La batalla cultural llega al mundo de la gran empresa: beneficios o activismo
Una parte de la derecha est¨¢ regresando a la vieja tesis ¡®friedmanita¡¯ de que la ¨²nica obligaci¨®n de una empresa es ganar dinero
Ac¨¦rquense a los medios de comunicaci¨®n. F¨ªjense en su publicidad. Aparecen en ella anuncios de empresas, preferentemente financieras o energ¨¦ticas, que se refieren a s¨ª mismas como inclusivas, renovables, socialmente ¨²tiles, bien gobernadas, etc¨¦tera. Valores que, en el pasado, no eran resaltados de modo suficiente. Antes solo hab¨ªa dos tipos de empresas, las rentables y las que estaban en p¨¦rdidas. Ha llegado a las empresas la batalla cultural: el mercado de las ideas.
La triada ¡°medioambiental, social y gobernanza corporativa¡± (ESG, en sus siglas en ingl¨¦s) aparece por primera vez en 2004, en un informe propiciado por el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, que firmaron algunos de los bancos m¨¢s importantes del mundo, como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Deutsche Bank, Credit Suisse, BNP Paribas¡ Se titulaba Quien se preocupa, gana y conten¨ªa una serie de recomendaciones. La forma en que las empresas manejaran las cuestiones relacionadas con el cambio clim¨¢tico, sociales, de buena gobernanza, podr¨ªan contribuir al ¡°desarrollo sostenible de las sociedades en las que operan¡± y al mismo tiempo ¡°aumentar el valor para el accionista¡±; en consecuencia, tendr¨ªan un fuerte impacto en su reputaci¨®n. Hab¨ªa que invertir teniendo en cuenta las preocupaciones sobre el medio ambiente y los distintos recursos, intentando beneficiar a la sociedad con esas decisiones, y dirigir las empresas con criterios inclusivos y de transparencia.
Cuenta esta historia el periodista Ram¨®n Gonz¨¢lez F¨¦rriz en su ¨²ltimo libro, Los a?os peligrosos. Por qu¨¦ la pol¨ªtica se ha vuelto radical (Debate). Los criterios ESG se instalaron en la cultura empresarial y trataron de responder a un c¨¦lebre art¨ªculo de Milton Friedman, publicado en The New York Times en 1970, titulado expresivamente La responsabilidad social de las empresas consiste en aumentar los beneficios. En ¨¦l, el padre de la Escuela de Chicago definir¨ªa el capitalismo de las d¨¦cadas siguientes: las empresas creen que defienden el libre mercado cuando dicen que no solo se preocupan de los beneficios sino tambi¨¦n de los fines sociales deseables, y que las empresas tienen ¡°conciencia social¡±. En realidad, defiende Friedman, quienes hablan as¨ª, por muy empresarios que se digan, propagan ¡°socialismo puro¡±; las empresas ¡°tienen una y sola responsabilidad social: utilizar sus recursos y llevar a cabo actividades concebidas para aumentar los beneficios de acuerdo con las reglas del juego¡±.
Estas tesis friedmanitas, consideradas despiadadas durante mucho tiempo, fueron embestidas, al menos te¨®ricamente, por los criterios ESG. Ahora se retoma aquella batalla entre dos formas diferentes de entender el capitalismo. En la actualidad, siguiendo el soplo derechista que parece ser tendencia en casi todas las partes, cambia el sentido. Seg¨²n la cr¨®nica de Miguel Jim¨¦nez Una propuesta de ley pide c¨¢rcel por invertir con criterios sociales en EE UU, EL PA?S del 22 de enero pasado, los gobiernos republicanos de Florida, Texas, Luisiana y Carolina del Sur han castigado a firmas de inversi¨®n por abrazar los criterios ESG, y m¨¢s de una docena de Estados republicanos est¨¢n promoviendo leyes anti-ESG para impedir que se gestionen fondos p¨²blicos con esos criterios o que se concedan licitaciones a empresas que los apliquen de forma que consideren discriminatoria.
Unos meses antes de las elecciones presidenciales que pueden volver a llevar al empresario Donald Trump a la Casa Blanca, el Partido Republicano ha emprendido una ofensiva contra el uso de las pautas citadas en las decisiones de inversi¨®n porque las consideran activismo progresista. El esquema argumental es el siguiente: inversiones ESG, ganancias no percibidas, activismo social y pol¨ªtico, capitalismo woke.
He aqu¨ª el modo en que las empresas se han convertido en uno de los frentes de la guerra cultural en EE UU. Como subraya Gonz¨¢lez F¨¦rriz, de todos los cambios que se han producido en el mercado de las ideas tal vez el del relato de las empresas haya sido el m¨¢s sorprendente. Hay una parte de la derecha que entiende que los aspectos progresistas que parecieron abrazar algunas grandes empresas (energ¨¦ticas, financieras, tecnol¨®gicas¡) responden a una conjura globalista.
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