Art Basel: c¨®mo ¡®Miami Vice¡¯ se convirti¨® en la capital del mercado del arte en Am¨¦rica
La gran cita del coleccionismo en el continente cumple su 20? aniversario con una edici¨®n marcada por la incertidumbre econ¨®mica y el cambio en la direcci¨®n global de la organizaci¨®n, que asume Noah Horowitz
Art Basel Miami Beach, la mayor feria de arte de las Am¨¦ricas, festeja hasta el s¨¢bado su vig¨¦simo aniversario. Ten¨ªa que haber sido en 2021, aunque esta vez la culpa no fue del coronavirus. Todo estaba listo para su primera edici¨®n en 2001, pero cayeron las Torres Gemelas y comprar y vender arte se antoj¨® s¨²bitamente un asunto fr¨ªvolo en un escenario econ¨®mico incierto, as¨ª que sus organizadores decidieron retrasar un a?o aquel encuentro inaugural.
Como las galer¨ªas estaban seleccionadas y los espacios pagados, algunas decidieron viajar igualmente a la ciudad. Y el matrimonio formado por Rosa y Carlos de la Cruz, que estuvo implicado junto a otros influyentes coleccionistas en la gestaci¨®n del proyecto, les dio la bienvenida el primer d¨ªa abriendo las puertas de su casa en Key Biscayne. ¡°No hubo Art Basel, pero igualmente vino mucha gente. Fue como un ensayo¡±, recordaba Carlos este martes en el museo gratuito del Design District de Miami en el que la pareja muestra su extraordinaria colecci¨®n.
La hospitalidad de los De la Cruz es una tradici¨®n que se mantiene. El lunes pasado, otro sofocante lunes en este rinc¨®n de la Florida, el desfile de curiosos hacia la casa en primera l¨ªnea de mar fij¨®, como cada a?o con la ¨²nica interrupci¨®n de 2020, el a?o de la plaga, el inicio de la semana del arte en Miami: una org¨ªa de ferias alternativas, exposiciones, eventos corporativos, conciertos y fiestas que giran en torno al programa principal, que en esta edici¨®n ha marcado su r¨¦cord con 282 galer¨ªas de 38 pa¨ªses. Y ah¨ª la culpa s¨ª la tuvo la pandemia.
Cuando en 2021 sus organizadores se la jugaron con un evento presencial, por primera vez tras el par¨®n del coronavirus y en mitad del oto?o de la ¨®micron, muchas de las galer¨ªas invitadas, clientes de larga data, se dieron de baja en el ¨²ltimo minuto. ¡°O simplemente no pod¨ªan viajar o sus finanzas estaban bajo gran presi¨®n o sus artistas hab¨ªan dejado de producir; el caso es que nos pidieron un a?o de descanso¡±, recuerda Marc Spiegler, director global de Art Basel, un puesto de transici¨®n antes de que deje definitivamente la compa?¨ªa suiza tras ceder el tim¨®n a Noah Horowitz. Consejero delegado desde el mes de octubre, vuelve a casa: entre 2015 y 2021 dirigi¨® la franquicia estadounidense. ¡°Eso, unido a las urgencias sociales que 2020 trajo para el mundo del arte, especialmente en Estados Unidos, provoc¨® que invit¨¢ramos a muchas galer¨ªas afroamericanas, as¨ª como a negocios de ?frica y de Asia. En esta edici¨®n, regresaron esos grandes nombres a los que les hab¨ªamos guardado el sitio. Dado que no quer¨ªamos perder los progresos en le campo de inclusividad que hab¨ªamos hecho, solo quedaba una opci¨®n: expandir la feria a niveles nunca vistos¡±, a?ade Spiegler.
Como suele suceder con las historias de ¨¦xito, las piezas encajan ahora con m¨¢s obviedad que entonces. El alcalde de Miami Beach, Dan Gelber, recuerda echando mano de una referencia televisiva de los a?os ochenta que ¡°aquellos eran los tiempos de Miami Vice¡±. ¡°Los a?os de las luces de ne¨®n, las armas y las drogas; hoy, esta es una ciudad muy distinta, por suerte¡±. La feria matriz, una venerable empresa cultural asociada desde 1970 a la vieja Europa y a la muy seria Basilea, tambi¨¦n era diferente en el cambio de siglo, y la industria de la franquicia art¨ªstica a¨²n no se hab¨ªa desarrollado (desde entonces, han abierto sucursales en Hong Kong, en 2013 y, este a?o, en Par¨ªs).
