"No somos monstruos comeni?os"
La 'mara' M-18 salvadore?a se queja de que el Gobierno criminaliza a la juventud y propone una tregua a sus rivales
En un barrio pobre de la capital salvadore?a y bajo el dominio de las pandillas conocidas como maras, dos j¨®venes fornidos y con los rostros pr¨¢cticamente cubiertos por una m¨¢scara negra, que se identificaron como portavoces de la Mara 18, hicieron el jueves un llamamiento a todos los homies (pandilleros) a unirse para hacer frente al que ellos califican como "enemigo com¨²n", es decir, el Gobierno de El Salvador, que criminaliza a la juventud y no la considera "como el futuro sino como monstruos comeni?os".
Fue una conferencia de prensa para los medios internacionales, al estilo de las que hac¨ªa la insurgencia salvadore?a en la d¨¦cada de los ochenta, cuando la guerra civil acababa de comenzaba.
Antes de llegar al lugar, la caravana de tres veh¨ªculos de los medios dio incontables vueltas por varios recovecos de calles estrechas a fin de evadir posibles retenes policiales. Sentados en un banco r¨²stico y frente a una mesita de madera donde se colocaron micr¨®fonos y grabadoras, los dos sujetos enmascarados y con camisas de manga larga para evitar poner al descubierto sus tatuajes, dijeron: "Nosotros, miembros de la Pandilla Dieciocho, a la sociedad salvadore?a queremos decirle..." Acto seguido, uno de ellos ley¨® un comunicado en el que sostienen que el Gobierno los calumnia al asegurar que "la gran cantidad de asesinatos en El Salvador sea causa de una guerra entre pandillas". Inmediatamente culparon al Ejecutivo por identificar a los j¨®venes y pobres con la delincuencia. Barrios o poblados como Soyapango, Ilopango, San Mart¨ªn y Centro de San Salvador, por ejemplo, son los feudos de las llamadas clicas —especie de escuadrones de barrio— de las maras. Dos de estas pandillas, la Mara Salvatrucha (MS-13) y la Mara 18 (M-18) son rivales entre s¨ª y sus miembros se matan por el dominio del territorio, donde cometen robos y venden drogas. Sus integrantes son j¨®venes sin estudios ni oportunidades de trabajo.
Los l¨ªderes de la M-18 invitaron a su rival, la MS-13, a pactar una tregua y a detener sus hist¨®ricas confrontaciones "para que en conjunto logremos luchar en contra de nuestros enemigos, que no miran a la juventud como el futuro sino como monstruos comeni?os". Sin embargo, aceptan ser "el s¨ªndrome de una sociedad enferma de impunidad, corrupci¨®n y violaciones a los derechos individuales y humanos".
Mientras se celebraba esta inusual conferencia de prensa, en el barrio de la capital conocido como Tutunichapa, agentes de la polic¨ªa fuertemente armados y con pasamonta?as registraban casas y peque?os negocios en busca de "extorsionistas, narcotraficantes y homicidas", seg¨²n fuentes policiales.
En las 19 c¨¢rceles del pa¨ªs tambi¨¦n hay tensi¨®n: el lunes pasado se decret¨® en ellas un "estado de alerta naranja" para prever posibles conatos de violencia. En dos penales —el de Quezaltepeque, al norte de la capital, y el de Ciudad Barrios, en la oriental provincia de San Miguel—, los internos est¨¢n en huelga de hambre. Pertenecen a la MS-13.
"Ya hab¨ªamos denunciado una serie de acciones orquestadas desde afuera y desde dentro de las c¨¢rceles", dijo Alberto Uribe, portavoz de Centros Penales, que depende del Ministerio de Gobernaci¨®n, instituci¨®n que insiste en la existencia de vasos comunicantes entre las maras y el izquierdista partido Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN). Por separado, los pandilleros lo niegan, mientras que Sigfrido Reyes, representante del FMLN, afirma que "el Gobierno quiere esconder su incapacidad de vencer al crimen organizado".
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