El enemigo en casa: qui¨¦n es Ron DeSantis, la peor pesadilla de Trump
El triunfo del gobernador de Florida, la versi¨®n aumentada, m¨¢s amable y sin el s¨®rdido equipaje del expresidente, lo ha situado como la gran esperanza de renovaci¨®n en el Partido Republicano. ?Funcionar¨¢ a escala nacional su perfil de fr¨ªo y despiadado guerrero cultural?
Cuenta uno de sus compa?eros de equipo en la liga juvenil de b¨¦isbol que cuando Ron ?DeSantis era un mocoso ya dec¨ªa que alg¨²n d¨ªa ser¨ªa presidente de Estados Unidos. Tal vez no suene extra?o en una cultura que rellena sus biberones con gotas de ambici¨®n, si no fuera porque aquel chico introvertido podr¨ªa estar cerca de cumplir su sue?o. El hist¨®rico ¨¦xito con el que ha salido reelegido como gobernador de Florida en las recie...
Cuenta uno de sus compa?eros de equipo en la liga juvenil de b¨¦isbol que cuando Ron ?DeSantis era un mocoso ya dec¨ªa que alg¨²n d¨ªa ser¨ªa presidente de Estados Unidos. Tal vez no suene extra?o en una cultura que rellena sus biberones con gotas de ambici¨®n, si no fuera porque aquel chico introvertido podr¨ªa estar cerca de cumplir su sue?o. El hist¨®rico ¨¦xito con el que ha salido reelegido como gobernador de Florida en las recientes legislativas ¨Den mitad de una no menos hist¨®rica decepci¨®n nacional de los republicanos¨D lo ha destacado en la carrera por convertirse en 2024 en el pr¨®ximo inquilino de la Casa Blanca y en la peor pesadilla del que un d¨ªa fue su gran apoyo: Donald Trump.
A diferencia de este, DeSantis a¨²n no se ha postulado oficialmente, pero las personas de su entorno consultadas por este diario asumen que lo har¨¢. Tambi¨¦n es pronto para saber si como candidato tendr¨¢ ¡°lo que se necesita¡±, parafraseando el cl¨¢sico del periodismo electoral de Richard Ben Cramer, para llegar al final de una carrera de fondo como las presidenciales, con su escrutinio de meses y sus debates a tumba abierta. Aliados y rivales coinciden al menos en una cosa: el gobernador no encaja en el molde de lo que en Estados Unidos se conoce como un ¡°pol¨ªtico al por menor¡± (retail politician), de esos que se meten al p¨²blico en el bolsillo y besan a los ni?os antes de partir al siguiente mitin. Tampoco es un gran orador.
DeSantis, de 44 a?os, suple esas carencias a golpe de curr¨ªculo: antigua estrella del deporte, licenciado por la Ivy League, veterano de la Armada y excongresista, tambi¨¦n lo avalan los resultados electorales de su experimento en Florida, ¡°el lugar en el que habita la libertad¡±, como le gusta repetir. Un Estado que, cuando era un desconocido aspirante apoyado por Trump, lo hizo en 2018 gobernador con una diferencia de 33.000 votos, pero le acaba de renovar su confianza por un margen de 1,5 millones sobre su contrincante, Charlie Crist, que se presentaba como dem¨®crata para un puesto que ocup¨® como republicano en otra vida, entre 2007 y 2011.
La gran inc¨®gnita es si funcionar¨¢ a escala nacional el estilo fr¨ªo y despiadado de DeSantis, un general conservador-populista fuertemente armado para la guerra cultural. Ha demostrado ser un gran estratega de la batalla ideol¨®gica, que libra prohibiendo la conversaci¨®n sobre identidad sexual y de g¨¦nero en los colegios, oponi¨¦ndose a las restricciones por la pandemia o enviando a 50 inmigrantes en avi¨®n a una isla dem¨®crata de Massachusetts para denunciar la pol¨ªtica de Joe Biden en la frontera.
Para sus adversarios, es un peligroso l¨ªder con ma?as de aut¨®crata. Una especie de Trump 2.0; la versi¨®n aumentada, m¨¢s amable y sin el s¨®rdido equipaje del expresidente. Para sus seguidores, un l¨ªder inteligente, que lucha por ellos sin importarle las cr¨ªticas biempensantes. El timonel necesario para navegar por un presente en el que los valores que forjaron el pa¨ªs estar¨ªan amenazados por la ¡°izquierda radical¡± de Biden y la ¡°cultura woke¡±. DeSantis pronunci¨® hasta en siete ocasiones el t¨¦rmino despectivo de moda en Estados Unidos, con el que la derecha ridiculiza la agenda progresista, durante su victorioso discurso de la noche electoral, que ofreci¨® con una bandera estadounidense de fondo y la ¨²nica compa?¨ªa de su esposa, Casey, su gran aliada, sobre el estrado. ¡°Florida es el lugar en el que lo woke viene a morir¡±, bram¨®.
