"No hab¨ªa inocentes en Gaza"
26 soldados que participaron en la guerra explican a una ONG israel¨ª las atrocidades perpetradas durante 22 d¨ªas de contienda
"Abrimos fuego y no hacemos preguntas". "Nos dijeron que deb¨ªamos arrasar la mayor parte posible de nuestra zona". "Mi comandante me dijo, medio sonriendo, medio serio, que esas demoliciones podr¨ªan a?adirse a su lista de cr¨ªmenes de guerra". "Si alguna vez nos hablaron de inocentes, fue para decirnos que no hab¨ªa inocentes". Es el turno de los soldados israel¨ªes. Dirigentes, acad¨¦micos y analistas hebreos; pol¨ªticos y civiles palestinos; organizaciones no gubernamentales internacionales y locales; Naciones Unidas. Todos han investigado y extra¨ªdo conclusiones de la guerra que el Ej¨¦rcito israel¨ª lanz¨® contra Gaza el invierno pasado. ?Guerra? "?Es realmente plausible denominar batallas al bombardeo con artiller¨ªa y tanques, y al fuego lanzado desde helic¨®pteros y aviones?", se pregunta el abogado Michael Sfard, defensor ante los tribunales israel¨ªes de muchas v¨ªctimas palestinas del Ej¨¦rcito. "Es el ataque m¨¢s duro que ha infligido el Estado de Israel a una zona urbana densamente poblada por civiles", a?ade Sfard. Alg¨²n ex diplom¨¢tico israel¨ª confiesa, exigiendo no ser citado, que las operaciones por tierra, despu¨¦s de la primera semana de bombardeos a¨¦reos, fueron "un exceso". Pero ahora lo han contado a Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio), una ONG israel¨ª, 26 militares que participaron en la campa?a. Algunos se plantaron ante las c¨¢maras y prefirieron que su rostro fuera difuminado. Otro, como el experimentado sargento reservista Amir, a cara descubierta. Su descripci¨®n provoca escalofr¨ªos y explica por qu¨¦ varias zonas de Gaza parec¨ªan devastadas por un terremoto. A todos ellos les resultar¨¢ muy dif¨ªcil tragarse la coletilla que los l¨ªderes de su pa¨ªs utilizan a destajo: "El Ej¨¦rcito de Israel", dicen, "es el m¨¢s moral del mundo". La guerra de Gaza ha sido un punto y aparte. No hubo reglas y los cr¨ªmenes de guerra, seg¨²n la ONG, no fueron ni mucho menos hechos aislados.
Todo fue dise?ado para acometer una "guerra sin bajas", en palabras de Sfard. Y como relata Yehuda Shaul, uno de los directivos de Breaking the Silence, "la mejor manera de defenderse es disparando fuego masivamente. As¨ª el enemigo no saca la cabeza. Se bombardearon barrios y viviendas sabiendo que se iba a matar a civiles. Despu¨¦s de lanzar octavillas sobre un barrio, se decidi¨® que se pod¨ªa matar a quien fuera". 1.400 palestinos perdieron la vida en 22 d¨ªas de contienda, una gran mayor¨ªa de ellos civiles. Las milicias palestinas mataron a tres inocentes israel¨ªes con cohetes kassam. De los nueve soldados ca¨ªdos, cuatro lo fueron por fuego amigo. Unas 50.000 casas, 200 escuelas, casi un millar de f¨¢bricas fueron da?adas o convertidas en ruinas, seg¨²n Naciones Unidas. La lucha entre militares y milicianos fue la excepci¨®n en una campa?a en la que soldados disparaban contra dep¨®sitos de agua por aburrimiento; en la que se lanzaron bombas de f¨®sforo en zonas civiles, en las que muchos soldados se dieron al pillaje, y en la que se disparaban ca?ones para despertar a una compa?¨ªa.
"Las reglas de combate no distinguieron entre combatientes y civiles; no tuvieron en consideraci¨®n que los combates tuvieron lugar en una zona donde deb¨ªa conocerse la presencia de ni?os, mujeres y ancianos; se emplearon armas con un radio de precisi¨®n inapropiado para ¨¢reas llenas de civiles; la amplia devastaci¨®n; la destrucci¨®n sistem¨¢tica; su incre¨ªble magnitud; la destrucci¨®n de casas, apartamentos, edificios p¨²blicos y propiedades, en muchos casos sin que respondiera a una aparente necesidad militar", precisa Sfard. "Disparar a cualquiera que se supone no debe estar en un lugar" fue una regla destinada a impedir bajas propias. A cualquier precio. No se daban ¨®rdenes precisas, pero todos los soldados coinciden en que hab¨ªa que hacer lo que fuera para no caer heridos. Un militar admite que se emple¨® con profusi¨®n la denominada "entrada mojada". Es decir, el allanamiento de una casa a tiro limpio. En ocasiones lanzando misiles o proyectiles antitanque. Despu¨¦s se comprobar¨ªa lo que hab¨ªa dentro.
