?Qu¨¦ es terrorismo?
No existe a¨²n una definici¨®n universal de la barbarie. Es la pol¨ªtica la que define qu¨¦ es o no un acto terrorista. La reciente negociaci¨®n de la ley de amnist¨ªa para los condenados por el ¡®proc¨¨s¡¯ reactiva el debate
El caso del canadiense Nathaniel Veltman es ejemplar, de libro. A sus 20 a?os, el 6 de junio de 2020 seg¨® la vida de cuatro miembros de la familia Afzaal, musulmanes de origen paquistan¨ª, embisti¨¦ndolos con su furgoneta en la provincia canadiense de Ontario. Tras cometer el asesinato m¨²ltiple, se fue a un centro comercial, llam¨® a la polic¨ªa, confes¨® y se entreg¨®. Veltman formaba parte de una familia desestructurada, de padres divorciados, pero cristiana fundamentalista. En el interrogatorio, el chico declar¨® que mat¨® a los Afzaal tras meses planeando atentar contra musulmanes por el simple hecho de serlo; que quer¨ªa mandar un mensaje a otros j¨®venes blancos para que hicieran lo mismo: asesinar con sus coches a ciudadanos que profesaran el islam, entre ellos a ni?os, con el objetivo de que el impacto, el terror, fuera mayor. Quer¨ªa generar en esa comunidad una sensaci¨®n de inseguridad para que abandonaran el pa¨ªs. El pasado 22 de febrero, la jueza Renee Pomerance le sentenci¨® a cadena perpetua. La magistrada no quiso pronunciar su nombre, pero dej¨® una cosa clara: es un terrorista, y lo que hizo, un ¡°caso de libro¡± de terrorismo.
El atentado de Veltman es uno de los ¨²ltimos ejemplos tr¨¢gicos que permiten, a trav¨¦s de la descripci¨®n de los hechos, construir una definici¨®n casi universal de terrorismo. En este sentido, el fallo de la jueza Pomerance ha aportado una novedad: es la primera sentencia en Canad¨¢ que califica como terrorista un ataque ejecutado por supremacistas blancos. Y eso que masacres de estas caracter¨ªsticas ha habido otras en el pa¨ªs norteamericano, como la que acab¨® con la vida de seis personas en una mezquita de Quebec en enero de 2017.
El terrorismo es quiz¨¢ el delito m¨¢s grave cometido en un contexto no b¨¦lico. La calificaci¨®n de un acto como terrorista es tambi¨¦n una de las m¨¢s debatidas, tanto en el escenario nacional como en el internacional. Y en contextos alejados en ocasiones de forma sideral. Si en Canad¨¢ caus¨® sorpresa la descripci¨®n del delito de Veltman, en Espa?a, el t¨¦rmino terrorismo es tambi¨¦n hoy materia de debate. El Tribunal Supremo tiene abierta una causa contra el expresidente del Gobierno catal¨¢n Carles Puigdemont, entre otros, por posible delito de terrorismo en las protestas y disturbios independentistas de 2019. Algunos de los encausados huyeron a Suiza. La Oficina Federal de Justicia del pa¨ªs helv¨¦tico, tras recibir de tribunales espa?oles una comisi¨®n rogatoria, ha descrito aquellos actos de ¡°car¨¢cter pol¨ªtico¡±, cuestionando, por tanto, su naturaleza terrorista.
¡°Las diferentes experiencias nacionales e hist¨®ricas de los Estados no solo moldean su comprensi¨®n de lo que es y lo que no es el terrorismo¡±, se?ala en un intercambio de correos Simon Copeland, investigador del centro de an¨¢lisis brit¨¢nico RUSI, ¡°sino tambi¨¦n sus marcos legislativos para abordar la violencia por motivos pol¨ªticos, lo que complica a¨²n m¨¢s los requisitos de una definici¨®n universal¡±. El caso espa?ol da para mucho, en l¨ªnea con lo se?alado por Copeland sobre la influencia de la experiencia nacional. ETA, primero, y el yihadismo, despu¨¦s, han obligado a actuar en el terreno pol¨ªtico y jur¨ªdico: en el a?o 2000, y tras varios atentados, el PSOE y el Partido Popular sellaron el llamado Pacto Antiterrorista con el fin de, precisamente, evitar que la lucha contra la banda armada de origen vasco fuera instrumentalizada pol¨ªticamente. Quince a?os despu¨¦s fue el crecimiento del Estado Isl¨¢mico (ISIS) el que motiv¨® la reforma del C¨®digo Penal para adaptar la ley al combate del terrorismo yihadista.