DeSantis, que no accedi¨® a una entrevista con este diario, tambi¨¦n sentenci¨®: ¡°La libertad ha llegado para quedarse¡±. Y: ¡°Hemos reescrito el mapa pol¨ªtico¡±.
Esa nueva cartograf¨ªa est¨¢ te?ida casi por completo de rojo, el color del conservadurismo en Estados Unidos: solo 5 de los 120 distritos de Florida votaron dem¨®crata, aunque el redise?o m¨¢s radical lo han protagonizado los hispanos, que derribaron la narrativa, basada en una ilusa lectura de la l¨®gica demogr¨¢fica, que daba por supuesta su inclinaci¨®n a la izquierda. DeSantis arras¨® entre ellos con el 58% de los votos; en 2018, cuando se enfrent¨® al afroamericano Andrew Gillum en una carrera tan ajustada que fue necesario un segundo recuento de las papeletas, los republicanos se tuvieron que conformar con el 44%.
El estratega y consultor de medios Adam Goodman, que trabaja para una firma de lobby cercana al gobernador, achaca ese ¡°triunfo excepcional¡± a que DeSantis es el ¡°antipol¨ªtico por excelencia¡±. ¡°Ha escrito un cuento que yo titular¨ªa Una historia de Florida¡±, dice. Seg¨²n ese relato, el Estado es un ¡°lugar de acogida para quienes buscan una tierra de oportunidades y libertad¡±, exenta de las restricciones sanitarias y de ¡°adoctrinamiento¡± en las escuelas, ¡°donde se pagan menos impuestos estatales¡± y los presupuestos est¨¢n ¡°equilibrados¡±.
Para reconstruir la personalidad del que podr¨ªa ser el pr¨®ximo presidente del pa¨ªs y descifrar los motivos de su arrastre, EL PA?S recorri¨® los escenarios de su vida: Tallahassee, capital de Florida; Dunedin, el pueblo en el que creci¨® el muchacho, y el condado de Miami-Dade, basti¨®n dem¨®crata de mayor¨ªa hispana al que el gobernador ha conseguido darle la vuelta por primera vez en 20 a?os. Y de las conversaciones con m¨¢s de 30 personas, algunas de las cuales pidieron hablar desde el anonimato para poder hacerlo con franqueza, sali¨® otro acuerdo: el punto de inflexi¨®n de esta ¡°historia de Florida¡± lleg¨® con el coronavirus.
Al principio de la plaga, DeSantis decret¨® un cierre estatal hasta que, solo tres semanas despu¨¦s, cambi¨® de idea tras ¡°perder la fe¡±, seg¨²n uno de sus colaboradores, en ¡°el establish?ment cient¨ªfico¡±, encarnado en el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de EE UU. (En la ¨²ltima campa?a, llam¨® a Fauci ¡°peque?o elfo al que habr¨ªa que arrojar al otro lado del Potomac¡±, el r¨ªo de Washington). Pese a que durante aquel verano de 2020 Florida acapar¨® los titulares como ¡°epicentro de la pandemia¡±, fue de los primeros en reabrir en oto?o las escuelas y en acabar con las restricciones en edificios oficiales, comercios o restaurantes, as¨ª como con la obligatoriedad de usar mascarillas.
Esas decisiones le valieron las cr¨ªticas de la prensa establecida y el macabro apelativo de DeathSantis, pero tambi¨¦n lo convirtieron, con la ayuda de Fox News, en un h¨¦roe nacional para quienes consideraban que las restricciones escond¨ªan un ataque autoritario contra la libertad y un manejo de las prioridades de graves consecuencias econ¨®micas.
Fue entonces cuando DeSantis forj¨® su discurso sobre Florida como ¨²ltima reserva de la libertad y demostr¨® una hostilidad hacia sus enemigos que lo convirtieron en un referente conservador. Tambi¨¦n empez¨® a hablar de ¡°gran ¨¦xodo¡± para referirse a los ciudadanos de todo el pa¨ªs que se mudaron al Estado del Sol. La tendencia ven¨ªa de muy atr¨¢s, gracias a las exenciones fiscales y a un clima ideal para jubilarse, y se exacerb¨® con el nuevo mundo de posibilidades para el teletrabajo, pero no solo; en el norte comenzaron a escucharse historias de padres que emigraban a un lugar donde no hab¨ªa que aguantar a los hijos en casa por el cierre de un a?o y medio de los colegios. Entre abril de 2020 y 2021, Florida recibi¨® a casi 330.000 personas, seg¨²n The James Madison Institute, lo que equivale a unas 903 mudanzas diarias.
El alcalde de Miami Beach, el dem¨®crata Dan Gelber, uno de los funcionarios que m¨¢s duramente se enfrentaron a DeSantis por la gesti¨®n sanitaria, recordaba la semana pasada en su ciudad que al principio la colaboraci¨®n fue fluida, antes de comprobar que enfrente ten¨ªa a alguien que sab¨ªa ser ¡°un luchador muy desagradable¡±.
