El segundo entierro de V¨ªctor Jara

Este s¨¢bado entierran a V¨ªctor Jara por segunda vez. Quien am¨® tanto la vida, treinta y seis a?os despu¨¦s, vuelve a pasear su muerte.

A quien dice: Dejad en paz a los muertos, les respondo: ?est¨¢n los muertos en paz? ?Estamos en paz con ellos?.

Desde los suburbios de Santiago, desde la falda de su madre, cantora, desde los sue?os de su pueblo con los que ali?aba sus canciones, V¨ªctor Jara, como Margot Loyola, Violeta Parra o H¨¦ctor P¨¢vez, recopil¨® y revaloriz¨® los cantos campesinos. Su profunda identificaci¨®n con el pueblo fue casi m¨ªstica. Como la Violeta, que le mostr¨® el camino, vivi¨® con ellos, se hizo piel y sangre de ellos para, desde el hombre provinciano, alcanzar lo universal y de forma irrevocable, con profundas convicciones, asumir su condici¨®n de artista comprometido.

As¨ª fue hasta que acallaron brutalmente su voz el 16 de septiembre de 1973 y algo qued¨® truncado para siempre.

Este s¨¢bado vuelven a enterrar a V¨ªctor Jara.

A diferencia de la primera vez en la que Joan Turner, su mujer, deposit¨® sin responsos, a escondidas, sus maltratados restos en un nicho del Cementerio General de Santiago apenas acompa?ada por un amigo y el funcionario que reconoci¨® el cad¨¢ver en la morgue, ser¨¢n miles los que estar¨¢n a su lado. Ah¨ª se han de juntar los viejos compa?eros de lucha, supervivientes de la dictadura y del exilio con muchachas y muchachos que han crecido llevando sus canciones en la boca. Habr¨¢ hijos de reprimidos pero tambi¨¦n de represores. Llegar¨¢n obreros de las poblaciones y campesinos de los valles a unirse a los mineros que, oliendo a cobre, bajar¨¢n desde Calama. Mujeres y hombres de toda condici¨®n ir¨¢n de la mano recordando a Amanda.

Esta vez Joan Turner no caminar¨¢ sola. A su lado marchar¨¢ una multitud que, nadie lo olvide, treinta y seis a?os despu¨¦s del crimen, sigue clamando justicia.