Cosas de monos
Los inversores en banca espa?ola ganaron un 50% en meses. Pero con la quiebra de un banco en California entraron en p¨¢nico
El mono capuchino es un simio bastante listo. No est¨¢ al nivel de un orangut¨¢n, pero sabe manejar herramientas y preparar ung¨¹entos contra los par¨¢sitos. Keith Chen, un famoso economista especializado en comportamientos individuales, utiliz¨® en 2005 a siete monos capuchinos para intentar averiguar si pod¨ªan manejar dinero. El experimento se realiz¨® en la Universidad de Yale junto a la psic¨®loga cognitiva Laurie Santos. Y result¨® interesante.
En cuesti¨®n de medio a?o, los capuchinos aprendieron a manejar como dinero los discos plateados que Chen y Santos les hab¨ªan entregado. Cada mono empleaba los 12 discos que recib¨ªan peri¨®dicamente para comprar comida. Los investigadores, sorprendidos, dieron un paso m¨¢s y manipularon los precios. Las uvas subieron, la gelatina baj¨®. El objetivo consist¨ªa en ver hasta qu¨¦ punto los capuchinos se comportaban como un humano. Y lo hicieron. Pasaron a comprar menos uvas y m¨¢s gelatina.
Otro rasgo humano: uno de los capuchinos intent¨® robar la caja donde Chen y Santos almacenaban los discos plateados.
Los capuchinos incluso ahorraban. Uno de ellos ten¨ªa guardado un disco. Un d¨ªa, el mono ahorrador empez¨® a acariciar a otro y le entreg¨® el disco plateado. Chen crey¨® estar asistiendo a un hermoso acto de altruismo, pero no tard¨® en comprobar que se trataba de otra cosa. Tras unas cuantas caricias m¨¢s, el ahorrador penetr¨® a su colega de jaula. El coito dur¨® exactamente ocho segundos. Una vez concluido el acto, el capuchino que hab¨ªa cobrado a cambio de favores sexuales utiliz¨® el disco recibido para comprar uvas caras. Fue el primer caso de prostituci¨®n animal cient¨ªficamente documentado.
Chen (que a?os m¨¢s tarde utiliz¨® en parte sus experiencias con los capuchinos para establecer la pol¨ªtica tarifaria de la empresa Uber) decidi¨® que aquellos simios pod¨ªan ir m¨¢s lejos. ?l y Santos les ense?aron a apostar. Entraban en territorio desconocido. Los capuchinos no tardaron en disfrutar con el juego cuando ganaban monedas y a desesperarse cuando las perd¨ªan.
El economista se arm¨® con una monta?a de datos sobre movimientos burs¨¢tiles en Wall Street y cotej¨® esos datos con el comportamiento de los capuchinos. ¡°Lo que hac¨ªan¡±, declar¨® despu¨¦s Chen, ¡°era estad¨ªsticamente indistinguible de lo que hacen los humanos que invierten en Bolsa¡±. En ambos casos, el de los simios y el de los humanos, mandan la codicia y el p¨¢nico. Codicia cuando se gana y p¨¢nico cuando se pierde. Aunque lo ganado sea m¨¢s que lo perdido.
Los inversores en la banca espa?ola han ganado un 50% en pocos meses. Los bancos espa?oles batieron en 2022 todas las marcas en cuesti¨®n de beneficios. Pero en cuanto quebr¨® un banco en California entraron en p¨¢nico. No s¨®lo los espa?oles, porque en esto no hay distinciones nacionales: todos monos capuchinos.
Bueno, no todos. Los equivalentes humanos del mono ahorrador (el que pag¨® por sexo con su excedente monetario) y del mono ladr¨®n estar¨¢n aprovechando las bajadas burs¨¢tiles para comprar acciones baratas, o para seguir concediendo cr¨¦ditos caros, o para inventar un producto financiero que no entender¨¢ nadie y con el que se forrar¨¢n hasta la pr¨®xima crisis. La naturaleza es sabia. Y hay tipos muy listos.
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