El plan de DeSantis, que esta semana ha vuelto a cargar contra las vacunas de ARN mensajero usadas contra la covid, era, seg¨²n un colaborador, aislar a los m¨¢s vulnerables y dejar que el resto continuase con su vida. En otras palabras: anteponer la econom¨ªa a la salud. ¡°Inmunizamos a los d¨¦biles y lo hicimos de una manera estructurada mientras permanec¨ªamos abiertos. Nos fue incluso un poco mejor [en n¨²mero de infectados y muertos] que a otros lugares que cerraron¡±, resumi¨® hace un par de semanas en los pasillos del Capitolio de Tallahassee el congresista republicano Alex Rizo al t¨¦rmino de la sesi¨®n de investidura de la nueva C¨¢mara de Representantes, en la que su partido estren¨® una supermayor¨ªa, tambi¨¦n en el Senado. Christian C¨¢mara, cabildero cubano conservador en la capital de Florida, comparte ese an¨¢lisis. ¡°[DeSantis] Dijo: ¡®como yo no s¨¦, prefiero cometer un error del lado de la libertad en vez de cerrar todo¡¯. Cuando uno est¨¢ en el poder, la tentaci¨®n a acaparar m¨¢s poder es grande. ?l prefiri¨® soltarlo¡±.
Los cr¨ªticos con su gesti¨®n admiten que la jugada le sali¨®, como han demostrado las urnas, mejor de lo que esperaban. ¡°Pero eso no significa que no fuera extraordinariamente temerario. Todo el mundo quiere pasar p¨¢gina de la pandemia, pero creo que a¨²n no se han estudiado a fondo las consecuencias de sus decisiones¡±, dice Heather Beaven, que fue en 2012 la primera contrincante electoral de DeSantis. ¡°Tal vez entonces se desmoronar¨ªa esa ret¨®rica de ¡®campe¨®n de las libertades¡±. Beaven a?ade que a su favor jug¨® tambi¨¦n el benigno clima de Florida, donde la vida al aire libre ¡°es posible durante todo el a?o¡±.
Los colaboradores de DeSantis lo recuerdan en los meses m¨¢s duros del confinamiento estudiando sesudos informes cient¨ªficos. ¡°Y no los res¨²menes que le prepar¨¢bamos, sino los documentos enteros¡±, aclara uno de ellos. ¡°Es un l¨ªder muy eficaz, con un estilo propio de las fuerzas armadas¡±, explica David Clark, veterano de la aviaci¨®n estadounidense que trabaj¨® en ese tiempo como jefe de gabinete en su Administraci¨®n. ¡°Recopila informaci¨®n, escucha opiniones, toma su decisi¨®n y pasa a lo siguiente¡±.
No todos ven su liderazgo con tan buenos ojos. Tampoco su manejo de los recursos humanos. Politico inform¨® el a?o pasado de que una docena de sus exempleados se hab¨ªan juntado para crear ¡°un grupo de apoyo¡± y compartir sus ¡°penurias¡± laborales (la oficina del gobernador contest¨® con varios testimonios favorables de trabajadores en activo). Aunque el despido m¨¢s sonado de la ¨²ltima temporada lleg¨® en agosto, cuando DeSantis anunci¨® en una conferencia de prensa que prescind¨ªa del fiscal Andrew Warren por ¡°incumplir su deber¡± al negarse a perseguir casos a la luz de la nueva ley del aborto de Florida (que reduce el l¨ªmite para la interrupci¨®n del embarazo a 15 semanas) y a actuar contra los m¨¦dicos que presten ¡°servicios de afirmaci¨®n de g¨¦nero¡± a los menores (otro caballo de batalla de DeSantis). En un documento interno, los asesores del gobernador enumeraban los pros y los contras de la decisi¨®n. Entre los primeros figuraba ¡°sacar a un abogado izquierdista de una posici¨®n de poder¡±.
De fondo late la pregunta de con qu¨¦ equipo piensa contar DeSantis, m¨¢s all¨¢ de su esposa, su ¡°arma secreta¡±, dicen en Tallahassee, para dar el salto a la pol¨ªtica nacional. ¡°No sabe trabajar en equipo; su ¨²nico equipo es ¨¦l mismo. Llega tarde a las reuniones y se va el primero. No da la mano a la gente; no te mira a la cara cuando te habla. Y con los suyos se comporta como un abus¨®n rencoroso¡±, cuenta la comisionada de Agricultura ?Nikki Fried, que hasta las elecciones era la ¨²nica dem¨®crata del gabinete del gobernador (Fried quer¨ªa el puesto de ?DeSantis, pero no pas¨® de las primarias de su partido). ¡°No le gusta mucho socializar, es m¨¢s bien un hombre de familia. No es habitual verlo por la ciudad¡±, aclara un lobbista de Tallahassee, donde, al d¨ªa siguiente, durante la inauguraci¨®n del curso parlamentario, hubo pruebas de la proverbial incomodidad social de DeSantis. Estaba all¨ª para asistir al juramento de los nuevos representantes. Era un gran d¨ªa, y todos quer¨ªan agradecerle los servicios prestados. Se arremolinaban a su alrededor para saludarlo, darle palmadas en la espalda y besarlo, entre las risas nerviosas de este, que permanec¨ªa impaciente, con los brazos inm¨®viles colg¨¢ndole del cuerpo.