Tal vez porque la ciudad de destino, Miami, carec¨ªa de pedigr¨ª cultural, la decisi¨®n pol¨ªtica fue re?ida, seg¨²n recuerda Gelber: cuatro votos contra tres aprobaron una apuesta incierta. ¡°Hace 20 a?os estaba el grupo de los optimistas y el de los pesimistas¡±, resume De la Cruz. ¡°Pronto qued¨® claro que los primeros ten¨ªan raz¨®n¡±.
El bando de los pesimistas
Spiegler, que se coloc¨® al principio en el bando de los pesimistas, viaj¨® a la primera edici¨®n desde Z¨²rich en calidad de reportero. En 2008, se convirti¨® en director de la feria de Miami, tras la salida de la empresa de Sam Keller. El martes pasado, Spiegler record¨® que los peri¨®dicos le dieron la bienvenida el primer d¨ªa de su primer a?o a los mandos con un titular que dec¨ªa que la Reserva Federal decretaba la llegada de una recesi¨®n (¡°exactamente la clase de noticias que deseas el d¨ªa en que inauguras un evento del mercado del arte¡±, brome¨®). Tambi¨¦n repas¨® otras tormentas que a lo largo de los a?os azotaron el barco: ¡°lluvias b¨ªblicas, el ataque de las mariquitas [en cierta ocasi¨®n, un visitante liber¨® miles de esos insectos en la zona VIP] y el apu?alamiento¡±. Con esto ¨²ltimo, Spiegler se refer¨ªa al acuchillamiento en 2015 de una visitante, que muchos tomaron por una performance, y no a su salida de la direcci¨®n; aparentemente, el proceso ha sido amigable y ambos han hecho esfuerzos estos d¨ªas por dejarlo claro.
El sucesor, Noah Horowitz, engord¨® despu¨¦s la lista de calamidades sufridas en estos 20 a?os: ¡°la crisis del zika [enfermedad que golpe¨® Florida en 2016], el hurac¨¢n Irma [2017], la renovaci¨®n del Centro de Convenciones [donde se ha celebrado siempre la feria] y el famoso pl¨¢tano¡±. Obviamente, Horowitz se refer¨ªa a la banana que hace tres a?os el artista Maurizio Cattelan peg¨® con cinta a la pared en un homenaje a Warhol por el que ped¨ªa 120.000 d¨®lares. Aquella fue para algunos la prueba definitiva de la decadencia de Occidente y, para otros, del inoxidable poder de la iron¨ªa en el arte.
Como cada a?o tiene su af¨¢n, este inaugur¨® su Art Basel el martes (para coleccionistas y periodistas) ensombrecido por los malos presagios econ¨®micos, una fortaleza del d¨®lar m¨¢s propia de hace dos d¨¦cadas, la inflaci¨®n galopante y el pinchazo de la criptoburbuja: la ca¨ªda en las ¨²ltimas semanas de transatl¨¢nticos del dinero virtual como FTX ha acallado una de las conversaciones m¨¢s recurrentes de la pasada edici¨®n, sobre la emergencia de los NFT, esos suced¨¢neos de piezas art¨ªsticas que, por resumirlo mucho, aplican la tecnolog¨ªa del bitcoin al coleccionismo.
La organizaci¨®n conf¨ªa en que tanto contratiempo financiero, todo un mundo para las clases medias y altas, no afecte a los s¨²per ricos que son capaces de gastar siete millones de d¨®lares en una pintura de Philip Guston o de Agnes Martin. Ambos artistas estadounidenses han sido las ventas m¨¢s altas hasta el momento, seg¨²n las cifras que facilit¨® la feria, a la que, a su vez, se las facilitaron las galer¨ªas, Hauser & Wirth y Pace, respectivamente.
Lo cierto es que el ¨¢nimo en la jornada inaugural, reservada a los coleccionistas y a la prensa, palideci¨® un tanto en comparaci¨®n con el de la edici¨®n pasada, tal vez porque entonces la fiesta regresaba tras un par¨®n en seco. No abundan en los pasillos de Art Basel Miami Beach las obras de r¨¦cord, aunque uno pod¨ªa comprar un Keith Haring por 4,5 millones aqu¨ª (Edward Tyler Nahem) y un Jean-Michel Basquiat por 3,4 millones un poco m¨¢s all¨¢ (en Simon Lee). Tambi¨¦n, admirar a Jaume Plensa (el artista) ante un plensa (la obra), una de sus caracter¨ªsticas cabezas de mujer, a la venta en Lelong. El escultor catal¨¢n estaba en la ciudad para la inauguraci¨®n al d¨ªa siguiente de una obra p¨²blica cerca del centro de convenciones. ¡°Algunos de mis mejores compradores est¨¢n aqu¨ª; las ferias son interesantes, permiten tender puentes para encuentros¡±, dijo Plensa, aunque a continuaci¨®n respondi¨® ¡°?no!¡±, categ¨®ricamente y entre risas, a la pregunta de si ¨¦l acudir¨ªa a una cita de estas caracter¨ªsticas si no fuera por trabajo.
