Coloquemos al individuo en lo alto de la lista de preocupaciones. As¨ª se estructura el humanismo
La profesora de filosof¨ªa brit¨¢nica Sarah Bakewell hace una encendida reivindicaci¨®n de esta corriente de pensamiento, cuyo foco en el ser humano se revel¨® en una cita de hace unos 2.500 a?os, del fil¨®sofo griego Prot¨¢goras: ¡°El hombre es la medida de todas las cosas¡±
?Qu¨¦ es el humanismo? Esa es la pregunta que plantea David Nobbs en la novela c¨®mica de 1983 Second from Last in the Sack Race (Pen¨²ltimo en la carrera de sacos), en la reuni¨®n inaugural de la Sociedad Humanista Bisexual de la Escuela Elemental Thurmarsh (¡°bisexual¡± porque incluye a chicos y chicas). La pregunta causa el caos.
Una chica responde que se trata del intento renacentista de escapar de la Edad Media. Se refiere al renacimiento literario y cultural llevado a cabo por en¨¦rgicos intelectuales de esp¨ªritu indomable en ciudades italianas como Florencia en los siglos XIV y XV. Pero eso no es correcto, replica otro miembro de la sociedad. Humanismo significa ¡°ser amable, bueno con los animales y las cosas y participar en actos c¨ªvicos, y visitar ancianos y cosas as¨ª¡±.
Un tercer miembro responde, mordaz, que eso es confundir humanista con humanitario. Un cuarto se queja de que est¨¢n perdiendo el tiempo. El humanitario se indigna: ¡°?Est¨¢s diciendo que vendar animales heridos y cuidar de los ancianos y las cosas es una p¨¦rdida de tiempo?¡±.
El mordaz introduce ahora una definici¨®n propia. ¡°Es una filosof¨ªa que rechaza lo sobrenatural, que ve al hombre como un objeto natural y afirma la dignidad esencial del ser humano; su val¨ªa y su capacidad de realizarse mediante el uso de la raz¨®n y del m¨¦todo cient¨ªfico¡±. Esta definici¨®n es, en general, bien recibida hasta que alguien objeta que hay gente que cree en Dios y se hace llamar humanista. La reuni¨®n acaba con todo el mundo m¨¢s confuso de lo que estaba al principio.
Pero los estudiantes de Thurmarsh no ten¨ªan de qu¨¦ preocuparse: ¡®todos ellos¡¯ estaban en la pista correcta. Todas sus descripciones ¡ª y aun otras¡ª contribuyen a una imagen m¨¢s plena y rica de lo que significa humanismo, y de lo que los humanistas han hecho, estudiado y cre¨ªdo a lo largo de los siglos.
As¨ª pues, como bien sab¨ªa el estudiante que hablaba de una visi¨®n no sobrenatural de la vida, muchos humanistas modernos son personas que prefieren vivir sin creencias religiosas y realizar sus elecciones morales bas¨¢ndose en la empat¨ªa, la raz¨®n y cierto sentido de responsabilidad hacia los dem¨¢s seres vivos. El escritor Kurt Vonnegut resum¨ªa su visi¨®n del mundo: ¡°Soy un humanista ¡ª dec¨ªa¡ª, lo que significa, en parte, que he intentado comportarme decentemente sin esperar recompensas ni castigos tras mi muerte¡±.
No obstante, el otro estudiante de Thurmarsh ten¨ªa tambi¨¦n raz¨®n al decir que algunos humanistas ten¨ªan creencias religiosas. A¨²n se los pod¨ªa considerar humanistas, en tanto se centraban predominantemente en las vidas y experiencias de las personas aqu¨ª, en la Tierra, m¨¢s que en instituciones o doctrinas, o que en la teolog¨ªa o el m¨¢s all¨¢.
Otros significados no tienen nada que ver con cuestiones religiosas. Un fil¨®sofo humanista, por ejemplo, es uno que pone a la persona viva en el centro de todas las cosas, en lugar de deconstruir a esa persona en sistemas de palabras, signos o principios abstractos. Un arquitecto humanista dise?a edificios a escala humana, de modo que no abrumen ni frustren a quienes viven en ellos. De igual modo puede existir medicina, pol¨ªtica o educaci¨®n humanista; tenemos humanismo en literatura, fotograf¨ªa y cine. En todos estos casos, se coloca al individuo en lo alto de la lista de preocupaciones, no subordinado a ning¨²n concepto o ideal m¨¢s amplio. Esto est¨¢ m¨¢s cerca de lo que quer¨ªa decir el estudiante ¡°humanitario¡±.
