La deslocalizaci¨®n est¨¢ mal vista. Proliferan las ¡®econom¨ªas patri¨®ticas¡¯
Para muchos gobiernos, hoy es m¨¢s importante la seguridad econ¨®mica que la eficacia
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El acontecimiento es bastante conocido: en el oto?o del a?o 2008, cuando parec¨ªa que todo era posible en la econom¨ªa mundial, la reina Isabel II acudi¨® a la London School of Economics y pregunt¨® a sus acad¨¦micos por qu¨¦ hab¨ªa llegado la crisis y por qu¨¦ nadie la hab¨ªa advertido. Preguntas tan ingenuas revelaban un doble fracaso, el del sistema econ¨®mico (el capitalismo) y el de los economistas que no entendieron qu¨¦ estaba sucediendo. Ahora volvemos a vivir tiempos de incertidumbre, en los que se mezclan un crecimiento an¨¦mico con altas dosis de inflaci¨®n y monta?as de deuda p¨²blica, aparcadas por ah¨ª. ?Suceder¨¢ lo mismo?
Los ejes del trilema de Dani Rodrik se est¨¢n moviendo. Este economista norteamericano de origen turco, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales y premio Albert Hirschman, mostr¨® hace m¨¢s de una d¨¦cada que las sociedades no pueden sostener al mismo tiempo altos niveles de globalizaci¨®n, soberan¨ªa nacional y democracia. Solo exist¨ªa la posibilidad de ofrecer a la ciudadan¨ªa dos de tres de esos ejes y la mayor parte de los pa¨ªses hab¨ªa escogido la globalizaci¨®n y la democracia a costa de reducir la soberan¨ªa nacional. Al elevar los niveles de dos cualesquiera de los tres ejes, el tercero tiende a resentirse y verse afectado negativamente.
Esto es lo que est¨¢ variando. Desde la pandemia y, sobre todo, desde el confinamiento como principal consecuencia ¡ªm¨¢s all¨¢ de la espantosa mortandad¡ª, la globalizaci¨®n est¨¢ perdiendo legitimidad pol¨ªtica y aumentan las llamadas a Estados nacionales m¨¢s protegidos. No es que la globalizaci¨®n haya desaparecido, es que existe una lenta tendencia a equilibrarla. Cuenta en ello que desde la Gran Recesi¨®n de 2008 la econom¨ªa mundial vive una sucesi¨®n de picos de sierra; esta disfuncionalidad no parece transitoria sino estructural. Desde entonces, las pol¨ªticas p¨²blicas tienden a ser entendidas de manera diferente: no como ¡°intervenciones¡± en la econom¨ªa, como si los mercados existieran independientemente de las instituciones p¨²blicas y de las condiciones sociales y ambientales en las que se insertan. La tarea de las pol¨ªticas p¨²blicas no ser¨ªa solo ¡°corregir¡± las fallas de unos mercados que de otro modo ser¨ªan libres, sino que se trata m¨¢s bien de ayudar a crear los mercados y darles forma para lograr la producci¨®n y la distribuci¨®n justa del valor econ¨®mico (Mariana Mazzucato en Otro capitalismo tiene que ser posible, Siglo XXI).
El semanario The Economist, con esa capacidad para crear realidades medi¨¢ticas, ha escrito acerca de las homeland economics (algo as¨ª como ¡°econom¨ªas patri¨®ticas¡±) para definir lo que est¨¢ sucediendo: la vuelta a la vieja econom¨ªa industrial con el objeto de superar las deficiencias detectadas: inseguridad econ¨®mica por falta de determinados productos estrat¨¦gicos, fallos en la cadena de suministros con un transporte encarecido por la inflaci¨®n (cuyo origen est¨¢ en la energ¨ªa, motivada por la geopol¨ªtica: las guerras de Ucrania y de los israel¨ªes y palestinos), repliegues nacionales relacionados con la b¨²squeda de la seguridad antes que con la eficacia¡, y tambi¨¦n gobiernos m¨¢s atentos para proteger a sus empresas estrat¨¦gicas, compitiendo sin complejos entre s¨ª por la naturaleza y la cantidad de ayudas p¨²blicas, etc¨¦tera. A eso antes se lo llamaba proteccionismo. Incluso se ha vuelto a la categor¨ªa empresarial de los ¡°campeones nacionales¡±. Se han acabado las facilidades para la deslocalizaci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas hacia pa¨ªses con sueldos m¨¢s bajos y condiciones laborales m¨¢s deficientes, cuyo resultado ha sido la exportaci¨®n de industrias muy importantes y la creaci¨®n de empleo solo en el exterior. Ahora la deslocalizaci¨®n est¨¢ mal vista por el mainstream econ¨®mico.
Esta globalizaci¨®n a c¨¢mara lenta tiene al menos dos caracter¨ªsticas m¨¢s. La primera ya se ha se?alado: hay un reemplazo del libre comercio y los flujos de capital en las preferencias de los gobiernos por la seguridad de un Estado m¨¢s protector. La segunda es la m¨¢s inquietante: el ¡°matrimonio forzoso¡± entre capitalismo y democracia se pone frecuentemente en peligro, en detrimento de la segunda. Quiz¨¢ haya otra pr¨®xima alteraci¨®n en el trilema de Rodrik, esta vez poco deseada.
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