La Estatua de la Libertad, abierta de nuevo casi tres a?os despu¨¦s del 11-S
Las medidas de seguridad, adaptadas al 'nivel naranja' de alerta anititerrorista
La Estatua de la Libertad, s¨ªmbolo de los valores americanos e icono fundamental de la ciudad de Nueva York, ha vuelto a admitir visitas, aunque restringidas, tras su cierre a ra¨ªz de los atentados contra las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001. El impulso de empresas y algunos pol¨ªticos ha permitido recabar los fondos necesarios -m¨¢s de 30 millones de d¨®lares- para financiar arreglos y, sobre todo, la puesta en marcha de nuevas medidas de seguridad. La apertura se ha hecho oficial con un acto en el que han participado, entre otros, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, el gobernador del estado, George Pataki, y la secretaria de Interior, Gale Norton.
"No vamos a dejar que nos intimiden. Reabrir este monumento es otra forma de enviar ese mensaje", ha dicho Bloomberg en la ceremonia, fuertemente vigilada tras elevar el nivel de alerta en la ciudad por miedo a nuevos ataques. Seg¨²n Bloomberg, "en un sentido amplio, esta estatua nunca ha estado cerrada y nunca se cerrar¨¢", en referencia a los valores de libertad y democracia que la estatua simboliza. De hecho, la ceremonia ha estado cargada de simbolismo, incluyendo el himno estadounidense, siempre presente en estas ceremonias.
Sin embargo, la reapertura del monumento ha provocado una fuerte pol¨¦mica, ya que se produce poco despu¨¦s de que el Gobierno aumentara la alerta antiterrorista. Seg¨²n el asistente del secretario de Estado del Interior, Craig Manson, "el aumento del nivel de alerta no puede intimidar a la libertad".
Despu¨¦s de que el segundo avi¨®n suicida sobrevolara amenazadoramente a ras de la estatua, el monumento se ha blindado para garantizar su seguridad en la medida de lo posible. Los registros se inician en el aeropuerto para los viajeros con destino a la isla de Ellis, y se repiten al pie de la estatua, con sistemas de ¨²ltima tecnolog¨ªa en detecci¨®n de part¨ªculas explosivas. Adem¨¢s, cada rinc¨®n est¨¢ controlado por una completa red de monitores y los turistas deben depositar sus pertenencias en el servicio de taquillas habilitado a tal efecto.
Los que la visiten podr¨¢n penetrar de nuevo en el pedestal y subir como m¨¢ximo hasta el piso 16 del monumento, donde se ha instalado un techo de cristal para poder contemplar el interior del edificio. La oferta tur¨ªstica se completa con un museo dedicado a este monumento, regalo de Francia como s¨ªmbolo de libertad para los oprimidos y que se inaugur¨® en 1886, y una vitrina con la antorcha original, sustituida por una r¨¦plica en 1986. Pero no se podr¨¢ llegar ni al interior de la corona ni a la antorcha, aunque no se descarta su reapertura en el futuro.
Un presupuesto de 30 millones de d¨®lares
Adem¨¢s de disfrutar de la nueva iluminaci¨®n, una vez dentro, se puede comprobar d¨®nde han ido a parar los 30 millones de d¨®lares invertidos en estos tres a?os de cierre. Este presupuesto ha levantado sospechas y acusaciones contra la Fundaci¨®n Estatua de la Libertad-Isla de Ellis por los altos honorarios cobrados por los directores de esta organizaci¨®n creada en 1986 para el mantenimiento y mejora del monumento.
Entre las pol¨¦micas actuaciones de la fundaci¨®n, a la que una comisi¨®n del Senado acusa de uso indebido de los fondos, est¨¢ la contrataci¨®n de un perro de presa por 45.000 d¨®lares anuales para ahuyentar a los gansos del parque. Los honorarios del presidente de la fundaci¨®n, Stephen A. Briganti, ascienden a la astron¨®mia cifra de 300.000 d¨®lares anuales, muy elevados si se tiene en cuenta que se trata de una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro. Aparte de esta cifra, Briganti ha colaborado en los ¨²ltimos siete a?os con otras organizaciones, de las que ha percibido otros 706.262 d¨®lares adicionales, seg¨²n los medios.
Otra de las restricciones al acceso es que hay que solicitar cita previa. Quien quiera solicitar cita puede hacerlo hoy mismo a trav¨¦s del tel¨¦fono y, desde septiembre, a trav¨¦s de Internet. Para los que no quieran acercarse tanto, existe la opci¨®n de hacer un recorrido en barco por los alrededores que incluye una visita a la isla de Ellis, en la que se procesaba a los inmigrantes a su llegada a Nueva York.
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