La vida es bella en los campos de concentraci¨®n de Giorgia Meloni

Un d¨ªa, hablando de cine con Sergio del Molino, me coment¨® de pasada que no le gusta nada la pel¨ªcula La vida es bella. Volv¨ª a verla tratando de averiguar la raz¨®n de su rechazo y repar¨¦ en que su planteamiento pasa por mentir a un ni?o para que no reconozca el horror que le ha tocado vivir. De lo que no se sabe, no se sufre, debe de pensar el padre protagonista mientras es deportado junto a su hijo a un campo de concentraci¨®n nazi. ¡°?Ves c¨®mo llora esa mujer?¡±, pregunta Roberto Benigni al ni?o. ¡°Es porque a su hijo peque?o no le han dejado venir¡±. Pues bien, esa misma t¨¢ctica es la que est¨¢ usando Giorgia Meloni en la vida real, la de mentirnos para evitarnos un dolor, el de tener que convivir con la realidad de la inmigraci¨®n. Su guion ser¨ªa m¨¢s o menos as¨ª: ¡°?Hab¨¦is visto qu¨¦ suerte tienen las 16 personas migrantes que vamos a encerrar en Albania? ?Veis c¨®mo lloran? Es de alegr¨ªa¡±.

Lo asombroso del caso de Meloni es que la f¨®rmu?la narrativa de la ¡°mentira cuidadora¡± le est¨¢ funcionando. Tanto que hasta Ursula von der Leyen ha entrado al juego de su ¡°modelo¡±. No puedo creer que en la solidaria y humanitaria Europa se empiece a llamar ¡°modelo¡± a la crueldad organizada y ¡°asilo¡± al encierro forzoso de personas en situaci¨®n de emergencia. ¡°Mirad qu¨¦ bonito el complejo italiano donde van a descansar los migrantes en el campo alban¨¦s, qu¨¦ preciosas esas vallas de acero de siete metros, es para que no pueda entrar toda la gente a la que le gustar¨ªa dormir en esos barracones prefabricados. ?Y esos uniformes obligatorios? Todo el mundo quiere tener uno, pero solo se lo dan a los que entran¡±, vendr¨ªa a decirnos Meloni.

Una de las cosas que menos me gust¨® cuando volv¨ª a ver la pel¨ªcula de Roberto Benigni es que su planteamiento miente sobre algo fundamental y es el hecho de que no se puede hurtar la verdad a nadie, ni siquiera a un ni?o. Porque, en realidad, los ni?os (y cualquier persona) en situaciones traum¨¢ticas pueden negar la situaci¨®n, pero no por eso dejan de vivirla ni de padecerla. Las v¨ªctimas sufren aunque no las tengamos delante, aunque nos contemos un relato que niegue su dolor, incluso cuando las hagamos c¨®mplices de dicho relato. Por incre¨ªble que le parezca a Meloni, el dolor de las personas migrantes no desaparece si dejas de mirarlo. Por ahora, de las primeras 16 personas deportadas, cuatro han tenido que regresar a Italia por tratarse de menores o vulnerables. Nadie se hab¨ªa dado cuenta de su existencia.

Mientras tanto, la pel¨ªcula de terror que estamos viendo en directo contin¨²a. Giorgia Meloni interpreta con eficacia a una madre emocional y populista, dispuesta a mentir a sus hijos europeos por nuestro propio bien. La inmigraci¨®n que no se ve es inmigraci¨®n que no se sufre, nos dice mam¨¢ Meloni. Una madre cruel muy distinta al padre de La vida es bella. Porque, en el caso de Roberto Benigni, el juego narrativo pasaba por exigir al espectador conocer la verdad y condenar el horror. En cambio, la ¡°pel¨ªcula¡± de Meloni tiene el prop¨®sito contrario: esconder la realidad y crear horror. Puede que su interpretaci¨®n sea de Oscar, la tragedia es que ella no es un personaje de ficci¨®n.