El reto de amar en p¨²blico a los hombres
Un feminismo donde la mitad de la sociedad no se sienta interpelada es un feminismo condenado a disolverse en convencional ideolog¨ªa
Llevo a?os compartiendo p¨²blicamente una mirada feminista sobre la realidad, pero nunca me hab¨ªa sentido tan acompa?ada por la gran mayor¨ªa de la sociedad como cuando estall¨® el caso Rubiales. Lo que quiero decir es que nunca tantos hombres hab¨ªan alzado la voz para denunciar un acto sexista. Y no digo solo en p¨²blico, arrastrados quiz¨¢ por la presi¨®n medi¨¢tica, sino tambi¨¦n en los mensajes que recibo por privado en redes sociales. Esta vez, los insultos de se?oros fueron sustituidos, en su mayor¨ªa, por reflexiones feministas firmadas por varones. En este sentido, el caso Rubiales me ha recordado lo importantes que son los hombres para consolidar la revoluci¨®n feminista. Y lo necesario que es recordar que el feminismo asegura un mundo mejor para el conjunto de la sociedad, no solo para las mujeres.
Digo esto porque en ocasiones, y en seg¨²n qu¨¦ contextos, puede parecer que el feminismo es una lucha de mujeres contra hombres. As¨ª, la extrema derecha se esfuerza concienzudamente en construir este imaginario belicista en Europa para beneficiarse electoralmente. Su objetivo no es otro que captar votantes, ya sean varones que se sienten en peligro o mujeres que no se sienten c¨®modas en una din¨¢mica de guerra que incluye a sus padres, amantes o hermanos del lado del enemigo. Por lo dem¨¢s, la guerra de sexos es tan vieja como reaccionaria y se esfuerza en demostrar que cada derecho que ganemos las mujeres implicar¨¢ un retroceso para los hombres. Cuando la verdad es que los hombres son los primeros beneficiados por el feminismo. O si no, que se lo pregunten a todos los padres que se han ganado su derecho feminista a la baja por paternidad, por ejemplo.
Pero no solo la extrema derecha describe a las feministas como enemigas de los hombres. Sucede tambi¨¦n que, en ocasiones, los hombres son descritos por el feminismo como enemigos de las mujeres. Esto ¨²ltimo es dif¨ªcil de evitar en un contexto donde el machismo ha sido un trauma social que ha saltado, en los ¨²ltimos a?os, a la consciencia cultural de la mayor¨ªa de las mujeres. La denuncia, el grito y la indignaci¨®n son inevitables, adem¨¢s de necesarios. Y adem¨¢s las v¨ªctimas somos siempre nosotras y los agresores, siempre ellos. ?Es posible entonces la denuncia sin caer en la dial¨¦ctica reaccionaria de guerra de sexos? Creo que s¨ª. Y pienso que este es el reto m¨¢s importante que afrontar¨¢ el feminismo en los pr¨®ximos a?os para completar su revoluci¨®n: amar en p¨²blico a los hombres.
Desde mi punto de vista, un feminismo donde los hombres no se sientan interpelados es un feminismo condenado a disolverse en convencional ideolog¨ªa. Igual que cuando los obreros pensaron alguna vez que los enemigos eran los burgueses, sin darse cuenta de que el verdadero enemigo era la plusval¨ªa. Ahora el enemigo a batir no es el hombre, sino el g¨¦nero. Y por eso los hombres deben encontrar un rol en el feminismo para aquellos que no son agresores o enemigos. Huelga decir que los aliados no nos sirven, pues el objetivo de quienes abrazan este papel es siempre ideol¨®gico. Es decir, son los t¨ªpicos trepas, tipos m¨¢s interesados en el reparto de poder que toda ideolog¨ªa conlleva que en la transformaci¨®n social que el feminismo persigue. Un hombre feminista es otra cosa. Y por ello es hora de que los hombres sean definidos como sujetos pol¨ªticos feministas desde el propio feminismo. Son muchos los que se sienten asfixiados por la faja del g¨¦nero, igual que nosotras. Si¨¦ntanse todos (los dispuestos a remangarse), bienvenidos.
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