M¨¢s recientemente, la ley de amnist¨ªa pactada entre el Gobierno y el independentismo catal¨¢n ha recuperado el debate sobre qu¨¦ es terrorismo. Una primera redacci¨®n de la norma exclu¨ªa de la amnist¨ªa los delitos de terrorismo recogidos por el C¨®digo Penal espa?ol. La negociaci¨®n entre los grupos ha sustituido la referencia a esta norma por la directiva sobre terrorismo aprobada en la Uni¨®n Europea en marzo de 2017. Aunque muy similares, la ley espa?ola y la europea difieren ligeramente en qu¨¦ es delito de terrorismo.
¡°El t¨¦rmino se utiliza como un insulto para describir la violencia con la que no estamos de acuerdo¡±Brian J. Phillips, experto en terrorismo
Casi 80 a?os de historia no han servido a Naciones Unidas para consensuar una sola y ¨²nica definici¨®n. Se ha intentado en muchas ocasiones, en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, pero a¨²n sin resultado, como ha confirmado a preguntas de EL PA?S un portavoz de la Oficina de Contraterrorismo de la organizaci¨®n desde Nueva York. Una raz¨®n sencilla para explicar este disenso ser¨ªa la que aporta Brian J. Phillips, experto en materia de terrorismo de la Universidad de Essex: ¡°El t¨¦rmino ¡®terrorismo¡¯ no se utiliza a menudo como una descripci¨®n objetiva, sino como un insulto. Para describir la violencia con la que no estamos de acuerdo¡±. Comparten los expertos en la materia que ning¨²n individuo o grupo armado en su sano juicio se calificar¨ªa como terrorista, un t¨¦rmino peyorativo que descalifica.
La historia del terrorismo como forma de acci¨®n hunde sus ra¨ªces en la Francia revolucionaria de la d¨¦cada de 1790, en el periodo denominado Reino del Terror, durante el cual el Estado aval¨® el uso de una violencia brutal (ejecuciones p¨²blicas y asesinatos en masa) para aniquilar a los contrarrevolucionarios. Un siglo despu¨¦s, en la Conferencia de Roma de 1898, el terrorismo empez¨® a sonar en la lucha contra los grupos anarquistas al hilo del asesinato de la emperatriz de Austria. All¨¢ por 1960, la ONU comenz¨® a trabajar en ello. El investigador suizo Alex P. Schmid, del Centro Internacional contra el Terrorismo, con sede en La Haya, contabiliz¨® en un informe publicado el pasado a?o una veintena de tratados con el sello de Naciones Unidas a trav¨¦s de los que se puede ir trazando, cogiendo de aqu¨ª y de all¨ª, una definici¨®n del acto terrorista (contra un avi¨®n, un barco, una central nuclear¡), pero no una ¨²nica y universal.
En ese mismo reporte, por cierto, Schmid se?alaba otro punto interesante de consenso entre los acad¨¦micos y que permite identificar el atentado terrorista: las v¨ªctimas directas no son el objetivo final (a diferencia del asesinato com¨²n en el que v¨ªctima y objetivo coinciden). Aqu¨ª podr¨ªa encajar la muerte de tres personas a manos de Jerad y Amanda Miller en junio de 2014 en Las Vegas. Los dos primeros murieron en una pizzer¨ªa, y el tercero, en un centro comercial. A simple vista pudiera parecer el crimen cometido por dos asesinos comunes con una motivaci¨®n vulgar. Pero los dos hab¨ªan mostrado en un escrito y en sus redes su rechazo a la Administraci¨®n de Barack Obama, objetivo ¨²ltimo de sus balas. El FBI lo calific¨® de ¡°terrorismo de corte nacional¡±.
