¨²blica) que se materializar¨ªan, seg¨²n ¨¦l, si la Uni¨®n Europea cortara las emisiones. No cit¨®, sin embargo, los miles de millones de euros en p¨¦rdidas globales causados por incendios, olas de calor, inundaciones y sequ¨ªas, entre otros eventos clim¨¢ticos extremos cuya intensidad y frecuencia el calentamiento global exacerba, seg¨²n los cient¨ªficos.
Contreras, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho por la Universidad de Sevilla, lleg¨® a decir que, si ¡°se calienta un poquito el planeta, para empezar, reducir¨¢ muertes por fr¨ªo¡±. Hubo entonces un murmullo entre los asistentes, pero no impidi¨® al diputado seguir con su argumentaci¨®n y aseverar que un aumento de los niveles de mares y oc¨¦anos ¡ªuna consecuencia del deshielo provocado por el calentamiento¡ª no tendr¨ªa consecuencias dram¨¢ticas pese a que estudios pronostican que este fen¨®meno amenaza a 300 millones de personas.
¡°Eso se soluciona con una cosa llamada dique¡±, dijo Contreras, que no contest¨® a las m¨²ltiples solicitudes de entrevista realizadas por este diario. La ¨²ltima frase de su intervenci¨®n aquel d¨ªa ¡ª¡±De ning¨²n modo es el fin del mundo. Sin embargo, ustedes est¨¢n reaccionando como si esto fuera un asteroide que se acerca hacia la Tierra y la va a destruir¡±¡ª bien podr¨ªa haberse inspirado en No mires arriba, si no fuera porque la pronunci¨® siete meses antes de que se estrenara la pel¨ªcula. Su trama gira en torno a la tragic¨®mica obcecaci¨®n de los gobernantes estadounidenses por ignorar las desesperadas alertas de dos cient¨ªficos ¡ªinterpretados por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence¡ª ante el inminente impacto contra la Tierra de un meteorito gigante.
Retardar en vez de negar
La postergaci¨®n o retardismo clim¨¢tico (climate delayism, en ingl¨¦s) es ¡°una estrategia coordinada y sistem¨¢tica para provocar preocupaci¨®n injustificadamente sobre un amplio espectro de acciones clim¨¢ticas, con el objetivo de ralentizar o suspender indefinidamente esas acciones¡±, escribi¨® recientemente John E. Fern¨¢ndez, director de la Iniciativa de Soluciones Medioambientales del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts y participante de una mesa redonda sobre el tema convocada por la Casa Blanca en febrero. El objetivo de la postergaci¨®n ¡°es mantenernos adictos a los combustibles f¨®siles por tanto tiempo como sea posible, permitiendo que empresas y quienes est¨¢n relacionados con ellas contin¨²en teniendo grandes beneficios econ¨®micos, aunque la civilizaci¨®n humana pague el precio¡±, explica por correo electr¨®nico Michael E. Mann, reconocido climat¨®logo, tambi¨¦n participante en la reuni¨®n de la Casa Blanca y autor del libro The new climate war. The fight to take back our planet (La nueva guerra clim¨¢tica: la lucha por recuperar nuestro planeta, 2021, sin publicar en espa?ol).
En Europa, el escepticismo clim¨¢tico o negacionismo ¡ªprecursor del retardismo¡ª siempre fue un concepto marginal en comparaci¨®n con su amplia influencia en Estados Unidos, donde tuvo el apoyo de amplios sectores del Partido Republicano. Pero la ret¨®rica de la postergaci¨®n, mucho m¨¢s permeable, podr¨ªa calar ahora entre clases socioecon¨®micas afectadas por la transici¨®n ecol¨®gica. Partidos de extrema derecha como Vox o Hermanos de Italia de Giorgia Meloni pueden desempe?ar un papel clave. Un estudio publicado en 2021 por investigadores de la Universidad de Oxford asegura que ¡°hay un v¨ªnculo entre la extrema derecha populista y el escepticismo clim¨¢tico¡±.
El contexto generado por la inflaci¨®n y la crisis energ¨¦tica, dos cuestiones acuciantes con gran potencial para relegar la lucha contra el cambio clim¨¢tico a un segundo plano, tambi¨¦n contribuyen a ello, y en Espa?a Vox ha comenzado a explotar ese flanco.
¡°En esta situaci¨®n en la que nos encontramos, quienes reciben la patada en el trasero de esa pol¨ªtica supuestamente verde, de esa pol¨ªtica de centrarse solo en unos tipos de energ¨ªa, son las familias espa?olas, la industria espa?ola¡±, lanz¨® el pasado 21 de septiembre el diputado de Vox Jos¨¦ Mar¨ªa Figaredo ?lvarez-Sala desde la tribuna del Congreso. Pidi¨® aumentar la producci¨®n de electricidad usando carb¨®n y petr¨®leo, reabrir centrales nucleares y derogar las leyes clim¨¢ticas. ¡°Pregunten a los espa?oles qu¨¦ prefieren: ?precios razonables de la energ¨ªa o a Greta Thunberg?¡±. Una semana antes, Santiago Abascal ya hab¨ªa exigido lo mismo al presidente Pedro S¨¢nchez durante una sesi¨®n plenaria en el Congreso. ¡°La ley clim¨¢tica es un suicidio para los espa?oles¡±, dijo el l¨ªder del partido ultra.
