"No soy el delf¨ªn de Berlusconi"
Con su aire principesco, Gianfranco Fini (Bolonia, 1952) recibe a este diario en su despacho de la C¨¢mara de Diputados fumando un cigarrillo. "Siempre he sido pol¨ªticamente incorrecto", se justifica riendo. Y es verdad. En el pa¨ªs que invent¨® el fascismo, Fini ha dirigido durante 15 a?os a la posfascista Alianza Nacional, heredera del Movimiento Social Italiano, y ahora que ha abandonado el puesto y est¨¢ a punto de fagocitar al partido en el Pueblo de la Libertad de Silvio Berlusconi, parece el pol¨ªtico m¨¢s equilibrado de esta emotiva y agitada III Rep¨²blica italiana.
El largo viaje de Fini desde la extrema derecha a la tolerancia democr¨¢tica, que ¨¦l agradece entre otros a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ha corrido en paralelo a la autodestrucci¨®n de la izquierda italiana, y ha logrado una especie de milagro: hoy, muchos votantes del Partido Democr¨¢tico se sienten representados por este hombre laico e institucional, antit¨¦tico delf¨ªn de Berlusconi cuyo futuro tiene una sola meta: ser el pr¨®ximo primer ministro.
Pregunta. ?Cree que habr¨ªa que reformar un sistema tan caro como el del Parlamento italiano, en el que un diputado gana casi 20.000 euros al mes?
Respuesta. Desde luego, tenemos un sistema institucional viejo, lento y mastod¨®ntico. Hay 945 parlamentarios nacionales, y algunos cientos m¨¢s en los consejos regionales. No s¨®lo por los costes, sino por los tiempos, la segunda parte de la Constituci¨®n debe ser reformada profundamente. Yo no tocar¨ªa la primera, que hace referencia a los valores fundamentales, salvo para incorporar una menci¨®n a la UE. Pero s¨ª debemos acabar con el sistema bicameral perfecto, incorporar un Senado regional o auton¨®mico como el espa?ol o el alem¨¢n, y buscar un nuevo equilibrio entre el Legislativo y el Ejecutivo.
P. ?Dando m¨¢s poderes al primer ministro?
R. Hace falta un Gobierno que gobierne y decida con rapidez. Y, a la vez, cuanto m¨¢s decida, m¨¢s fuerte debe ser el control del Parlamento. El gran reto es encontrar ese nuevo equilibrio. Lo que no puede ser es que para cesar a un ministro, el primer ministro deba pedir una moci¨®n de confianza. Ahora legisla el Parlamento y legislan las regiones. Es una chapuza que produce lentitud, burocracia, incerteza del derecho y contenciosos permanentes. E impide gobernar.
P. Se ha hecho por ejemplo una emotiva y pol¨¦mica ley de extranjer¨ªa...
R. Ustedes han contribuido bastante a esa pol¨¦mica. Es cierto que ha podido haber un exceso de emotividad, y de propaganda, por parte de todos, incluso yo mismo he podido cometer errores. Y los medios tambi¨¦n han atizado el fuego. Si titulan "rumano viola italiana", quiz¨¢ sea verdad, pero es intolerable usar el componente ¨¦tnico. La violaci¨®n es una infamia siempre. Hace falta equilibrio. Y no echar gasolina al fuego de la xenofobia y el racismo. La inmigraci¨®n requiere una reflexi¨®n profunda. Es como la dinamita: manejar con cuidado... Por un lado, ning¨²n pa¨ªs tiene la receta para afrontar ese fen¨®meno b¨ªblico de forma aislada. Hace falta una pol¨ªtica com¨²n. Y por otro, es mejor prevenir que reprimir.