DeSantis vive en la somnolienta capital del Estado (240.000 habitantes), mezcla de centro administrativo y colonia universitaria, una ciudad llena de lobbistas y metida en un bosque en el que los robles y magnolios sure?os sustituyen a las omnipresentes palmeras de Florida. La escogieron en el XIX como sede del parlamento porque estaba a mitad de camino entre San Agust¨ªn y Pensacola, los dos n¨²cleos m¨¢s influyentes de la ¨¦poca. Hoy conserva ese aire equidistante: situada al norte, est¨¢ igual de rematadamente lejos de todos los puntos de decisi¨®n econ¨®mica y concentraci¨®n demogr¨¢fica del Estado, lugares que DeSantis privilegia para sus comparecencias p¨²blicas.
En la mansi¨®n del gobernador vive con su esposa y sus tres hijos (Madison, Mason y Mamie, de seis, cuatro y dos a?os). A DeSantis lo han comparado en ocasiones con Kennedy por su juventud (en 2024, tendr¨¢ 46 a?os, los mismos que Bill Clinton cuando tom¨® posesi¨®n; Biden estar¨¢ entonces a punto de cumplir 82, y Trump habr¨¢ rebasado los 78), por su atractivo f¨ªsico y, m¨¢s a¨²n, por la imagen familiar que proyecta junto a la primera dama, antigua estrella televisiva local. Se conocieron en un campo de golf en 2009 y se casaron poco despu¨¦s.
Ella y los tres peque?os son actores habituales de su teatro pol¨ªtico. Los dos mayores aparecieron en ese v¨ªdeo de la campa?a que lo hizo gobernador por primera vez en el que, en tono par¨®dico, pap¨¢ instru¨ªa a los ni?os en los principios del trumpismo, poco despu¨¦s de que el entonces presidente lo apoyara. En la ¨²ltima elecci¨®n, Casey protagoniz¨® otro anuncio en el que revelaba que, tras serle diagnosticado c¨¢ncer de mama, su marido se hizo cargo de los ni?os. ¡°Siempre estuvo all¨ª cuando no me pod¨ªa mantener en pie¡±. La abogada Jenn Ungru, que colabora habitualmente con el gobernador y particip¨® en el segundo recuento de elecciones de 2018, cree que el v¨ªdeo, que se hizo viral, pudo servir para movilizar el voto femenino.
DeSantis naci¨® en Jacksonville, pero a los seis a?os se mud¨® con sus padres a Dunedin, un encantador pueblo de 36.000 habitantes de la bah¨ªa de Tampa, a 400 kil¨®metros al sur de Tallahassee. El padre traslad¨® all¨ª a la familia tras aceptar un empleo como medidor de audiencias para Nielsen. La madre era enfermera en un hospital local, y el matrimonio a¨²n vive en una casa modesta, en una callecita flanqueada el d¨ªa anterior al de Acci¨®n de Gracias por dos coches de polic¨ªa. Con toda l¨®gica, la vivienda, en la que aquel mi¨¦rcoles nadie contest¨® al timbre, ya no luce en el c¨¦sped delantero aquellos carteles de apoyo a Trump y Pence que s¨ª est¨¢n en la imagen del terreno que ofrece Google Maps, tomada en julio. Pence es el exvicepresidente Mike Pence, otro probable candidato republicano en 2024.
El chico estudi¨® en un colegio cat¨®lico y en el instituto de Dunedin y pronto destac¨® como jugador de b¨¦isbol. A los 12 a?os, su equipo se clasific¨® para la Serie Mundial de las Peque?as Ligas. Esa destreza deportiva le permiti¨® ingresar becado en la Facultad de Historia de Yale, donde jug¨® como capit¨¢n. Tambi¨¦n fue miembro de la misma fraternidad de los Bush y del juez del Supremo Brett Kavanaugh. Uno de sus compa?eros lo recuerda como ¡°un tipo poco sociable, no muy dado a las fiestas¡±.
Se gradu¨® en 2001 y durante un a?o dio clases en un internado de Georgia. Volvi¨® a la universidad y, en 2005, se titul¨® en Derecho en Harvard, donde decidi¨® que trabajar¨ªa como abogado en la Armada, inspirado por el personaje de Tom Cruise, uno de sus referentes, en Algunos hombres buenos.
Lo destinaron en 2006 a Guant¨¢namo con la misi¨®n de velar por el trato humanitario de los detenidos. Trabaj¨® all¨ª en el que, seg¨²n la ONU, fue uno de los peores a?os del historial de torturas de la base. Tras Guant¨¢namo, fue a Faluya, en Irak, para dar apoyo jur¨ªdico a los Navy Seals. En 2020, el ya gobernador defini¨® as¨ª su relaci¨®n con el temible cuerpo de ¨¦lite: ¡°Ellos me dec¨ªan lo que quer¨ªan lograr y yo lo hac¨ªa posible¡±.