¡°Israel rechaza considerar terrorismo los actos de los colonos aunque se dirigen precisamente contra civiles¡±Olivier Roy, ensayista
La experta de la Universidad de Nantes Jenny Raflik, en un intercambio de mensajes, se atreve con esta definici¨®n de terrorismo: ¡°Violencia deliberada, desproporcionada e ilegal destinada a ejercer presi¨®n, mediante el terror, sobre un pa¨ªs, una sociedad o un grupo de personas¡±. Pero advierte: ¡°Forma parte de un proyecto m¨¢s amplio, pol¨ªtico, social o religioso y, por tanto, coexiste con otros modos de acci¨®n¡±. La motivaci¨®n importa, y mucho. Sirva de ejemplo que el secuestro de un aparato, dirigir un veh¨ªculo contra una multitud o degollar a una persona constituyen per se delitos tipificados en cualquier c¨®digo penal. Pueden ser terrorismo o no. La clave est¨¢ en el porqu¨¦ de la acci¨®n. La frontera entre el acto terrorista y la simple violencia es fina: en junio de 2015, en pleno auge del fen¨®meno ISIS en Europa, un hombre decapit¨® a su jefe y atac¨® una empresa de gas cerca de Lyon. Exist¨ªa claramente el efecto imitaci¨®n del grupo terrorista sirio-iraqu¨ª, pero el individuo declar¨® que no ten¨ªa v¨ªnculos con ¨¦l y que exist¨ªa una disputa profesional. Se le imput¨® un delito de asesinato con fines terroristas, pero se suicid¨® antes de que se pudiera saber m¨¢s.
Falta de acuerdo
El an¨¢lisis de c¨®digos penales como el espa?ol, el franc¨¦s y el estadounidense, as¨ª como de los textos acad¨¦micos y los tratados internacionales, permite reconocer varios puntos en com¨²n para describir un acto terrorista a semejanza de lo dicho por Raflik: violencia, amenaza, terror, coacci¨®n, orden p¨²blico¡ La falta de acuerdo, seg¨²n coinciden los expertos consultados, est¨¢ precisamente en el uso pol¨ªtico que cada Estado o sujeto puede hacer del sello ¡°terrorista¡±, debido a que precisamente la ¡°motivaci¨®n pol¨ªtica¡± es un componente esencial en las definiciones acad¨¦micas y jur¨ªdicas. Un actor pol¨ªtico juzga un acto violento con una posible causa pol¨ªtica; un c¨®ctel que se abre f¨¢cilmente a la instrumentalizaci¨®n y el uso torticero del t¨¦rmino terrorismo.
Seg¨²n afirma en un mensaje el ensayista franc¨¦s Olivier Roy, uno de los expertos en este asunto m¨¢s le¨ªdos dentro y fuera de Francia, la falta de una definici¨®n universal ¡°refuerza que cada uno tenga su propia lista de terroristas y, por tanto, que la etiqueta de terrorismo sea m¨¢s pol¨ªtica que objetiva¡±. Y lo ejemplifica: ¡°Israel rechaza el t¨¦rmino ¡®terrorista¡¯ para describir los actos de los colonos en territorios ocupados [de Palestina], cuando precisamente estos ¨²ltimos practican la violencia contra una poblaci¨®n civil. Egipto y los Emiratos ?rabes Unidos est¨¢n intentando que Europa califique a los Hermanos Musulmanes como terroristas, aunque ninguno de ellos ha participado en ataques fuera de conflictos internos¡±.
El ejemplo israel¨ª del que habla Roy es muy oportuno. Tras los ataques del pasado 7 de octubre, el Ejecutivo de Benjam¨ªn Netanyahu se lanz¨® a calificar al autor de la masacre, Ham¨¢s ¡ªen la lista de grupos terroristas de la Uni¨®n Europea y EE UU¡ª, como grupo a imagen del propio ISIS (conocido tambi¨¦n por su acr¨®nimo peyorativo ¨¢rabe Daesh). Washington, su aliado, ahond¨® en ello y colabor¨®, en boca incluso del propio Joe Biden, en la campa?a que ha tratado de situar en la misma liga a la milicia palestina y la organizaci¨®n terrorista sirio-iraqu¨ª. Si bien Ham¨¢s, considerado por muchos Estados un movimiento de liberaci¨®n, us¨® t¨¢cticas terroristas durante la matanza del 7 de octubre, la naturaleza y objetivos de uno y otro grupo son muy diferentes.