Pero ?qu¨¦ pasa con aquellos eruditos de la Italia de los siglos XIV y XV, aquellos de los que hablaba el primer estudiante de la sociedad? Aquellos eran humanistas de otro tipo: traduc¨ªan y editaban libros, ense?aban a estudiantes, intercambiaban cartas con amigos intelectuales, discut¨ªan interpretaciones, hac¨ªan avanzar la vida intelectual y, en general, hablaban y escrib¨ªan mucho. Resumiendo, eran especialistas en humanidades (studia humanitatis, estudios humanos). A partir de este t¨¦rmino en lat¨ªn fueron conocidos en italiano como umanisti, de modo que tambi¨¦n ellos son humanistas; en ingl¨¦s estadounidense a¨²n se los llama as¨ª. Muchos han compartido los intereses ¨¦ticos de otros tipos de humanistas, creyendo que el aprendizaje y la ense?anza de las humanidades permiten una vida m¨¢s virtuosa y civilizada. Los profesores de humanidades todav¨ªa lo creen, en una forma modernizada. Al introducir a los estudiantes en las experiencias literarias y culturales, y en las herramientas del an¨¢lisis cr¨ªtico, desean ayudarles a adquirir una mayor sensibilidad a las perspectivas de otras personas; una comprensi¨®n m¨¢s sutil de c¨®mo se desarrollan los acontecimientos pol¨ªticos e hist¨®ricos y un enfoque m¨¢s juicioso y reflexivo de la vida en general. Esperan cultivar la ¡®humanitas¡¯, que en lat¨ªn significa ¡°ser humano¡±, pero con las connotaciones de refinamiento, cultura, elocuencia, generosidad y buena educaci¨®n.
Humanistas religiosos, no religiosos, filos¨®ficos, pr¨¢cticos y profesores de humanidades: ?qu¨¦ tienen todos estos significados en com¨²n, si es que tienen algo? La respuesta est¨¢ ah¨ª mismo, en el nombre: todos ellos se centran en la dimensi¨®n humana de la vida.
?Qu¨¦ es esa dimensi¨®n? Puede ser dif¨ªcil de definir, pero oscila entre el reino f¨ªsico de la materia y cualquier reino puramente espiritual o divino que se pueda creer que existe. Los humanos estamos hechos de materia, por supuesto, como todo lo que nos rodea. En el otro extremo del espectro, podemos (seg¨²n creen algunos) conectar de alguna manera con el reino numinoso. Sin embargo, al mismo tiempo ocupamos un campo de la realidad que no es ni completamente f¨ªsico ni completamente espiritual. Es aqu¨ª donde practicamos la cultura, el pensamiento, la moralidad, el rito y el arte: actividades que son (en su mayor¨ªa, aunque no del todo) distintivas de nuestra especie. Es aqu¨ª donde invertimos gran parte de nuestro tiempo y energ¨ªa: nos dedicamos a hablar, contar historias, crear im¨¢genes o maquetas, elaborar juicios ¨¦ticos y luchar por hacer lo correcto, negociar acuerdos sociales, adorar en templos, iglesias o bosques sagrados, transmitir recuerdos, ense?ar, tocar m¨²sica, contar chistes y hacer payasadas para divertir a los dem¨¢s, tratar de razonar las cosas y, en general, siendo el tipo de seres que somos. Este es el reino que los humanistas de todo tipo colocan en el centro de sus desvelos.
As¨ª, mientras los cient¨ªficos estudian el mundo f¨ªsico y los te¨®logos, el divino, los ¡°humanistas de las humanidades¡± estudian el mundo humano del arte, la historia y la cultura. Los humanistas no religiosos realizan sus elecciones morales bas¨¢ndose en el bienestar humano, no en la doctrina divina. Los humanistas religiosos tambi¨¦n se centran en el bienestar humano, pero dentro del contexto de una fe. Los humanistas filos¨®ficos y de otros tipos comparan constantemente sus ideas con la experiencia de las personas reales.
El enfoque centrado en el ser humano se revela en una cita de hace unos 2.500 a?os, del fil¨®sofo griego Prot¨¢goras: ¡°El hombre es la medida de todas las cosas¡±. Puede parecer arrogante, pero no hay necesidad de interpretarlo como que todo el universo debe conformarse a nuestras ideas, ni mucho menos que tengamos derecho a dominar a otras formas de vida. Podemos interpretarlo como que, cual humanos, experimentamos nuestra realidad de un modo humano. Conocemos (y nos preocupamos por) las cosas humanas; son importantes para nosotros, as¨ª que tom¨¦moslas en serio.
Ciertamente, bajo esta definici¨®n casi todo lo que hacemos puede parecer un tanto humanista. Otras definiciones propuestas han sido incluso m¨¢s generalizadoras. He aqu¨ª al novelista E. M. Forster (un escritor profundamente ¡°humano¡±, miembro de organizaciones humanistas) respondiendo a la pregunta de qu¨¦ significa para ¨¦l el t¨¦rmino: ¡°Le har¨ªamos mejor servicio al humanismo recitando una lista de las cosas que uno ha disfrutado o encontrado interesantes, de las personas que lo han ayudado y de las personas a las que uno ha amado y tratado de ayudar. La lista no ser¨ªa dram¨¢tica, carecer¨ªa de la sonoridad de un credo y de la solemnidad de una ley, pero podr¨ªa recitarse con confianza, porque ser¨ªan la gratitud y la esperanza humanas las que estar¨ªan hablando¡±.
Esto es encantador, pero tambi¨¦n se acerca mucho a desistir de toda definici¨®n. Aun as¨ª, la negativa de Forster a pronunciarse de modo dogm¨¢tico o abstracto sobre el humanismo es, en s¨ª misma, una actitud t¨ªpicamente humanista. Para ¨¦l se trata de un asunto puramente personal... y esa es la cuesti¨®n. El humanismo a menudo es personal, dado que trata de personas.
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