De regreso a Estados Unidos, escribi¨® su primer libro, Dreams from Our Founding Fathers (2011), cuyo t¨ªtulo ironizaba con el de las memorias tempranas de Barack Obama, Los sue?os de mi padre. Es la piedra de Rosetta de su pensamiento pol¨ªtico. Ah¨ª cuenta que, inspirado por los padres fundadores, se anim¨® a escribirlo cuando empez¨® a dudar de que ¡°los l¨ªderes nacionales se tomen en serio su deber de apoyar y defender la Constituci¨®n¡±. ¡°Obama y sus aliados la traicionan constantemente¡±.
Heather Beaven, tambi¨¦n veterana del Ej¨¦rcito, se present¨® por el Partido Dem¨®crata en 2012 contra DeSantis por un esca?o de nueva creaci¨®n en la C¨¢mara de Representantes en Washington. ¡°Todo lo que ha hecho como servidor p¨²blico est¨¢ en ese libro¡±, dice. ¡°Es un originalista. Cree fielmente en la Constituci¨®n como fue redactada. Eso gobierna todas sus decisiones, del aborto a la educaci¨®n¡±. Beaven perdi¨® con claridad en las urnas.
En el Capitolio, al joven DeSantis le cost¨® destacar en un entorno regido por las reglas de la gerontocracia. ¡°No era de los que iban a hacer amigos¡±, recuerda el congresista republicano de Florida Mario D¨ªaz-Balart, que ha renovado en las ¨²ltimas elecciones el puesto que ocupa en Washington desde hace dos d¨¦cadas. ¡°Yo entonces era l¨¢tigo [whip] y ten¨ªa que conseguir que los miembros del partido votaran a favor de las propuestas que se presentaban. DeSantis estaba en mi lista. Lo recuerdo como un hombre erudito, que le¨ªa y estudiaba los temas. Siempre sab¨ªa de lo que hablaba¡±.
En cinco a?os de DeSantis en el Capitolio, contribuy¨® a fundar el Freedom Caucus, que re¨²ne a los congresistas republicanos de la extrema derecha, e hizo asomar su perfil ind¨®mito al enfrentarse al lobby del az¨²car, enormemente poderoso en Florida. Tambi¨¦n empez¨® a ganarse los primeros minutos de antena en Fox News.
Su oposici¨®n a que se investigase la trama rusa de Trump desemboc¨® en el siguiente tuit del expresidente: ¡°El congresista Ron DeSantis es un joven l¨ªder brillante, Yale y luego Harvard Law, que ser¨ªa un GRAN gobernador de Florida. ?Ama nuestro pa¨ªs y es un verdadero LUCHADOR!¡±. Aquel apoyo fue suficiente para vencer en las primarias republicanas de 2018.
Mucho ha cambiado desde entonces su relaci¨®n con Trump, que recientemente le puso uno de sus crueles motes: DeSantis es ¡°DeSanctimonius¡±, un meapilas. La guerra se ha recrudecido tras la decepci¨®n republicana en las elecciones legislativas, cuyo gran perdedor ha sido el expresidente; su apoyo a candidatos extremos e inexpertos ha pasado una enorme factura a su partido, que perdi¨® la oportunidad de hacerse con el Senado.
Para explicar la compleja relaci¨®n entre DeSantis y Trump se ha acudido a las reglas de la f¨ªsica y a las del cine cl¨¢sico. Seg¨²n las primeras, DeSantis es como el gato de Schr?dinger: es Trump y no lo es. En virtud de las segundas, su historia recuerda a la de Eva al desnudo, con el gobernador en el papel de la joven mosquita muerta que le quita el puesto a la vieja estrella teatral.
Goodman no ve ah¨ª rastros de traici¨®n. ¡°El sue?o americano garantiza que cada cual tenga su oportunidad. Ahora es el momento de DeSantis¡±. Si se atiende a las preferencias de los grandes donantes del partido, ha llegado sin duda su hora: su campa?a de reelecci¨®n bati¨® todos los r¨¦cords de recaudaci¨®n, con m¨¢s de 200 millones de d¨®lares, lo que le deja con un envidiable remanente para encarar 2024. ¡°Posiblemente, no haya un mejor recaudador de dinero que ¨¦l en la pol¨ªtica estadounidense ahora mismo¡±, explica en un despacho desde el que domina el Capitolio y la ciudad de Tallahassee el abogado y excongresista Peter Dunbar, coautor de un libro sobre la historia del Partido Republicano en Florida. ¡°Cuando tiene un gran donante a tiro, nunca falla¡±.
