Seis preguntas clave para 2024
El sentido en que se resuelvan los interrogantes que van a marcar el a?o determinar¨¢ si se abren nuevas crisis u oportunidades
?C¨®mo gestionaremos la posguerra (si llega) en Gaza y Ucrania? ?Regularemos por fin el uso del m¨®vil entre los menores de 16 a?os? ?Hay algo que sea capaz de frenar a Trump en su camino a la Casa Blanca? ?Seremos capaces de construir una inteligencia artificial general? ?Lograremos que los h¨¢bitos sostenible sean tendencia? ?Recuperaremos la ciudad como un lugar asequible para vivir? Son algunas de las cuestiones que se nos plantean este a?o y que ser¨¢n objeto de debate.
La crueldad de la guerra tanto en Gaza como en Ucrania obliga a proyectar un futuro en el que cesen las hostilidades,...
?C¨®mo gestionaremos la posguerra (si llega) en Gaza y Ucrania? ?Regularemos por fin el uso del m¨®vil entre los menores de 16 a?os? ?Hay algo que sea capaz de frenar a Trump en su camino a la Casa Blanca? ?Seremos capaces de construir una inteligencia artificial general? ?Lograremos que los h¨¢bitos sostenible sean tendencia? ?Recuperaremos la ciudad como un lugar asequible para vivir? Son algunas de las cuestiones que se nos plantean este a?o y que ser¨¢n objeto de debate.
?C¨®mo gestionaremos la posguerra (si llega) en Gaza y Ucrania?
La crueldad de la guerra tanto en Gaza como en Ucrania obliga a proyectar un futuro en el que cesen las hostilidades, aun si ese horizonte no parece inminente. En Gaza, la ofensiva de Israel se prolonga ya tres meses. En Ucrania, la invasi¨®n a gran escala desatada por Rusia pronto cumplir¨¢ dos a?os. En ninguno de los dos casos el ah¨ªnco con el que el mundo ¡ªy particularmente Occidente¡ª dice buscar la paz se traduce en soluciones tangibles.
La posguerra de Ucrania tendr¨¢ una particularidad para la Uni¨®n Europea que la distingue de cualquier otro conflicto. Porque el club comunitario ha unido su futuro al de Kiev al abrir negociaciones de adhesi¨®n, un proceso que por primera vez se activa con un pa¨ªs invadido. Se trata de un gesto de enorme calado, adoptado en la ¨²ltima cumbre europea de 2023. Desde entonces, Ucrania tiene, leg¨ªtima y legalmente, la expectativa de incorporarse alg¨²n d¨ªa a esa mesa en la que hoy se sientan 27 Estados unidos por una realidad irrefutable: la paz. La UE deber¨¢ implicarse (con dinero, con exigencia de reformas y con buenas dosis de mano izquierda) para reconstruir un pa¨ªs devastado y, al mismo tiempo, acometer una transformaci¨®n interna que permita absorber a un territorio m¨¢s extenso que cualquiera de los que ahora conforman la familia europea.
En Gaza, el liderazgo pol¨ªtico para esbozar el futuro de la Franja tras las bombas corresponde mucho m¨¢s a Estados Unidos. La Administraci¨®n de Biden ya bosqueja ¡ªde momento sin ¨¦xito¡ª qu¨¦ tipo de autoridad debe gobernar el enclave palestino una vez Israel detenga su asedio. Pero la UE no debe permanecer ajena a esos esfuerzos. El bloque comunitario es el principal proveedor de asistencia externa a Palestina en general y a Gaza en particular. Su papel no puede limitarse a reconstruir escuelas hasta que la pr¨®xima ofensiva israel¨ª las reduzca a escombros. Por Luc¨ªa Abell¨¢n
?Puede algo frenar a Trump en su camino a la Casa Blanca?
A 10 meses de las elecciones, Donald Trump se mueve con destino a la Casa Blanca como un tren de mercanc¨ªas desbocado al que fiscales, jueces y rivales pol¨ªticos tratan sin ¨¦xito de aplicarle sus frenos de emergencia.
De momento, ninguno de sus contrincantes parece capaz de pararlo en su aspiraci¨®n de obtener la designaci¨®n republicana y de revalidar su enfrentamiento con Joe Biden. S¨ª, se enfrenta a cuatro casos penales por un total de 91 delitos; por sus intentos de subvertir el resultado electoral leg¨ªtimo de 2020, por su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, por el manejo de los papeles secretos que se llev¨® sin permiso cuando dej¨® el cargo a su mansi¨®n de Mar-a-Lago, y por un pago en negro a una actriz porno para que callara sobre una relaci¨®n extramatrimonial poco antes de su victoria en las urnas en 2016. Pero eso tampoco podr¨ªa ser suficiente: que lo declararan culpable de cualquiera de esos delitos no le impedir¨ªa aspirar a la presidencia, ni siquiera si acabara en la c¨¢rcel.
