Martin Wolf, el liberal que cree en lo colectivo
El prestigioso analista del ¡®Financial Times¡¯, hijo de jud¨ªos que emigraron a Inglaterra, propone recalibrar la relaci¨®n de sociedad y mercado para reducir las desigualdades
Martin Wolf (Londres, 77 a?os) responde a las preguntas m¨¢s complejas de un modo articulado y pedag¨®gico, como si llevara toda la vida pens¨¢ndolas. Y no tiene reparo en admitir su impotencia cuando la respuesta se le escapa. Es el analista econ¨®mico jefe del Financial Times, adem¨¢s de adjunto a la direcci¨®n del diario. En la empresa period¨ªstica, como en otras, hay una hiperinflaci¨®n de cargos y t¨ªtulos cuya funci¨®n resulta difusa. En el caso de Wolf, la relevancia y profundidad de sus tribunas justifican por s¨ª solas el rango. Su nuevo libro, La crisis del capitalismo democr¨¢tico (Deusto), diagnostica, analiza y advierte del riesgo de desaparici¨®n de las democracias liberales que han garantizado casi tres cuartos de siglo de estabilidad y prosperidad, despu¨¦s de la II Guerra Mundial. A su manera, es un texto fundamental que rememora aquel El mundo de ayer, de Stefan Zweig ¡ª¡±Un gran amigo de mi padre, aunque bastante mayor que ¨¦l. Se conocieron muy bien¡±, recuerda Wolf a lo largo de una agradable charla en su min¨²sculo despacho en la redacci¨®n del FT.
Es poco habitual ver a Wolf con la guardia baja, sin su traje oscuro y la corbata. Creci¨® en un Reino Unido estable, democr¨¢tico y libre, pero tambi¨¦n desharrapado y en ruinas; bajo la contradicci¨®n de haber ganado la guerra y ser uno de los pa¨ªses de Occidente cuya econom¨ªa m¨¢s tard¨® en despegar. Sin embargo, defiende el tiempo que le ha tocado vivir como una de las ¨¦pocas m¨¢s largas de prosperidad y paz ¡ªcon la excepci¨®n de la antigua Yugoslavia y ahora Ucrania¡ª ¡°desde los tiempos del Imperio Romano¡±.
Hijo de un jud¨ªo dramaturgo que escap¨® de Viena a Inglaterra en 1937, al sospechar acertadamente de las intenciones de Adolf Hitler, y de una jud¨ªa holandesa que perdi¨® m¨¢s de 30 familiares en el Holocausto, Wolf acumula la experiencia hist¨®rica, el bagaje intelectual y el pesimismo racional necesarios para detectar se?ales preocupantes y advertir sobre ellas. Sigue siendo un defensor incondicional de las ventajas de la globalizaci¨®n, pero cree que Occidente debe activar su propio mecanismo de defensa externa, frente al ¡°autoritarismo capitalista¡± de Rusia, Turqu¨ªa o India, o al ¡°capitalismo burocr¨¢tico¡± de China ¡ªotra forma de autoritarismo, concluye, por su deriva de corrupci¨®n y favoritismo¡ª, y su mecanismo de defensa interna, frente a populismos como el del Donald Trump, en Estados Unidos, o Viktor Orban en Hungr¨ªa.
Defiende Wolf que democracia y capitalismo son dos opuestos complementarios. De ah¨ª el t¨ªtulo de un libro que es sobre todo la defensa de las democracias liberales. Es un matrimonio complicado de sostener en el tiempo, pero indispensable para que ambas partes salgan beneficiadas. No funciona la econom¨ªa de mercado sin un entorno democr¨¢tico, que sostenga el estado de derecho y la igualdad de sus ciudadanos ante la ley. Ni prospera la democracia sin la protecci¨®n de la libre iniciativa privada. Pero hay muchos matices y correcciones necesarias despu¨¦s del destrozo ocasionado por errores hist¨®ricos, como el legado de desigualdad y baja productividad que dej¨® tras de s¨ª la crisis financiera de 2008.
¡°Mis opiniones han cambiado a medida que el mundo ha ido avanzando. No pido disculpas por esto. Aquellos que no cambian de opini¨®n a lo largo de su vida no dedican tiempo a pensar¡±, expresa el autor en el inicio de su libro. Una declaraci¨®n de intenciones, pero tambi¨¦n una firme voluntad de analizar sin anteojos ni prejuicios la realidad socioecon¨®mica y pol¨ªtica actual. Es el mejor modo de espantar fantasmas del pasado y veleidades ignorantes de algunos l¨ªderes contempor¨¢neos. ¡°Tanto la izquierda como la derecha ¡ªm¨¢s la derecha¡ªse sienten liberadas para resucitar ideas del pasado, porque nadie recuerda realmente lo que supon¨ªa vivir bajo esas ideas. Me sorprende el modo en que pol¨ªticos, intelectuales y propagandistas juegan con todo tipo de fantas¨ªas¡±, reflexiona Wolf.
Sin atribuirse la soluci¨®n milagrosa a todos los males que aquejan a las actuales democracias, el periodista y analista plantea un programa de respuestas completo y preciso para intentar reforzarlas. El primer paso es conminar a las personas a dejar de pensar como individuos privados y rescatar un concepto de ciudadan¨ªa, de responsabilidad colectiva. ¡°Ha desaparecido esa gran llamada que convoc¨® a los alemanes, al final de la Segunda Guerra Mundial, para reconstruir su pa¨ªs. O a los espa?oles, despu¨¦s de la dictadura de Franco, para construir un r¨¦gimen democr¨¢tico. Ahora la pol¨ªtica se ve como algo innecesario o sucio¡±.
Como todos los pensadores honestos que no sepultan sus an¨¢lisis con apriorismos pol¨ªticos, Wolf es consciente de que la recuperaci¨®n de las democracias liberales ¡ªsi a¨²n es posible¡ª requerir¨¢ un esfuerzo colosal por parte del Estado. Habr¨¢ que pagar muchos m¨¢s impuestos para financiar una educaci¨®n, una sanidad y unos servicios p¨²blicos que son los verdaderos igualadores de la ciudadan¨ªa. Ser¨¢ necesario garantizar trabajo para todos aquellos preparados y dispuestos a trabajar, as¨ª como una retribuci¨®n justa, a trav¨¦s del salario m¨ªnimo y otros refuerzos. No le gustan demasiado ideas como la de la Renta B¨¢sica Universal, pero su talante intelectual le obliga a no cerrarse en banda. Simplemente, cree que hay caminos m¨¢s eficaces para impulsar a los m¨¢s vulnerables sin necesidad de usurparles el sentimiento de dignidad y contribuci¨®n a la prosperidad colectiva que proporciona tener un empleo.
Toda la vida le ha acompa?ado la frase inscrita en griego cl¨¢sico en el Templo de Apolo, en la ciudad de Delfos: ¡°Nada en exceso¡±. Desde esa templanza, sin embargo, Wolf reclama a los ciudadanos que despierten antes de que sea demasiado tarde, si no quieren perder lo que hasta ahora han dado por seguro.
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