El acad¨¦mico William F. Lamb, del Mercator Research Institute on Global Commons and Climate Change de Berl¨ªn, analiz¨® los cimientos de la maquinaria de la postergaci¨®n diseccionando decenas de discursos de pol¨ªticos y empresas. En un estudio realizado con otros investigadores de Reino Unido, Alemania y Estados Unidos titulado Discursos de la postergaci¨®n clim¨¢tica, los acad¨¦micos categorizaron en cuatro grandes bloques las estrategias narrativas usadas para obstruir o postergar la lucha contra el cambio clim¨¢tico: 1) las que redireccionan la responsabilidad hacia otros (¡°China contamina m¨¢s que nosotros¡±, ¡°es el ciudadano quien debe reducir el consumo de gasolina, no las empresas dejar de extraer hidrocarburos¡±); 2) las que promueven soluciones no transformadoras (las tecnolog¨ªas que evocaba Contreras, aun cuando no hay suficientes evidencias de su eficacia o viabilidad econ¨®mica, como sucede con la captura de carbono, muy en boga); 3) las que enfatizan los inconvenientes de la transici¨®n energ¨¦tica (el coste econ¨®mico, la p¨¦rdida de empleos); 4) las que evocan un discurso derrotista (¡°es demasiado tarde, ya no se puede hacer nada¡±). Este ¨²ltimo punto es falso, seg¨²n el ¨²ltimo informe de evaluaci¨®n del IPCC, el panel de expertos sobre cambio clim¨¢tico de Naciones Unidas. En ¨¦l se insiste en que todav¨ªa hay margen para estabilizar a largo plazo las temperaturas por debajo de los 1,5 ¡ãC respecto a niveles preindustriales, uno de los objetivos centrales del Acuerdo de Par¨ªs.
Por tel¨¦fono, Lamb explica que estas estrategias ¡°no son nuevas, pero ahora han ganado mayor espacio en la prensa porque el negacionismo est¨¢ en declive¡±. ?l cree, como otros acad¨¦micos consultados, que la postergaci¨®n es la mutaci¨®n de la narrativa negacionista, cuyo auge se remonta a las d¨¦cadas de 1980 y 1990, cuando eclosionaba el movimiento ecologista global y se conclu¨ªan los primeros acuerdos internacionales de reducci¨®n de emisiones, como el Protocolo de Kioto. Los discursos han sido recalibrados para que suenen menos radicales y acient¨ªficos, pero los fundamentos, objetivos y estrategias siguen siendo los mismos: preservar los intereses del sector de los combustibles f¨®siles.
Financiar teor¨ªas alternativas
Filtraciones de documentos corporativos y estudios acad¨¦micos sobre los or¨ªgenes del negacionismo han revelado que multinacionales petroleras implementaron un minucioso plan para negar la existencia del cambio clim¨¢tico cuando percibieron que sus intereses se ver¨ªan afectados ante la necesidad de reducir las emisiones.
Una investigaci¨®n finalista del Premio Pulitzer 2016 mostr¨® por medio de documentos de Exxon que la petrolera estadounidense sab¨ªa desde finales de la d¨¦cada de 1970 que la quema de combustibles f¨®siles provocaba cambio clim¨¢tico y ello tendr¨ªa consecuencias nefastas para el planeta. La empresa lo neg¨® durante a?os por medio de campa?as publicitarias.
Pero el pilar que sostuvo la estrategia del negacionismo no fue la propaganda vehiculada desde las petroleras. Fue la producci¨®n de datos y teor¨ªas aparentemente independientes y cualificadas, pero en realidad partidistas y carentes de fundamentos cient¨ªficos, que pon¨ªan en tela de juicio los hallazgos cient¨ªficos. Para ese fin, Exxon y otras empresas del sector crearon o financiaron organizaciones que propagaban desinformaci¨®n, una t¨¢ctica que emulaba las estrategias empleadas previamente por la industria tabacalera para contrarrestar los estudios m¨¦dicos que probaban que el h¨¢bito de fumar causaba c¨¢ncer de pulm¨®n, seg¨²n un an¨¢lisis acad¨¦mico de 2020.
¡°Una fuente prol¨ªfica de desinformaci¨®n clim¨¢tica han sido think tanks conservadores y organizaciones focalizadas en la desregularizaci¨®n de los mercados. Han recibido muchos millones de las empresas de combustibles f¨®siles¡±, explica por correo electr¨®nico John Cook, uno de los mayores expertos en el an¨¢lisis y el combate de la propaganda clim¨¢tica. Estas entidades serv¨ªan a la patronal petrolera, dice Cook, para ¡°atacar de modo general a la ciencia clim¨¢tica, ya fuera el consenso cient¨ªfico, los modelos clim¨¢ticos o los datos sobre el clima, o a los propios cient¨ªficos¡±.
