Al menos cuatro pa¨ªses practican la lapidaci¨®n
Son Nigeria, Somalia, Indonesia e Ir¨¢n, aunque las leyes de otros seis tambi¨¦n la recogen.- Ir¨¢n es el Estado donde hay m¨¢s casos documentados, con siete mujeres y tres hombres a la espera de que se ejecute la sentencia
Ser¨ªa maravilloso decir que la lapidaci¨®n en el mundo contempor¨¢neo es tan s¨®lo la mejor escena de La vida de Brian, pero ni el mundo es una pel¨ªcula ni es maravilloso. Al menos cuatro de los 58 pa¨ªses que mantienen la pena de muerte han practicado en los ¨²ltimos a?os esta modalidad de ejecuci¨®n, la m¨¢s "extrema de trato cruel que ya es la pena de muerte porque su objetivo es prolongar el dolor", explica Alfred Cerd¨¢n, portavoz de Amnist¨ªa Internacional. El castigo, para quienes no hayan visto ninguna de las escasas fotos de casos reales que existen, consiste en semienterrar al condenado -preferentemente mujer- y apedrearlo hasta la muerte. Como los hombres tienen la desgracia de poder soportar golpes fuertes sin perder el conocimiento, la muerte es muy lenta. Si el pobre diablo logra escapar a su jaur¨ªa de verdugos, se le perdona la vida. En algunos pa¨ªses, el reo no ve lo que est¨¢ pasando, porque tiene la cara tapada con una capucha.
Adem¨¢s de cruel e inhumana, es muy antigua. Se practicaba en Oriente Pr¨®ximo y la recoge el Antiguo Testamento -Deuteronomio- para castigar el adulterio. Pero una frase, "quien est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra", atribuida a Jes¨²s de Nazaret, acab¨® por desterrar esta pr¨¢ctica cruel en ambas religiones. Los que tiraban la primera piedra en tiempos de Jes¨²s eran los acusadores y si posteriormente -con el inocente ya muerto bajo una lluvia de piedras- se descubr¨ªa que el condenado era inocente, se pod¨ªa culpar a los acusadores de perjurio e, incluso, de asesinato.
La palabra de un hombre por la de dos mujeres
Para justificarla, en menos de una docena de puntos del mundo -Somalia, Ir¨¢n, Sud¨¢n, el norte de Nigeria, Pakist¨¢n, Afganist¨¢n, Emiratos ?rabes, Arabia Saud¨ª, una provincia de Indonesia y Yemen- se siguen invocando hoy en d¨ªa las interpretaciones m¨¢s estrictas de la shar¨ªa (ley isl¨¢mica), aunque el Cor¨¢n no dice ni media sobre el asunto. La shar¨ªa condena a muerte a pedradas a casados, separados, divorciados hasta a viudos que tengan relaciones extramatrimoniales -qu¨¦ es adulterio y qu¨¦ no lo decide el tribunal isl¨¢mico de turno-. El delito debe probarse por la confesi¨®n repetida del acusado o el testimonio de cuatro testigos varones (o de tres hombres y dos mujeres). Esta misma ley castiga el robo con la amputaci¨®n de las manos y la "fornicaci¨®n" fuera del matrimonio, la homosexualidad y el consumo de alcohol con cien latigazos.
Muchos de esos pa¨ªses la contemplan en sus legislaciones estatales o locales pero no la aplican desde hace a?os y otros son estados fallidos directamente sin ley en los que campan tribunales isl¨¢micos y sentencias sin juicio. AI s¨®lo tiene constancia de casos recientes en Nigeria, Somalia, Indonesia e Ir¨¢n. En Indonesia se limita a una provincia con cierta autonom¨ªa, Aceh, situada en el extremo norte de la isla de Sumatra. La C¨¢mara de Representantes provincial promulg¨® en septiembre de 2009 una ley local que recoge este castigo para los ad¨²lteros, aunque contraviene la Constituci¨®n y el criterio del Gobierno indonesio. Esta situaci¨®n es "muy preocupante" para AI porque supone "un rebrote" de este comportamiento salvaje que hay que erradicar. La buena noticia es que "no hay constancia" de que se haya llevado a cabo ning¨²n apedreamiento de momento, aunque es complicado certificarlo por el "secretismo" que lo rodea. En Somalia e Ir¨¢n son igualmente "dif¨ªciles de documentar" ya que en el primer caso s¨®lo existe algo parecido a un gobierno en Mogadiscio, con el resto del pa¨ªs sometido a los tribunales isl¨¢micos y, en el segundo, "las lapidaciones pueden ser "secretas o p¨²blicas y no existe una estad¨ªstica oficial de penas de muerte".
En Nigeria, la interpretaci¨®n penal de la shar¨ªa permite castigar con lapidaci¨®n por adulterio a toda mujer que mantengan relaciones sexuales extramatrimoniales desde el a?o 1999 y en 12 estados del norte -de mayor¨ªa musulmana- de los 36 que conforman el pa¨ªs. El mismo delito se aplica al hombre, aunque ¨¦l puede liberarse de la acusaci¨®n si jura sobre el Cor¨¢n ante el tribunal la falsedad de los hechos, lo que no sucede con ella, que requiere de cuatro testigos. Un embarazo sirve, adem¨¢s, como prueba irrefutable de adulterio.