¡°A¨²n faltan dos a?os. Pueden pasar muchas cosas, o ganar otros candidatos, pero hay que reconocerle que al menos ha logrado abrir la veda en su partido: de pronto, Trump ya no es intocable¡±, opina el profesor de Berkeley Dan Schnur. Las ¨²ltimas encuestas dan una diferencia de cinco puntos a favor del disc¨ªpulo de celebrarse hoy las primarias presidenciales republicanas. DeSantis es consciente, con todo, de que no le conviene aparecer como la n¨¦mesis del expresidente, una figura a¨²n con una enorme influencia sobre las bases del partido. El analista Adam Hoch?man considera que la jugada ganadora llegar¨¢ si logra presentarse como un continuador del legado de Trump, alguien que puede perfeccionar y llevar m¨¢s lejos los ideales nacionalistas del movimiento ?MAGA (siglas de Make America Great Again).
Tal vez por ese complicado equilibrio, pocas cosas incomodan m¨¢s a DeSantis que la menci¨®n del nombre de Trump. A principios de diciembre, el gobernador dio una conferencia de prensa un d¨ªa ventoso en Key Biscayne. Un periodista le pregunt¨® por el expresidente y por las ense?anzas que cab¨ªa extraer de la decepci¨®n electoral para su partido. Del primero solo admiti¨® que era residente en Florida (Mar-a-Lago est¨¢ en Palm Beach). Y a?adi¨®: ¡°Mi obligaci¨®n es cuidar tambi¨¦n de los otros 22 millones¡± de vecinos del Estado. Aquel d¨ªa, ?DeSantis anunci¨® una partida de 22,7 millones para proteger la bah¨ªa de Biscayne, habl¨® sobre la recuperaci¨®n del reciente hurac¨¢n Ian, durante la que hizo gala de su pragmatismo al hacer de anfitri¨®n de los Biden en la zona devastada, y presumi¨® de haber reconstruido el puente que separa el continente con la isla de Sanibel, arrasado por el viento y el agua, en solo tres semanas.
La protecci¨®n de las costas (que no la lucha contra el cambio clim¨¢tico, t¨¦rmino que evita, por considerarlo ¡°demasiado politizado¡±) ha sido una de las prioridades de su mandato desde los primeros compases, durante los que emiti¨® ciertas se?ales de moderaci¨®n. Solo fue un espejismo; con la pandemia, DeSantis endureci¨® su discurso. Tambi¨¦n se volvieron frecuentes los encontronazos con los medios y sus apariciones en Fox News, ¡°adonde solo le falta mudarse a vivir¡±, seg¨²n uno de sus colaboradores.
M¨¢s all¨¢ de su favoritismo por el canal conservador, la relaci¨®n de su Administraci¨®n con la prensa es poco convencional. Su equipo convoca las apariciones p¨²blicas del gobernador con unas tres horas de antelaci¨®n, casi siempre al alba, y manda el calendario de actos al final del d¨ªa, para que quede constancia de lo sucedido en lugar de para poner sobre aviso de lo que vendr¨¢. ¡°Su estrategia es hacer campa?a contra los medios¡±, dice Mac Stipanovich, veterano republicano de Florida que fue jefe de gabinete del gobernador Bob Mart¨ªnez (1987-1991) y se alej¨® del partido con la llegada de Trump. Stipanovich ¨Dque dice que si tuviera que ¡°elegir entre viajar en un yate de lujo a solas con DeSantis¡± o que le hicieran ¡°un empaste¡± optar¨ªa por lo segundo¨D recuerda que este ha tenido cuatro jefes de prensa en cuatro a?os.
La m¨¢s famosa es Christina Pushaw, que dej¨® el puesto en agosto para trabajar en la campa?a por la reelecci¨®n. Convirti¨® su trabajo, normalmente an¨®nimo, en el de una agresiva agitadora pol¨ªtica. As¨ª se muestra para sus m¨¢s de 250.000 seguidores en Twitter. Su perfil combativo con los medios tradicionales est¨¢ en sinton¨ªa con la facci¨®n republicana que los considera activistas de la izquierda vendidos a la propaganda pro-Biden. Pushaw suele llamar a la agencia de noticias AP ¡°American Pravda¡±, en referencia al medio oficial del Partido Comunista ruso hasta 1991. Y en verano tuite¨®: ¡°Si TODOS los conservadores simplemente dejan de hablarles, los medios de referencia perder¨¢n cualquier pizca de credibilidad o inter¨¦s para los estadounidenses que siguen la pol¨ªtica. No valdr¨¢ la pena pagar por la opini¨®n sin filtrar del Comit¨¦ Nacional Dem¨®crata. Deber¨ªamos usar nuestras plataformas para crear nuevos medios¡±.
