La insumisi¨®n es de recibo: por qu¨¦ casi 200.000 brit¨¢nicos se plantean no pagar la luz y el gas
Una campa?a para no pagar la factura energ¨¦tica se queda lejos del objetivo marcado, pero sacude el debate p¨²blico. La ¨²ltima iniciativa similar, hizo recular al gobierno conservador de aplicar un impuesto inspirado por Margaret Thatcher
Ma?ana, 1 de octubre, se cumple la fecha l¨ªmite que la campa?a Don¡¯t Pay UK marc¨® como ultim¨¢tum al Gobierno brit¨¢nico. La idea, que se puso en marcha a mediados de junio, era sencilla. Si en esa fecha se alcanzaba la cifra de un mill¨®n de adhesiones, todas esas personas cancelar¨ªan la domiciliaci¨®n de su recibo de la luz y el gas y dejar¨ªan de pagar. El principio es el mismo que opera en ese viejo dicho capitalista que se atribuye a John Paul Getty: si le debes 100 d¨®lares al banco , es tu problema. Si le debes 100 millones, es un problema del banco (o de la energ¨¦tica en este caso).
La campa?a estaba de alguna manera m¨¢s pensada como un gimmick, como una forma de llamar la atenci¨®n de los medios y hacer activismo de calle que como una amenaza real, y no parece que vaya a hacerse efectiva dado que finalmente las adhesiones no han alcanzado los 200.000 hogares, pero en cierta manera ha logrado su objetivo. Desde que se puso en marcha, hace cuatro meses, han cambiado muchas cosas en el Reino Unido. Entre otras, hay un nuevo jefe de Estado y una nueva primera ministra. Lo que no ha cambiado tanto es la perspectiva f¨²nebre para lo que todo el mundo asume que va a ser un ¡°invierno del descontento¡±, usando la expresi¨®n que acu?¨® Margaret Thatcher antes de acceder al poder en 1979.
La nueva primera ministra, Liz Truss, gran admiradora de Thatcher e inveterada creyente en el libre mercado, anunci¨® nada m¨¢s tomar posesi¨®n de su cargo un paquete de medidas para moderar la factura de la luz en los pr¨®ximos meses, pero desde la campa?a lo consideran insuficientes. ¡°El precio m¨ªnimo que promete el Gobierno reducir¨ªa la subida a un 27%. Sigue siendo una escalada en unas facturas que ya han alcanzado precios hist¨®ricos. Vamos a estar pagando un 96% m¨¢s que el invierno pasado¡±, se?alan.
La iniciativa Don¡¯t Pay UK tiene ahora una cara visible que atiende a las televisiones, un analista de datos de 26 a?os llamado Jake Cable, pero el liderazgo permanece an¨®nimo (solo son personas interesadas en luchar contra la pobreza energ¨¦tica, insisten) y sus activistas suelen hablar con los medios sin revelar sus nombres reales. As¨ª lo hace tambi¨¦n Simon, un portavoz de la zona de las Midlands que habl¨® con EL PA?S: ¡°En mi casa somos dos adultos y dos ni?os. Esto no nos va a hundir, pero claro que nos va a afectar, ?c¨®mo no va a afectarte una factura de 4.000 o 5.000 libras anuales? Trabajo en el sector de la construcci¨®n y s¨¦ que las casas m¨¢s baratas son las peor preparadas. La gente va a tener que escoger entre comer y poner la calefacci¨®n¡±, explica.
Parte de su tarea como ap¨®stol de la campa?a consiste en explicar a quienes dudan en unirse que, en realidad, ¡°se tarda mucho en cortar la luz a una casa¡±. Es decir, que, si dejan de pagar, eso no se traducir¨¢ en un corte inmediato de suministro, sobre todo si son muchas las casas que lo hacen. Desde instancias oficiales se les advierte: dejar de pagar la luz les har¨ªa entrar en un registro de morosos y eso afectar¨ªa a su capacidad para obtener cr¨¦ditos en el futuro. A Simon le parece que esa amenaza es como decirle a alguien que est¨¢ a punto de despe?arse por un barranco que tendr¨¢ que enfrentarse a mucho papeleo del seguro. ¡°Decir eso denota mucho privilegio, hay que estar muy acomodado para pensar as¨ª. Los medios tratan de difundir el miedo, pero no pueden competir con el miedo a dejar de comer que ya tiene la gente¡±. El activista insiste tambi¨¦n en la transversalidad del movimiento. ¡°Viejos, j¨®venes, izquierdas, derechas, esto nos afecta a todos¡±, dice, y si tiene que hacer un retrato del tipo de personas que se encuentran en la campa?a es el de alguien que quiz¨¢ estuvo involucrado en las protestas contra la guerra de Irak pero despu¨¦s no volvi¨® a implicarse en el activismo, como es su caso.
