Las FARC liberan tras 12 a?os al sargento Moncayo
El padre del reh¨¦n ha recorrido 14 pa¨ªses para recuperar a su hijo
El sargento Pablo Emilio Moncayo, de 32 a?os, uno de los dos secuestrados que llevaba m¨¢s tiempo en poder de las FARC, volvi¨® ayer a ser un hombre libre tras pasar 12 a?os y tres meses en cautiverio . Eran las 21.20 en la Espa?a peninsular cuando la Cruz Roja Internacional confirm¨® la entrega a la comisi¨®n humanitaria que se intern¨® en la selva de Caquet¨¢, al sur del pa¨ªs.
El mal tiempo en la zona -a primera hora se produjo un aguacero t¨ªpico de esa regi¨®n amaz¨®nica- estuvo a punto de frustrar el operativo y retras¨® el regreso a Florencia, capital del departamento de Caquet¨¢. Minutos antes de las seis de la tarde (una de la madrugada en la Espa?a peninsular) aterriz¨® el helic¨®ptero de la Fuerza A¨¦rea de Brasil con emblemas de la Cruz Roja Internacional; Moncayo descendi¨® del aparato vestido con uniforme militar y en la pista se fundi¨® en un abrazo con su familia.
Buena parte del pa¨ªs acompa?¨® con l¨¢grimas la escena del padre, la madre y las cuatro hermanas de Moncayo esperando el regreso, y el posterior reencuentro con el joven, que nada m¨¢s llegar retir¨® a su progenitor las cadenas que llev¨® en su cuello y en sus manos durante todos los a?os de su cautiverio. En sus primeras declaraciones tras su liberaci¨®n, el soldado afirm¨® que hab¨ªa soportado todas las penurias de sus 12 a?os de secuestro por "el amor a mi pueblo colombiano", y dijo sentir "orgullo" por vestir su uniforme de militar del Ej¨¦rcito colombiano. Tambi¨¦n se refiri¨® a sus compa?eros secuestrados Libio Jos¨¦ Mart¨ªnez y Carlos Duarte, que le pidieron que enviara un mensaje en su nombre para que se logre su pronta liberaci¨®n, ya que sus vidas "corren peligro".
Moncayo mostr¨® su agradecimiento a sus familiares, a los l¨ªderes pol¨ªticos que colaboraron en el proceso de su liberaci¨®n y a los periodistas que colaboraron para que los mensajes de los familiares les llegaran a los secuestrados. Mencion¨®, entre otros, "a la incansable Piedad C¨®rdoba", al presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez, y al presidente de Brasil, Luiz In¨¢zio Lula da Silva, aunque en ning¨²n momento mencion¨® al presidente de Colombia, ?lvaro Uribe.
Preguntado sobre las FARC, Moncayo se mostr¨® esquivo. "Lo que yo diga sobre las FARC en nada va a cambiar la historia de Colombia", afirm¨®, a?adiendo que la guerrilla es una "realidad" en Colombia que no se puede ignorar "pese a que algunos se empe?en en hacerlo".
Entrega retransmitida
La transmisi¨®n por la cadena de televisi¨®n venezolana Telesur de im¨¢genes y fotograf¨ªas del momento de la entrega en la selva gener¨® malestar. "El Gobierno rechaza que Telesur se preste para hacer propaganda a un grupo terrorista y secuestrador", dice el comunicado le¨ªdo por el comisionado de paz, Frank Pearl.
La senadora Piedad C¨®rdoba, gestora del movimiento Colombianos por la Paz, y el obispo Leonardo G¨®mez Serna, miembros de la misi¨®n humanitaria, aseguraron que ellos no se dieron cuenta de la presencia de c¨¢maras en el lugar.
Hace casi un a?o las FARC anunciaron su intenci¨®n de entregarlo. Pero una cadena de autorizaciones y desautorizaciones por parte del Gobierno -el Ejecutivo exig¨ªa la entrega de todos los secuestrados y negaba la mediaci¨®n de C¨®rdoba- dilataron el proceso. "Nos lo quieren entregar y no lo queremos recibir; juegan con nuestro dolor", lament¨® muchas veces Mar¨ªa Estela, la madre, profesora de Filosof¨ªa.
Largo cautiverio
Pablo Emilio Moncayo cay¨® en poder de las FARC en la madrugada del 21 de diciembre de 1997. La guerrilla atac¨® con bombas camufladas en tarros de leche en polvo un puesto militar en el cerro de Patascoy.
Se lo llevaron cuando era cabo del Ej¨¦rcito, ten¨ªa 19 a?os y cara de adolescente asustado. Moncayo regresa ahora convertido en sargento y con cara de hombre curtido; as¨ª lo vieron sus padres en el ¨²ltimo v¨ªdeo que lleg¨®, en septiembre pasado, como prueba de vida. Ayer lo esperaba una familia a la que se han sumado una hermana, Valentina, de cinco a?os, y dos sobrinos.
"Mi hijo me quitar¨¢ las cadenas", repet¨ªa estos d¨ªas el padre, Gustavo Moncayo. Abandon¨® hace tres a?os sus clases de geograf¨ªa en Sandon¨¢ para dedicarse a caminar por el mundo, con las manos encadenadas, mientras exig¨ªa la libertad de su ¨²nico hijo var¨®n. "El caminante por la paz", como lo llaman los colombianos, recorri¨® 14 pa¨ªses.
Gustavo es consciente de que su hijo ser¨¢ otro distinto del Negro -como lo llama cari?osamente- que le rob¨® durante tanto tiempo la guerrilla.
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