El profesor franc¨¦s afirma que no es posible alcanzar una definici¨®n ¡°puramente jur¨ªdica¡± de terrorismo porque son muchos los actores que pueden aterrorizar a trav¨¦s de la violencia: un Estado en guerra declarada (el bombardeo aliado de Dresde en 1944), un movimiento de liberaci¨®n nacional donde el terrorismo es un medio de acci¨®n entre otros (el FLN argelino o Ham¨¢s) o una organizaci¨®n en la que es su forma esencial de acci¨®n (Al Qaeda, Daesh). ¡°Distinguir entre estos casos¡±, prosigue Roy en su argumentaci¨®n, ¡°es una cuesti¨®n pol¨ªtica y no moral ni jur¨ªdica¡±.
Sobra decir que lo que Bruselas y Washington consideran terrorismo no casa mucho con lo que juzga Mosc¨². Ham¨¢s es de nuevo un buen ejemplo. Si bien el Krem?lin ha condenado los ataques de octubre, la milicia palestina al frente del Gobierno de Gaza no cuenta con el sello ruso de organizaci¨®n terrorista. Mosc¨² mantiene relaciones al menos con la rama pol¨ªtica del movimiento de liberaci¨®n. Stephanie Foggett, investigadora del centro de an¨¢lisis The Soufan Group, abunda en la reflexi¨®n de Roy: ¡°Dada la naturaleza inherentemente pol¨ªtica del terrorismo¡±, explica, ¡°existe mucho poder para decidir qu¨¦ se incluye y se excluye en tal definici¨®n de violencia pol¨ªtica. Como tal, el proceso no es neutral y es poco probable que una definici¨®n singular satisfaga los intereses nacionales cambiantes y divergentes de los Estados¡±.
Para divergencias las que mantienen la UE y EE UU en torno a la designaci¨®n de Rusia como pa¨ªs patrocinador de terrorismo, de nuevo un asunto de corte pol¨ªtico y no jur¨ªdico. El Parlamento Europeo s¨ª ha dado ese paso; Washington, pese a las presiones internas y las peticiones de Ucrania, no lo ha hecho.
Al margen de arbitrariedades y ambig¨¹edades, la ausencia de una definici¨®n universal del terrorismo tiene consecuencias negativas. A simple vista y ante tipificaciones diferentes, sufre la cooperaci¨®n entre pa¨ªses para perseguir a grupos transnacionales. Pero hay m¨¢s. Richard Barret, antiguo miembro de los servicios de inteligencia brit¨¢nicos y exjefe del equipo de monitoreo de la ONU sobre Al Qaeda, se?ala lo siguiente: ¡°La falta de una definici¨®n desdibuja la divisi¨®n entre insurgencia y terrorismo¡±, afirma, ¡°permite a los gobiernos obtener apoyo internacional (o evitar las cr¨ªticas internacionales) para la represi¨®n de la oposici¨®n. Tambi¨¦n conduce a un excesivo refuerzo de la seguridad del Gobierno y a la militarizaci¨®n de organismos civiles como la polic¨ªa y al abuso de poder que conduce a la erosi¨®n de los derechos humanos y libertades civiles¡±.
Un escenario, el que describe Barret, que recuerda al que dibuj¨® la guerra contra el terror acu?ada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE UU. Fue entonces cuando los gobiernos occidentales al frente de esta campa?a de castigo en Oriente Pr¨®ximo contra Al Qaeda eliminaron de la ecuaci¨®n terrorista el componente causa, es decir, la motivaci¨®n, para evitar que los atentados pudieran tener alg¨²n tipo de justificaci¨®n. Solo hab¨ªa asesinos que mataban sin raz¨®n. La etiqueta ¡°terrorista¡± empez¨® a extenderse sin control para, en el proceso, perder significado. Una corriente que se ha matizado en la ¨²ltima d¨¦cada a trav¨¦s de leyes nacionales e internacionales, pero que no ha logrado un consenso para una definici¨®n universal.
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