Ir¨¢n se moviliza contra las lapidaciones
Abogados, feministas y voluntarios se unen contra la pena de muerte - 9 mujeres y 2 hombres han sido condenados a morir apedreados por adulterio
Hace apenas un a?o que Leyla M. escap¨® el corredor de la muerte. ?Qu¨¦ pudo hacer esta joven de 22 a?os y rostro ani?ado para merecer tal castigo? Detr¨¢s de la mayor¨ªa de las penas capitales a mujeres en Ir¨¢n, hay sexo. Sexo ilegal: fuera del matrimonio. Y la injusticia de unas leyes que ponen toda la responsabilidad en la mujer incluso si, como en el caso de Leyla, fue prostituida por su madre desde los nueve a?os y violada por su padre y hermanos. Una red de ONG se ha movilizado para salvar a las Leylas iran¨ªes y erradicar la forma m¨¢s cruel de ejecuci¨®n, reservada a los ad¨²lteros: la lapidaci¨®n.
Agrupados bajo el lema Zanan Iran (Mujeres de Ir¨¢n, www.womeniniran.net), abogados, feministas, periodistas y voluntarios colaboran en la defensa de los derechos de las mujeres. Sus esfuerzos han devuelto la libertad, y la vida, a Nivan Ch., Atefeh S. o Leyla M., a quienes ayudan a reintegrarse en la sociedad. Acaban de lograr la salida de la c¨¢rcel de Parisa, una de las nueve mujeres y dos hombres condenados a morir lapidados y con sentencias suspendidas por una moratoria acordada por Ir¨¢n en 2002 como fruto de su di¨¢logo con la Uni¨®n Europea.
Parisa fue detenida en Shiraz en abril de 2004 y acusada de ejercer la prostituci¨®n. Seg¨²n los informes de Amnist¨ªa Internacional (AI) -que subraya que desde 2000 s¨®lo ha habido lapidaciones en Ir¨¢n y Afganist¨¢n-, durante la investigaci¨®n preliminar admiti¨® haber cometido adulterio: su marido la obligaba a prostituirse porque no ten¨ªan dinero. A los dos meses, en el juicio, se retract¨®, pero eso no evit¨® la condena a lapidaci¨®n. Ayudada por los abogados de Zanan Iran, el Supremo acept¨® revisar el caso en noviembre de 2005 y suspendi¨® la sentencia.
"La liberaron la semana pasada tras recibir 99 latigazos, para nosotros ha sido una gran victoria", remarca Asieh Amini, una de las activistas de esa red. "Ahora luchamos para que la moratoria se convierta en ley", a?ade, preocupada porque en otro caso la alternativa a la lapidaci¨®n parece ser la horca. "Nuestro trabajo no tiene nada que ver con la pol¨ªtica, sino con el deseo de mejorar las condiciones de vida de la sociedad", precisa.
Amini lleva varios a?os dedicada a seguir casos de mujeres condenadas a muerte. Todo empez¨® con sus reportajes para Zanan (Mujeres), la revista femenina m¨¢s audaz de Ir¨¢n. "Me di cuenta que casi todas las causas estaban relacionadas con el sexo, incluso cuando eran asesinatos", explica. "Las implicadas suelen tener tantos problemas conyugales y dificultades para divorciarse que terminan matando al marido". Tambi¨¦n le llam¨® la atenci¨®n el n¨²mero de condenadas a la lapidaci¨®n. Sin embargo, la ley iran¨ª s¨®lo prescribe esa forma de ejecuci¨®n en caso de adulterio, y comprobar ese cargo exige la palabra de cuatro testigos del acto. Convencida de que esa posibilidad es m¨¢s que remota, Amini inici¨® una cruzada contra una pena extremadamente cruel.
"Existe una ambig¨¹edad legal que permite al juez llegar a la conclusi¨®n de que se ha cometido el adulterio", explica. Observadores extranjeros tambi¨¦n expresan su preocupaci¨®n por los interrogatorios del proceso de investigaci¨®n. Muchos acusados se autoinculpan, pero se retractan durante el juicio, lo que hace sospechar que fueron objeto de presiones excesivas. Las organizaciones de derechos humanos denuncian "abusos f¨ªsicos" a detenidos. Las autoridades judiciales iran¨ªes lo rechazan.
Cuando el ayatol¨¢ Mahmud Hachemi Shahrudi, el jefe del poder judicial, anunci¨® la moratoria en las lapidaciones en diciembre de 2002, las activistas iran¨ªes respiraron aliviadas. "Sent¨ª que pod¨ªa aparcar esos informes y concentrarme en otros casos urgentes; sin la firma de Shahrudi no iban a ejecutarlas", recuerda Amini.
La medida no puso fin al problema. Por un lado, fue una decisi¨®n pol¨ªtica que no se ha trasladado a las leyes y, cuando un juez va a dictar sentencia, lo hace seg¨²n la legislaci¨®n, no los acuerdos pol¨ªticos. Los veredictos de lapidaci¨®n se siguen pronunciando. "Por eso hemos iniciado una campa?a para que ese cambio se refleje en las leyes", se?ala Amini. La noticia de que el pasado mayo se llevaron a cabo dos lapidaciones en Mashad ha hecho sonar todas las alarmas.
Los jueces isl¨¢micos discrepan sobre la moratoria. Algunos defienden que la pena puede suspenderse, no conmutarse. Eso deja a los condenados en el limbo penal. "En los ¨²ltimos dos a?os, algunas personas han sido enviadas a la horca", se preocupa Amini. El de Parisa, como el de Leyla, han sido casos con final feliz, pero Khayrieh, Shamameh, Kobra, Soghra, Fatemeh, Ashraf o Hajieh, mujeres cuyos procesos ha denunciado AI, a¨²n viven en la incertidumbre.
"Nuestras leyes permiten que una mujer sea condenada a morir por tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, y eso hay que cambiarlo", defiende Shadi Sahr, abogada de Leyla y de otras condenadas a muerte. Con su ayuda, y la de Zanan Iran, Leyla ha aprendido a leer y se prepara para ser cocinera. Pero, sobre todo, ha recuperado la ilusi¨®n de vivir.
UNA PR?CTICA EN EL LIMBO LEGAL
Desde 2000 s¨®lo ha habido lapidaciones en Ir¨¢n y Afganist¨¢n, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional
El r¨¦gimen de Teher¨¢n mantiene en teor¨ªa una moratoria, pero los jueces siguen condenando
Detr¨¢s de la mayor¨ªa
de penas de muerte a mujeres hay sexo fuera
del matrimonio
La presi¨®n de las ONG ha logrado sacar de la c¨¢rcel a varias de las condenadas
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.