DeSantis tambi¨¦n se diferencia de Trump en eso. Luce un perfil tranquilo en redes sociales, donde se limita a compartir a un ritmo pausado y a horas razonables los logros de su Administraci¨®n. Aunque en uno de los anuncios de su ¨²ltima campa?a se visti¨® como Tom Cruise en Top Gun para impartir una lecci¨®n sobre ¡°c¨®mo pelear a cara de perro¡± con los ¡°medios corporativos¡±. ¡°[Regla] N¨²mero uno: no dispares a menos que te disparen. N¨²mero dos: nunca retrocedas en una pelea. N¨²mero tres: no aceptes narrativas incorrectas¡±, dec¨ªa el anuncio. Este ¨²ltimo consejo se acompa?aba del extracto de un intercambio con una periodista del programa 60 minutes, que emiti¨® un reportaje, criticado hasta por los dem¨®cratas de Florida, que suger¨ªa err¨®neamente que DeSantis favoreci¨® a una cadena de supermercados en la gesti¨®n de la pandemia porque se contaba entre sus donantes.
La pelea sin cuartel por el relato ha seguido a cada una de las medidas controvertidas de su primera legislatura. Ha atacado la ense?anza de la teor¨ªa cr¨ªtica de la raza, que examina el arraigo del racismo en las leyes e instituciones estadounidenses; ha prohibido manuales de matem¨¢ticas por considerar que promocionan la ¡°agenda woke¡±; ha vetado la participaci¨®n de mujeres trans en los deportes femeninos, y se ha enfrentado con una de las mayores empleadoras de Florida, Disney, cuando la compa?¨ªa critic¨® una ley educativa llamada por sus detractores No digas gay porque proh¨ªbe hasta los nueve a?os la discusi¨®n en clase entre profesores y alumnos sobre orientaci¨®n sexual. Como represalia por las cr¨ªticas de la empresa, DeSantis revoc¨® el r¨¦gimen especial de la multinacional en los terrenos en los que se asienta Disney World, aunque la reciente vuelta de Bob Iger a los mandos de la empresa parece haber encauzado la relaci¨®n, y los legisladores de Florida est¨¢n estudiando la manera de restaurar algunos de esos privilegios.
Otro tema candente en el que el gobernador no perdi¨® oportunidad de intervenir fue la gesti¨®n de la frontera. En septiembre emple¨® fondos p¨²blicos para fletar un avi¨®n con inmigrantes venezolanos aparentemente enga?ados a Martha¡¯s Vineyard, isla de veraneo de presidentes dem¨®cratas. Lejos de restarle apoyos entre la comunidad hispana, aquello le hizo ganarlos. La gesti¨®n de la pandemia, la tibieza de Biden con los gobiernos de izquierda de Latinoam¨¦rica y la defensa de los valores de la familia son otras razones aducidas por votantes latinos para explicar el vuelco electoral.
En conversaciones con este diario, varios miembros del aparato dem¨®crata en Florida enumeraron entre los motivos de su fracaso el dibujo partidista que DeSantis hizo de los distritos o la creaci¨®n de una especie de polic¨ªa para velar por la ¡°integridad electoral¡± que, seg¨²n ellos, alentaba la supresi¨®n del voto de las minor¨ªas, antes de dejarse de excusas y lanzarse de lleno a la autocr¨ªtica para explicar el batacazo. La campa?a, admitieron, no estuvo bien gestionada, faltaron los fondos y el partido a nivel nacional ¡°dio hace demasiado tiempo por perdido al Estado¡±. ¡°Ha sido un fallo total del sistema¡±, admite Nikki Fried. ¡°Ten¨ªamos que haber bajado al barro para combatir las mentiras republicanas que dicen que somos un partido socialista. Muchos de nuestros votantes (cubanos, venezolanos, nicarag¨¹enses¡) escapan de reg¨ªmenes comunistas; ten¨ªamos que haberles hecho entender que nuestras medidas econ¨®micas est¨¢n alineadas con el sue?o americano, con el capitalismo¡±.
Con el control absoluto en el Congreso estatal, DeSantis est¨¢ listo para avanzar en pol¨ªticas que aflojen el control de armas o restrinjan el aborto. Aunque su primer reto ser¨¢ atajar la crisis de los seguros inmobiliarios en un Estado en el que los huracanes hacen saltar recurrentemente por los aires un sistema basado en el litigio: el 76% de las demandas de bienes ra¨ªces de todo el pa¨ªs se originan aqu¨ª.
Dos a?os hasta las elecciones es una eternidad en tiempo pol¨ªtico, pero solo un patinazo en un tema tan importante como ese o una mala gesti¨®n de una cat¨¢strofe natural parecen separar a DeSantis del anuncio de su candidatura. Quienes lo conocen destacan la impaciencia como uno de sus defectos. Dada su juventud, tiene todo el tiempo del mundo por delante, pero tambi¨¦n es posible que nunca se le vuelva a presentar una oportunidad como esta. De nuevo, el gato de Schr?dinger: podr¨ªa ser su gran momento y, al mismo tiempo, no serlo.