P. ?Y las patrullas ciudadanas?
R. Si alguno piensa que para garantizar la seguridad debemos hacer como en el Far West, habr¨ªa que meter en la c¨¢rcel a los que lo piensan, porque supone el fin del Estado de Derecho. Pero si se dice que ciudadanos desarmados, coordinados con el jefe de polic¨ªa, avisen de que hay sitios donde se incumple la ley, o se trafica con droga. Eso existe ya... Y no s¨®lo en el norte de Italia, sino en otros pa¨ªses.
P. ?Sabe que se dice que se ha convertido en el jefe de la oposici¨®n?
R. Eso es solo una broma que lanz¨® un amigo, de derechas por cierto, por carnaval. La cultura de la derecha en el tercer milenio debe modernizarse, hay que acabar con las etiquetas del siglo pasado, que es el milenio pasado. Hay retos culturales que debemos afrontar todos juntos. El integrismo, el laicismo, la emigraci¨®n, los derechos ciudadanos, la autoridad del Estado...
P. Pero la izquierda italiana no existe...
R. Walter Veltroni salv¨® al PD, porque sin ¨¦l las elecciones les habr¨ªan ido mucho peor. Ahora el PD est¨¢ sufriendo graves problemas, y el sistema bipolar de dos grandes bloques, en el cual creo, solo est¨¢ en pie solo si el Gobierno es fuerte y la oposici¨®n tambi¨¦n...
P. ?Por eso ha fusionado su partido con el de Berlusconi?
R. Nuestros electores est¨¢n m¨¢s unidos de lo que estaban nuestros partidos. La gran apuesta es el bipartidismo, acabar con la fragmentaci¨®n y la inestabilidad.
P. Sobre el laicismo del Estado, ?el caso Eluana lo ha puesto en riesgo?
R. Ha habido actitudes excesivas y equivocadas. La laicidad de las instituciones es un principio que no puede ponerse en cuesti¨®n. Si pensamos en la hip¨®tesis de un Estado confesional, entramos en una ¨®ptica integrista, incompatible con la cultura europea. Eso no significa negar a la Iglesia su magisterio moral. Pero son dos esferas distintas. Algunos pol¨ªticos parecen tener escasa conciencia del valor de la laicidad institucional. Y algunos obispos tienen tendencia a ir m¨¢s all¨¢ del magisterio. Legislar sobre el fin de la vida subidos en una ola de emociones es equivocado. Pero Berlusconi ha dicho ya que se respetar¨¢ la libertad de conciencia de todos.
P. Usted, que es el delf¨ªn de Berlusconi...
R. Mire, espere... (Se levanta y va a buscar una foto: ¨¦l buceando con un tibur¨®n); los delfines est¨¢n en el mar, y esto es un tibur¨®n, no un delf¨ªn. Adem¨¢s yo soy republicano, y Berlusconi no es un rey con heredero... La pol¨ªtica es otra cosa... Los liderazgos se afirman si hay capacidad y condiciones. Y eso no debo decirlo yo...
P. ?Berlusconi ser¨¢ presidente de la Rep¨²blica?
R. Ciertamente, hoy, tiene un apoyo personal y popular que convierte la hip¨®tesis en menos que una rareza.
P. ?Y usted se ve como primer ministro?
R. M¨¢s all¨¢ de c¨®mo se ve uno en el espejo, la pol¨ªtica es realismo y estrategia. Yo creo haber contribuido a una estrategia que ha llevado la cultura pol¨ªtica de la derecha italiana a integrarse plenamente en el sistema pol¨ªtico, gracias tambi¨¦n a algunos amigos espa?oles, entre ellos Aznar, antes que nadie en Europa. Ese actor pol¨ªtico nuevo, que estaba ligado a la nostalgia del fascismo, es hoy una derecha...
P. ?Civilizada?
R. Democr¨¢tica. Si decimos civilizada quiere decir que antes ¨¦ramos inciviles.
P. El fascismo lo era, ?no?
R. S¨ª, est¨¢ bien. Pero es una palabra rara. Digamos una derecha no ideol¨®gica, democr¨¢tica, europea e institucional.
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