De todos esos objetivos, el m¨¢s importante de neutralizar era el consenso de la comunidad cient¨ªfica mundial respecto a que el calentamiento global se estaba produciendo y su origen era antropog¨¦nico (entre el 97% y el 99% de los estudios acad¨¦micos comparten hoy esas dos premisas). Hab¨ªa que sembrar dudas y confundir a la opini¨®n p¨²blica al respecto, para que quedaran invalidados o, cuando menos, cuestionados los hallazgos de la ciencia sobre las ra¨ªces del problema, la urgencia de ¨¦ste y sus soluciones. Despose¨ªdas de su valor f¨¢ctico, las conclusiones de la ciencia pod¨ªan ser llevadas al terreno pol¨ªtico e ideol¨®gico.
En Estados Unidos, donde m¨¢s ¨¦xito tuvieron estas t¨¦cnicas, organizaciones como Americans for Prosperity, de los multimillonarios hermanos Koch, as¨ª como el grupo de lobby Global Climate Coalition, propagaron el discurso negacionista. Medios ultraconservadores como Fox News apuntalaron la estrategia haciendo llegar el mensaje a la masa de votantes de ideolog¨ªa af¨ªn. La prensa progresista tambi¨¦n contribuy¨®, probablemente sin querer, a la campa?a.
¡°La norma period¨ªstica de ¡®informar con imparcialidad¡¯ dio una representaci¨®n desproporcionada¡± a los negacionistas, escriben Riley Dunlap y Robert Brulle, dos acad¨¦micos que investigaron los elementos amplificadores de las teor¨ªas contra el cambio clim¨¢tico. Aunque algunas ten¨ªan la misma validez cient¨ªfica de, por ejemplo, quienes sostienen que la Tierra es plana, los medios, en aras de la objetividad, les dieron voz. Fue as¨ª, escriben Dunlap y Brulle, que ¡°se cre¨® la falsa imagen de que la ciencia clim¨¢tica estaba plagada por ¡®controversia¡¯ y, por tanto, no era confiable¡±. Acad¨¦micos de la Universidad George Mason y de Cambridge que estudiaron el funcionamiento de las campa?as de desinformaci¨®n en 2018 demostraron que mencionar apenas un pu?ado de datos falsos es efectivo para disminuir la aceptaci¨®n por parte de la audiencia del cambio clim¨¢tico o de sus soluciones. Ahora el consumo social masivo de contenido producido por blogueros y opinadores en las redes sociales hace m¨¢s dif¨ªcil la tarea de combatir las campa?as de greenwashing o marketing verde, plagadas de bulos o medias verdades. ¡°La tendencia al alza ahora es la desinformaci¨®n sobre las soluciones al cambio clim¨¢tico¡±, es decir, sobre qu¨¦ estrategia hay que seguir para mitigarlo, explica Cook.
Acad¨¦micos patrocinados
Tambi¨¦n part¨ªcipes de esas campa?as de desinformaci¨®n han sido consultores, economistas y profesores universitarios que, a cambio de dinero, dieron un barniz supuestamente cient¨ªfico a las posturas defendidas por la patronal petrolera. En un libro publicado en 2010, los historiadores cient¨ªficos Naomi Oreskes y Erik Conway calificar¨ªan a esos acad¨¦micos al servicio de intereses privados como ¡°mercaderes de la duda¡±.
Benjamin Franta, investigador senior en litigaci¨®n clim¨¢tica de la Universidad de Oxford, es muy cr¨ªtico con el rol de las universidades. ¡°La industria de los combustibles f¨®siles sigue tratando de moldear la discusi¨®n cient¨ªfica hacia posiciones que favorezcan al sector, con argumentos como, por ejemplo, ¡®debemos investigar m¨¢s antes de abandonar los hidrocarburos¡¯ o ¡®necesitamos biocombustible e hidr¨®geno¡¯. A la industria le gustan esas soluciones porque mantienen intactos los combustibles f¨®siles¡±, dice por tel¨¦fono desde California.
Investigador de la historia de la desinformaci¨®n clim¨¢tica, Franta recuerda que organizaciones estudiantiles de Harvard o Yale, por citar solo dos, han presionado a los gestores de esas universidades para que dejen de aceptar donaciones o financiaci¨®n para c¨¢tedras procedentes de compa?¨ªas petroleras y sus lobbies. No siempre lo logran.
¡°Esas universidades temen contrariar a la industria, en parte porque reciben mucho dinero de ella¡±, asevera Franta. Para ¨¦l, ese dinero es una forma de ¡°cooptar cient¨ªficos¡± con el fin de que validen sus argumentos por medio de estudios universitarios.
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