Las condiciones del mercado
Los grandes coleccionistas, por su parte, madrugaron como de costumbre, aunque se comportaron con cautela. Preguntaron y reservaron, pero no remataron con la misma decisi¨®n las piezas m¨¢s caras. ¡°Los grandes precios van lentos. No se respira una gran urgencia, debido a las condiciones del mercado¡±, explic¨® el mi¨¦rcoles por la tarde Horowitz, que dijo que las cosas hab¨ªan ido mejor para las transacciones ¡°menores a las seis cifras¡± y ¡°a las galer¨ªas de tama?o medio¡±.
Horowitz se refer¨ªa a galer¨ªas como la espa?ola (y mexicana) Traves¨ªa Cuatro. Al final del primer d¨ªa, sus fundadoras, In¨¦s L¨®pez-Quesada y Silvia Ortiz, andaban decidiendo con qu¨¦ piezas reemplazar las que hab¨ªan vendido, mientras que en la mexicana OMR se respiraba el alivio. ¡°Este d¨ªa nunca suele fallar, es uno de los momentos clave del calendario para nosotros¡±, dijo su director, Crist¨®bal Riestra.
Riestra es, en esto, la voz de la experiencia: OMR pertenece al exclusivo grupo de los marchantes que no han desatendido nunca la llamada de Art Basel Miami Beach. ¡°Fue un antes y un despu¨¦s y cataliz¨® el mercado del arte en esta parte del mundo, y lleg¨® en un momento de cambio; hasta entonces las ferias eran bastante regionales, y a?adi¨® un punto sexy al mercado del arte¡±, a?adi¨®. Elba Ben¨ªtez (la embajada espa?ola la completan cinco espacios m¨¢s en el programa general y otro pu?ado de nombres propios en los eventos paralelos) tambi¨¦n es una pata negra; solo falt¨® en la edici¨®n de la pandemia. El martes, entre las piezas de Ignasi Aball¨ª y Cristina Iglesias se mostr¨® curiosa con el rumbo que tomar¨¢ la cita tras el cambio de direcci¨®n. Otro testigo privilegiado, el galerista David Castillo, uno de los tres de Miami presentes en la selecci¨®n, deposit¨® su voto de confianza en que Horowitz ahondar¨¢ en lo que la Art Basel ha hecho por la vitalidad de la ciudad en la que aterriz¨® hace 20 a?os.
Algunas de las propuestas m¨¢s interesantes aguardan, como es costumbre, en las zonas comisariadas. En la secci¨®n Meridians, por ejemplo, que re¨²ne piezas de gran formato en una selecci¨®n de Magal¨ª Arriola, la directora del Museo Tamayo de Ciudad de M¨¦xico, con un ¡°tema recurrente, el cuerpo¡±, que se deja ver en obras como la ¡°performance duracional¡± La silla, de la colombiana Mar¨ªa Jos¨¦ Arjona (representada por Rolf Art) o en los ba?istas mutilados de Jonathas de Andrade. En Nova y Positions, est¨¢n las galer¨ªas m¨¢s inexpertas con las propuestas m¨¢s arriesgadas; y en Survey, la parte dedicada a las piezas hist¨®ricas, uno puede admirar la obra del reci¨¦n desaparecido bater¨ªa de free jazz Milford Graves, las acciones argentinas de Lea Lublin (1929-1999) o jugar (literalmente) al casino en una pieza de 1984 del belga Guillaume Bijl.
Cerca de all¨ª, en Perrotin, la galer¨ªa que expuso la banana de Cattelan, otro juego atrae todos las miradas. Es un cajero autom¨¢tico y la firma el colectivo neoyorquino MSCHF. Uno mete su tarjeta de cr¨¦dito, la m¨¢quina le hace una foto y revela el saldo que el visitante tiene en la cuenta. Luego, el ingenio ordena la riqueza de cada cual a la manera de la lista de r¨¦cords de una de aquellas m¨¢quinas de marcianitos. El n¨²mero uno era el mi¨¦rcoles por la noche para un tipo con una camiseta rosa y cara de susto, que, a riesgo de sonar prejuicioso, nadie dir¨ªa que tiene un saldo de 2.989.381 d¨®lares.
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