En 2001, el caso de Amina Lawal dio la vuelta al mundo y la convirti¨® en un s¨ªmbolo. Esta nigeriana fue condenada por un tribunal isl¨¢mico del norte por haberse quedado embarazada fuera del matrimonio. El apoyo de organizaciones de derechos humanos locales y una campa?a mundial en su defensa a trav¨¦s de internet -la primera ciberacci¨®n conocida, con m¨¢s de 9,5 millones de firmas recogidas por AI- consigui¨® dar la vuelta a la sentencia y que fuera absuelta tres a?os despu¨¦s. Desde entonces, se han registrado sucesivos intentos de aplicar esta pena, por ejemplo apenas un a?o m¨¢s tarde, con la periodista que cubri¨® el fallido concurso de Miss Mundo, Isioma Daniel.
Ni demasiado grandes ni demasiado peque?as
En Ir¨¢n, el c¨®digo penal de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, vigente desde la revoluci¨®n de 1979, establece en su art¨ªculo 102 que los hombres tienen que ser enterrados hasta la cintura, mientras que las mujeres mucho m¨¢s arriba, hasta el pecho. Los ejecutados, seg¨²n el art¨ªculo 104, deben ser golpeados hasta la muerte con piedras que no sean ni "demasiado grandes como para matar inmediatamente ni demasiado peque?as como para no considerarse piedras". Gracias al di¨¢logo con la UE, una directiva judicial estableci¨® una suspensi¨®n de las lapidaciones en diciembre de 2002 pero, al igual que otros avances del reformista Mohamed Jatam¨ª, no se tradujo en ley, por lo que en estos a?os se han seguido dictando veredictos y los jueces m¨¢s conservadores los han ejecutado. Desde diciembre de 2002 hasta mayo de 2006, seg¨²n AI, no hay constancia de que se haya lapidado a nadie en Ir¨¢n, pero desde esa fecha al menos seis personas han sufrido semejante tortura, la ¨²ltima en 2009. La organizaci¨®n asegura que en estos momentos hay siete mujeres a la espera de sufrir este destino.
"Con todas las cautelas por lo complicado que resulta certificarlo, es el pa¨ªs del mundo donde m¨¢s se practica la lapidaci¨®n", sostiene Cerd¨¢n. De las seis v¨ªctimas de lapidaci¨®n en Ir¨¢n, cinco son hombres y una mujer. El dato sorprende porque, como recuerda AI, "las condenas por adulterio son tremendamente discriminatorias". "A pesar de los cinco hombres muertos en Ir¨¢n, y esto es extrapolable al resto de los pa¨ªses, las mujeres son mucho m¨¢s vulnerables a la lapidaci¨®n porque no gozan de igualdad de trato ante los tribunales, sufren mucho m¨¢s el analfabetismo, no tienen acceso a abogados y como resultado son m¨¢s propensas a firmar confesiones que emplean en su contra durante los juicios". Para sentenciar a un hombre es necesario el testimonio de cuatro varones "de buena reputaci¨®n", mientras que en el caso de una mujer basta con un embarazo sin estar casada para considerarla culpable. Adem¨¢s, "el testimonio de una mujer sola no cuenta ni siquiera acompa?ada de otra mujer o de un hombre, deben ser dos hombres los que corroboren lo que ella dice" y "se entierra m¨¢s profundamente a las mujeres". En Ir¨¢n, siete mujeres y tres hombres est¨¢n ya condenados a morir as¨ª y puede pasar en cualquier momento, aunque la Embajada iran¨ª en Londres acaba de anunciar que "el c¨®digo penal est¨¢ en revisi¨®n" y que la lapidaci¨®n no est¨¢ en el "borrador del nuevo" texto.
En Somalia a¨²n es peor, porque si en Ir¨¢n "los juicios no cumplen las garant¨ªas internacionales exigibles", en pa¨ªses como Somalia directamente se perpetran "sin juicio". Cerd¨¢n recuerda especialmente el caso de un ni?a, Asha Ibrahim Dhuhulow, que finalmente "se comprob¨® que ten¨ªa apenas 13 a?os y no 23 como dec¨ªan los testigos". Muri¨® lapidada en 2008 "en un estadio tras denunciar una violaci¨®n". En este pa¨ªs, sin embargo, son "casos aislados". Adem¨¢s de estos pa¨ªses, donde las lapidaciones est¨¢n mejor documentadas, en Afganist¨¢n se registr¨® un caso en 2005, el primero tras la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n en 2001 tras la invasi¨®n de EE UU. La lapidaci¨®n lleg¨® al pa¨ªs en los a?os noventa con el Gobierno de los muyahidin (guerrilleros isl¨¢micos), que ejecut¨® a pedradas a muchos hombres y mujeres en la provincia de Badajsh¨¢n. La pr¨¢ctica se volvi¨® popular en la era de los talibanes, que llegaron al poder en 1996. La Constituci¨®n aprobada en Kabul en 2004 es muy vaga al respecto, ya que no menciona la pena de muerte. Sigue pendiente, como tantas otras cosas, una reforma del sistema jur¨ªdico.
En Emiratos ?rabes Unidos, el ¨²ltimo caso del que se tiene constancia se produjo en 2000. M¨¢s reciente, de 2005, es la lapidaci¨®n de una chica de 17 a?os de la secta yazid¨ª -una antigua minor¨ªa religiosa kurda que venera al Diablo- en el norte de Irak. Su pecado: enamorarse de un musulm¨¢n. ?Est¨¢ la lapidaci¨®n, que viola el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos, en ascenso o en retroceso? "La pena de muerte est¨¢ en retroceso en general y la lapidaci¨®n es bastante residual", apunta AI, que pide no obstante que no se baje la guardia y se act¨²e hasta erradicarla.
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