Hasta se ha desempolvado una provisi¨®n de la Constituci¨®n (secci¨®n tercera, decimocuarta enmienda) que impide a los participantes en una insurrecci¨®n presentarse a un cargo p¨²blico si antes juraron serle fieles. Dos Estados han decidido que cabe aplicarle esa prohibici¨®n, aunque la ¨²ltima palabra ser¨¢ seguramente de un Supremo con supermayor¨ªa conservadora y con tres magistrados nombrados por el propio Trump, as¨ª que parece poco probable que lo inhabiliten.
Cada vez que se activa un nuevo freno de emergencia, gana simpatizantes entre quienes creen que los intentos de detenerlo obedecen a una persecuci¨®n pol¨ªtica que teme que las urnas se pronuncien. De modo que, a 10 meses de las elecciones, la respuesta a la pregunta qu¨¦ podr¨ªa evitar una colisi¨®n del expreso Trump con la Casa Blanca tal vez solo sea una: los votantes. Por Iker Seisdedos
?Recuperaremos al ciudad como un lugar donde poder vivir?
La ciudad se est¨¢ transformando. El escenario en el que, seg¨²n Naciones Unidas, vivir¨¢ en 2050 el 80% de la poblaci¨®n mundial, sufre graves problemas relacionados con la gentrificaci¨®n, el turismo masivo, el sobrecrecimiento o la segregaci¨®n entre ricos y pobres. Corre el riesgo de perder su condici¨®n de crisol ciudadano para la convivencia, donde nacen las grandes ideas de la humanidad, y convertirse en un producto para competir en el mercado global, tratando de atraer a toda costa flujos de turismo e inversi¨®n.
Consumo de lujo, cultura espectacular, grandes acontecimientos deportivos, congresos profesionales con contraparte de ocio, vanguardia gastron¨®mica, chispeante vida nocturna, turismo de compras o el m¨¢s llamativo alumbrado navide?o son algunos de los atractivos que se esfuerzan en ofrecer las ciudades. Un modelo grandilocuente que piensa m¨¢s en el exterior que en el interior, olvidando a los vecinos, y que prima los trabajos de producci¨®n frente a los de reproducci¨®n y cuidados.
La subida de los precios de la vivienda, convertida en un modo de inversi¨®n en vez de en un derecho fundamental, y presionados por la especulaci¨®n y la proliferaci¨®n de pisos tur¨ªsticos, expulsa a la poblaci¨®n y provoca el vaciamiento de los centros urbanos, convertidos en escenarios de cart¨®n piedra para la pr¨¢ctica del comercio y el turismo. El tan cacareado parque tem¨¢tico.
Hay cierto consenso te¨®rico en la necesidad de una ciudad m¨¢s verde y sostenible, m¨¢s vivible, donde se limen las desigualdades y se ponga el foco en los vecinos. Una ciudad de dimensiones humanas como el modelo de la ciudad de los 15 minutos. Lo dicen los Objetivos de Desarrollo Sostenible: ¡°Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles¡±, y para conseguirlo existe la Nueva Agenda Urbana de la ONU. En 2024 se celebrar¨¢ el primer Encuentro Iberoamericano de Ciudades. Pese a los consensos, falta la voluntad pol¨ªtica. Por Sergio C. Fanjul
?Lograremos que los h¨¢bitos sostenibles sean tendencia?
En 2019 Greta Thunberg escribi¨® en Instagram: ¡°Se avecinan cambios, te guste o no¡±. Alguna luminaria del obsoleto mundo de la energ¨ªa f¨®sil como Donald Trump se rio de ella, pero el tiempo parece estar dando la raz¨®n a la sueca, y cada vez m¨¢s gente est¨¢ cambiando sus h¨¢bitos: ocho de cada diez personas en Espa?a separan los residuos en casa; el 75% de los j¨®venes tienen muy en cuenta la sostenibilidad a la hora de comprar; aumenta la presencia de transportes menos contaminantes como el tren, el tranv¨ªa o los autobuses, bicicletas y coches el¨¦ctricos, y la mitad de la electricidad generada en Espa?a procede de fuentes renovables.
M¨¢s pistas: la econom¨ªa circular, que hace apenas unos a?os parec¨ªa una cosa de hippies, ahora es recomendada por The Economist, Cisco o IESE. Y analistas como MSCI, que todo lo monitorean, dicen que en 2024 la sostenibilidad es una necesidad imperativa y tambi¨¦n una oportunidad de negocio. ¡°El ritmo de esta transici¨®n ser¨¢ m¨¢s lento de lo que desean los defensores de la sostenibilidad, pero la inevitabilidad de este cambio est¨¢ alcanzando escala de mercado¡±, concluye un informe de GreenBiz.
¡°Se percibe que la ciudadan¨ªa tiene cada vez m¨¢s conciencia de la necesidad de ir hacia la sostenibilidad¡±, afirma Jos¨¦ Manuel Guti¨¦rrez, investigador del CSIC y miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico (IPCC).