Por qu¨¦ los latinos de Florida votaron republicano
La victoria de Ron DeSantis y del Partido Republicano de Florida en las últimas elecciones fue posible en buena parte gracias a un apoyo sin precedentes de la comunidad hispana en lugares como el condado de Miami-Dade, bastión demócrata que dejó de serlo por primera vez en 20 años, Palm Beach u Osceola, cerca de Orlando, tierra de puertorriqueños. Un 56% de estos últimos votó conservador, como el 68% de los cubanos y el 53% de los sumados por las estadísticas en el apartado de “otros” (mexicanos, colombianos, venezolanos y al resto de procedencias).
Esos números representan una tendencia que el partido de Joe Biden no vio venir: según la narrativa en la que confiaban, al primer exilio cubano, de natural republicano, le siguieron las generaciones más jóvenes y los nuevos inmigrantes que en los años de Obama se hicieron demócratas. Las urnas han demostrado que muchos de ellos han cambiado de idea. “Se ha cumplido eso que solía decir Reagan: los latinos son republicanos, pero aún no lo saben”, opina Jaime Florez, del Comité Nacional Republicano.
Las políticas de DeSantis en temas como la pandemia o la educación han sido cruciales, según Florez. También el manejo de la crisis migratoria. El envío de un avión lleno de venezolanos a la isla de Massachusets fue bien recibido, por más que le cueste entenderlo a la comisionada de Agricultura, la demócrata Nikki Fried, que considera ??que aquello fue “una jugarreta política”.
“En Martha’s Vineyard apoyan la política de Biden hasta que les mandan a 50. Esa es la hipocresía de la izquierda. Han entregado la frontera a los narcocarteles”, opina el congresista Mario Díaz-Balart. “Los latinos no nos oponemos a la inmigración pero queremos que sea de manera legal y ordenada”, arguye Alina García, que se estrena en la Cámara de Representantes estatal por un distrito al sur de Miami. “Los latinos han votado por la economía, porque apoyamos los valores familiares y porque no queremos que adoctrinen a nuestros hijos. Que les enseñen matemáticas e inglés, que los valores ya se los damos en casa”. En eso coincide Amy Palma, maquilladora de South Beach que decidió apoyar a DeSantis cuando vio que era “el único que durante la pandemia velaba por los pequeños empresarios” como ella. “Para muchos de nosotros, el teletrabajo era imposible. Yo no quiero vivir de los subsidios. Dicen que no es carismático, pero yo no estoy buscando un novio, sino un líder. Votaría por Santa Claus si me garantiza que puedo trabajar y ganar dinero”.
También valora que abriera los colegios: “Mis hijos sufrieron muchísimo con la educación en casa. No me gusta que el gobierno obligue a los padres a eso o a la vacunación, las mascarillas… aunque yo esté vacunada”. Palma ha acuñado un concepto para hablar de la gestión demócrata del coronavirus: “comunismo covid”.
Otro motivo de movilización entre sus simpatizantes hispanos, muchos de los cuales llegaron huyendo de regímenes autoritarios de izquierdas como Venezuela, Cuba o Nicaragua, hay que buscarlo en la política exterior de Biden. Esa fue la gota que colmó el vaso para Carolina Castillo, que fue demócrata durante 28 años y en mayo se convirtió tal vez en la nueva republicana más famosa de Florida.
Nacida en Colombia, empezó a cambiar de idea durante la pandemia. Luego, le molestó cómo Estados Unidos salió de Afganistán y sintió “puñalada, tras puñalada” con los gestos de acercamiento de Washington a los líderes izquierdistas de Latinoamérica, como Gustavo Petro, presidente de su país de origen. “Todos sabíamos que era un guerrillero, un criminal”, dice. "Ver a petristas en los equipos de destacados líderes progresistas de Miami me terminó de convencer. Dejé de reconocer a mi partido, convertido en una manada de socialistas. Los hispanos del sur de Florida no somos comunistas, por eso vivimos aquí. Cuando hice público mi cambio de bando, perdí amigos; pero yo no cambié, ¡fue el partido el que cambió!”.
“Los demócratas están desconectados de nuestros valores”, considera el analista cubano Giancarlo Sopo. “Los republicanos tienen una presencia constante en las comunidades. Los demócratas solo aparecen cada dos años con celebridades irrelevantes pidiendo el voto. Conozco a muchos que disfrutaron Hamilton, pero aún no he conocido a quien le importe lo que Lin-Manuel Miranda piense sobre política”.
Carmen Peláez, votante demócrata, cree que fue un error que el partido no peleara contra la retórica republicana de que Biden pertenece a la extrema izquierda. Cuenta que cerca de su casa en el área de la Calle 8, epicentro cubano de Miami, había un sitio de voto por adelantado. “Allí unas señoras gritaban que votar demócrata es votar comunismo. Yo entiendo que es un disparate, y que se nieguen a contradecirlo, pero aquí hubiera sido necesario hacerlo”. Su hermana Ana María, fundadora de Miami Freedom Project, organización que trata de fomentar la agenda progresista entre los hispanos, ve al menos esperanza en la elección por Orlando del demócrata Maxwell Alejandro Frost, el primer miembro de la generación Z en la Cámara de Representantes.
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