La destrucci¨®n, deliberada seg¨²n los testimonios, fue minuciosamente planificada. Antes de la guerra, durante el entrenamiento, "nos dimos cuenta de que esta vez no se trataba de una campa?a, sino de una guerra en la que te quitas los guantes... Las consideraciones que est¨¢bamos acostumbrados a escuchar sobre las reglas de combate, y los esfuerzos por no da?ar a inocentes no se escucharon esta vez. Al contrario... Un comandante nos dijo que no habr¨ªa segundos pensamientos sobre cualquier amenaza, real o imaginaria, que pudi¨¦ramos sentir... La idea era abrir fuego y no intentar considerar las repercusiones. Ante cualquier obst¨¢culo, ante cualquier problema, abrimos fuego y no hacemos preguntas. Si hay un veh¨ªculo en el camino, se aplasta; si hay un edificio se bombardea. ?ste es el esp¨ªritu que se transmiti¨® durante el entrenamiento", relata Amir.
El componente religioso tambi¨¦n jug¨® su papel. "Se repartieron pasquines con el sello del Ej¨¦rcito y su Rabinato que conten¨ªan material pol¨ªtico expl¨ªcito: los palestinos eran descritos como los filisteos, nuevos en esta tierra. Como alien¨ªgenas en esta tierra que nosotros debemos retomar. Luego el rabino Chen nos habl¨® de la santidad del pueblo de Israel y de que est¨¢bamos luchando en una guerra entre la luz y la oscuridad llena de connotaciones apocal¨ªpticas y escatol¨®gicas. El lenguaje era altamente mesi¨¢nico. La guerra entre la luz y la oscuridad era la preparaci¨®n para la redenci¨®n. Pero m¨¢s perturbador que este asunto religioso era la demonizaci¨®n del otro, los hijos de la oscuridad, mientras nosotros ¨¦ramos los hijos de la luz. Esto es muy problem¨¢tico porque se podr¨ªa esperar que se hiciera una distinci¨®n con los civiles", narra otro militar.
Un activista de la ONG israel¨ª Breaking the Silence le pregunta a Amir, que ha servido en Gaza y Cisjordania varias veces como reservista: ?Esto era nuevo para ti? "S¨ª. Sin ninguna sombra de duda... Nunca tuve permiso o recib¨ª instrucciones para comportarme de este modo... De alguna manera, el Ej¨¦rcito siempre planteaba v¨ªas para tratar de evitar heridos. En esta ocasi¨®n, la sensaci¨®n era la contraria. Como si herir a civiles no jugara un papel en las consideraciones... Si alguna vez nos hablaron de inocentes fue para decirnos que no habr¨ªa inocentes. Todos all¨ª eran el enemigo. Es una frase que escuchamos al comandante de la brigada... No hab¨ªa normas para el combate. La norma era disparar".
Relata un soldado que observ¨® a un hombre con una antorcha y camisa blanca aproximarse. Pidi¨® a su comandante permiso varias veces para realizar disparos de disuasi¨®n (a metros de distancia para que el palestino se detuviera) tras informarle de que el hombre no iba armado. El oficial no se lo concedi¨®. Cuando ya estaba muy cerca, cuanta el uniformado: "De pronto una explosi¨®n de fuego que ven¨ªa de arriba nos hizo saltar a todos. El hombre comenz¨® a chillar. No lo olvidar¨¦ mientras viva. Todo el mundo disparaba y el hombre gritaba. El comandante baj¨® las escaleras y dijo: 'Este es el comienzo de la noche'. Se pregunt¨® al comandante porque no hab¨ªa autorizado el fuego de disuasi¨®n, y contest¨®: 'Es de noche y era un terrorista'. Cuando le dijimos que el hombre s¨®lo llevaba una antorcha, respondi¨®: 'No importa, era de noche'... Al d¨ªa siguiente enviamos a un perro para detectar si ten¨ªa explosivos. No ten¨ªa nada. S¨®lo su antorcha.