La mala noticia es que vamos demasiado lentos. ¡°Es como si nos estuvi¨¦ramos achicharrando en el horno, pero como la temperatura sube poco a poco, no nos damos cuenta¡±, advierte Guti¨¦rrez. El petr¨®leo, el carb¨®n, el gas natural y el consumismo desaforado nos est¨¢n llevando al colapso clim¨¢tico, por lo que nos tenemos que involucrar todos ¡ªEstados, empresas, ciudadan¨ªa¡ª para cambiar el rumbo. Como dice el explorador Robert Swan, la mayor amenaza para nuestro planeta es la creencia de que otro lo salvar¨¢. Por Mar Padilla
?Regularemos el uso del m¨®vil entre los menores de 16 a?os?
Se dec¨ªa de ellos que eran nativos digitales, que sus cerebros se desarrollar¨ªan de forma diferente y que gracias a la llamada ¡°multitarea¡± ser¨ªan capaces de procesar informaci¨®n a trav¨¦s de soportes digitales de forma incluso m¨¢s eficiente que con el anal¨®gico papel. La fiebre por la carrera tecnol¨®gica llev¨® a cientos de familias a entregar un m¨®vil a sus hijos a edades tempranas sin reparar en los posibles da?os. Tambi¨¦n las escuelas abrieron sus puertas a los nuevos dispositivos y parec¨ªa una buena opci¨®n usar el smartphone personal en clase para la resoluci¨®n de tareas. Ahora la competici¨®n es a la inversa: la falta de l¨ªmites de las tecnol¨®gicas, la desprotecci¨®n de los menores y el consumo abusivo de redes sociales o webs porno ha llevado a las familias, las instituciones y los centros educativos a buscar la forma de frenar ese uso.
Siguiendo la estela de pa¨ªses como el Reino Unido o Francia, que han aprobado normativas para limitar el uso en el ¨¢mbito escolar ¡ªSuecia es uno de los casos m¨¢s extremos, ha paralizado su plan de digitalizaci¨®n en las escuelas para fomentar los libros de texto¡ª, el Ministerio de Educaci¨®n espa?ol ha planteado prohibir el acceso de los m¨®viles a las aulas. Seg¨²n la Unesco, tener el m¨®vil encima del pupitre durante una lecci¨®n y recibir una notificaci¨®n puede suponer para el alumno una distracci¨®n de 20 minutos, que es lo que tarda en recuperar su atenci¨®n. La Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos dise?a una herramienta eficiente de verificaci¨®n de la edad para mostrar a las tecnol¨®gicas que s¨ª se puede. En un pa¨ªs donde siete de cada 10 ni?os entre 10 y 15 a?os tienen m¨®vil, la batalla m¨¢s dif¨ªcil se libra en el ¨¢mbito dom¨¦stico: un 60% de los adolescentes no tiene normas en casa para el uso de los dispositivos digitales. Por Ana Torres Men¨¢rguez
?Construiremos una inteligencia artificial general?
La inteligencia artificial (IA) puede convertirse en un asistente que nos har¨¢ la vida m¨¢s f¨¢cil. O en una herramienta que nos sustituir¨¢ y nos dejar¨¢ sin trabajo. O en otra burbuja.
Pero las empresas como OpenAI no se conforman con eso: su objetivo es programar una inteligencia artificial general, es decir, un programa consciente que piense como los humanos. Este ser¨ªa el primer paso hacia una superinteligencia que puede convertirse en la clave para solucionar todos los problemas, incluso la muerte, o, al contrario, en el fin de nuestra existencia.
No es f¨¢cil: no sabemos c¨®mo definir la consciencia ni la inteligencia, y hay mucho que desconocemos sobre el funcionamiento del cerebro. Construir una inteligencia artificial viene a ser como cuando en la Edad Media los ilustradores intentaban dibujar animales que no hab¨ªan visto nunca y sus elefantes terminaban siendo jabal¨ªes narigudos.
Adem¨¢s, la IA ha conseguido ¨¦xitos en entornos muy complejos, pero con reglas claras, como el ajedrez. En cambio, tiene m¨¢s dificultades en entornos abiertos e imprevisibles, como la conducci¨®n aut¨®noma. Una inteligencia artificial general ha de ser capaz de enfrentarse a millones de factores muy dif¨ªciles de predecir y, a menudo, con normas que no todos respetamos siempre.
A la IA tampoco le va muy bien cuando depende demasiado del material con el que la han alimentado, y muestra sesgos, plagia a ilustradores o desvela dependencias de programaci¨®n: si ChatGPT no sabe qu¨¦ decir, inventa, porque est¨¢ dise?ado para generar contenido. Resulta dif¨ªcil pensar que de ah¨ª vaya a salir una inteligencia humana, a no ser que sea una inteligencia chapucera, limitada y llena de prejuicios, lo que no es descartable ni se aleja mucho de lo que conocemos.
La IA puede ser una herramienta ¨²til. O una amenaza. O ambas cosas. Pero una IA general quiz¨¢s sea una meta inalcanzable. Lo que s¨ª es probable es que alguno se atreva a decir que lo ha logrado, aunque sea mentira. Por Jaime Rubio Hancock
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