Para Bart Cammaerts, investigador de la London School of Economics centrado en los movimientos modernos de protesta, esta insistencia en el car¨¢cter apol¨ªtico del movimiento enlaza a Don¡¯t Pay UK con otras plataformas como UK Uncut, el movimiento que surgi¨® tambi¨¦n en el Reino Unido contra las medidas de austeridad, e incluso con Occupy Wall Street, el movimiento que surgi¨® en Nueva York en 2011, que tambi¨¦n subrayaba la dicotom¨ªa entre el 1% de la sociedad (los megarricos) frente al resto y, seg¨²n Cammaerts, se resist¨ªa al principio a calificarse de anticapitalista. ¡°La campa?a me parece muy bien dise?ada. Con gran extensi¨®n regional y buena resonancia medi¨¢tica¡±, dice. ¡°Pero las exigencias no me parecen muy radicales. Lo que piden es volver a los precios de 2021 y no hablan tanto de la posibilidad de renacionalizar las el¨¦ctricas, que fueron privatizadas y est¨¢n muchas en manos de empresas francesas, como s¨ª han pedido Gordon Brown y Jeremy Corbyn¡±, a?ade.
No con mis impuestos
La iniciativa se inscribe en la larga tradici¨®n de la desobediencia civil econ¨®mica, que tiene otros ejemplos recientes: en la ciudad californiana de Oakland, cuna de los Panteras Negras y con importante pedigr¨ª de asociacionismo izquierdista, cientos de vecinos acaban de salir victoriosos de una huelga de alquileres motivada por unas subidas de hasta el 50% por parte de grandes propietarios. Y en febrero de este a?o millones de personas en Myanmar dejaron de pagar la electricidad como medida de presi¨®n contra el Gobierno militar.
El primero en conceptualizar y practicar a la vez el negarse a pagar como forma de protesta fue Henry David Thoreau, que dej¨® escrito en su libro Desobediencia civil que el ciudadano no tiene por qu¨¦ convertirse en un agente de la injusticia permitiendo que su gobierno perpetre acciones moralmente reprobables y, por tanto, puede abstenerse de financiarlas. ?l mismo dej¨® de abonar sus impuestos durante seis a?os porque se negaba a contribuir a la guerra que libr¨® Estados Unidos contra M¨¦xico entre 1846 y 1848 y a mantener en pie el esclavismo.
El autor de Walden se inspir¨® en la obra de anarquistas cristianos como Adin Ballou y William Lloyd Garrison y sigue siendo la principal referencia a la que recurren los practicantes de la desobediencia civil econ¨®mica. En los sesenta y setenta hubo muchos objetores de impuestos en Estados Unidos, que se negaban a financiar as¨ª la guerra de Vietnam. El movimiento alcanz¨® un m¨¢ximo de visibilidad en 1968, cuando se form¨® la Editors and Writers War Tax Protest, a la que se acogieron gente como Susan Sontag, James Baldwin, Gloria Steinem, Noam Chomsky, Hunter S. Thompson y Kurt Vonnegut.
Desde la campa?a Don¡¯t Pay UK prefieren citar otro ejemplo que les queda m¨¢s cerca como precedente. En 1989, Margaret Thatcher trat¨® de introducir la llamada poll tax, un impuesto tipo tarifa plana (no basado en la renta ni en las propiedades, sino en el n¨²mero de habitantes de cada hogar) seg¨²n el cual, como resumi¨® un ministro tory en un momento de candor involuntario, ¡°un duque pagar¨ªa lo mismo que un barrendero¡±. La resistencia organizada ante la medida fue tal, con 20 millones de brit¨¢nicos asegurando que no pagar¨ªan, que ?John Major se vio obligado a retirarla en 1990, una vez defenestrada Thatcher. Est¨¢ considerado el mayor acto de desobediencia civil de la historia moderna del Reino Unido, y los historiadores se?alan que una clave de su ¨¦xito fue la alianza de las fuerzas del orden con los insurrectos. Muchas polic¨ªas locales se negaron a actuar contra los morosos.
¡°Yo era muy joven y no lo recuerdo¡±, asegura Simon, el activista de Don¡¯t Pay UK. ¡°Pero claro que es nuestro modelo. No somos como los franceses, no se nos da tan bien la protesta como a ellos, pero cuando vemos una injusticia real sabemos reconocerla¡±.
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