Mientras el presidente Sim¨®n Peres y varios miembros del Gobierno repitieron hasta la saciedad que Ham¨¢s y los dem¨¢s grupos armados palestinos utilizaron escudos humanos en sus operaciones y que sus acusaciones eran propaganda, resulta patente, a tenor de estos testimonios, que el Ej¨¦rcito israel¨ª s¨ª los utiliz¨®. "Johnnies". As¨ª llamaban los uniformados a los palestinos que eran forzados, enca?onados y maniatados, a entrar en las casas sospechosas de albergar a milicianos. En alguna ocasi¨®n, alguno debi¨® entrar m¨¢s de una vez para tratar de convencer a los hombres armados milicianos de que se rindieran. ?Y si no se rend¨ªan, se derribaba la casa sobre ellos? "S¨ª", contesta un sargento de la Brigada Golani. Otras veces obligaban a los palestinos a taladrar paredes con martillos mec¨¢nicos para eludir cualquier riesgo de que los soldados se toparan con una trampa explosiva.
"No era necesario tanto fuego. Tengo la sensaci¨®n de que el Ej¨¦rcito buscaba una oportunidad para llevar a cabo una demostraci¨®n de fuerza espectacular. Es la ¨²nica explicaci¨®n para el uso de morteros dentro de una zona urbana", explica un sargento de una brigada de infanter¨ªa que fue enviado a Netzarim, al sur de la ciudad de Gaza. "Los objetivos de la guerra eran vagos. Pero nos dijeron que deb¨ªamos arrasar la mayor parte de la zona posible. Esto es un eufemismo de destrucci¨®n sistem¨¢tica". El suboficial explica que las casas se derribaban por dos razones. Una operacional: la sospecha de que en una vivienda se guardaban armas, o si de ella part¨ªan t¨²neles, o si hab¨ªa se?ales de que se hab¨ªa excavado. El segundo motivo lo denominaron "El d¨ªa despu¨¦s", teniendo siempre en mente que la operaci¨®n era de duraci¨®n limitada. "La idea era dejar un ¨¢rea est¨¦ril detr¨¢s de nosotros cuando nos march¨¢ramos. Y el mejor modo para lograrlo era arrasar la zona. As¨ª tendr¨ªamos buena capacidad de fuego, visibilidad abierta. Pod¨ªamos verlo todo. Eso significaba las demoliciones para el "D¨ªa Despu¨¦s". En la pr¨¢ctica, esto supuso derribar casas que no eran sospechosas. Puedo incluso decir que, en una conversaci¨®n con mi comandante, mencion¨®, medio sonriente, medio triste, que esto podr¨ªa a?adirse a su lista de cr¨ªmenes de guerra".
No se escatimaron m¨¦todos ni recursos. "Todos los medios de destrucci¨®n se utilizaron, al menos los que yo conozco. Las casas eran demolidas con excavadoras D-9 que trabajaban continuamente, pero la artiller¨ªa, helic¨®pteros, tanques y aviones tambi¨¦n se emplearon. Y morteros de 81 mil¨ªmetros, creo. Y, por supuesto, unidades especiales de ingenieros que hicieron explosiones controladas de casas. Las explosiones eran constantes. No siempre sab¨ªan porqu¨¦, pero volaban casas diariamente". En los alrededores de donde se instal¨® la compa?¨ªa de este sargento no hubo combates. "No, no. En general no vimos a nadie vivo, excepto los soldados". Tambi¨¦n con experiencia en la franja de Gaza, el sargento coincide con los dem¨¢s militares: "La destrucci¨®n fue en una escala diferente. Nunca hab¨ªa conocido semejante poder de fuego".
?Que te preocupa de esta operaci¨®n? Y responde otro soldado: "Primero, tanta destrucci¨®n, todo ese fuego contra inocentes. La conmoci¨®n de darme cuenta de con quien he estado en esto. ?Como se comportaban mis compa?eros! Es asombroso, inconcebible... Todo ese odio, disfrutar matando. (Dec¨ªan): 'He matado a un terrorista, uuuau'. 'Le reventamos la cabeza". Otro compa?ero se muestra aliviado por haber sido destinado a otra unidad con soldados m¨¢s veteranos. "No eran de gatillo f¨¢cil", comenta.
El Ej¨¦rcito lament¨® que otra ONG haya difundido un informe con testimonios an¨®nimos. Al menos uno, el del sargento Amir, no lo es.
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