La verdadera historia de los adoradores de Taus
La lapidaci¨®n de una joven yazid¨ª por casarse con un musulm¨¢n saca a la luz a una religi¨®n sincr¨¦tica y secretitsta de Irak de ra¨ªces preisl¨¢micas
Dios cre¨® primero al ¨¢ngel Taus a su imagen y semejanza, y le orden¨® no arrodillarse ante ning¨²n otro ser. A continuaci¨®n cre¨® a otros seis arc¨¢ngeles y les orden¨® que le trajeran un pu?ado de tierra. Model¨® con ¨¦l a Ad¨¢n y, tras insuflarle vida, pidi¨® a los arc¨¢ngeles que se inclinaran ante ¨¦l. Taus se neg¨®. "?C¨®mo puedo someterme a otro ser cuando soy tu reflejo y Ad¨¢n est¨¢ hecho de polvo?". La desobediencia que en las tradiciones jud¨ªa, cristiana y musulmana convirti¨® en Satan¨¢s al ¨¢ngel ca¨ªdo, le transforma en un enviado de Dios en la tierra para los yazid¨ªes, una minor¨ªa religiosa muy poco conocida que estos d¨ªas ha sido noticia por la lapidaci¨®n de una de sus seguidoras en Irak.
"Creemos que Taus es el representante de Dios en la Tierra", dice un seguidor
"No es verdad que adoremos al diablo", me dijo Narm¨²n, el ¨²nico yazid¨ª que he conocido, cuando en una ocasi¨®n acud¨ª a su tienda de licores en Bagdad. El local ha sido atacado por los extremistas isl¨¢micos que desde el derrocamiento de Sadam Husein intentan prohibir la venta de alcohol, un negocio reservado a los no musulmanes (en su mayor¨ªa cristianos). Para Narm¨²n, llov¨ªa sobre mojado. Como yazid¨ª, llevaba a?os siendo v¨ªctima del perjuicio popular que considera a sus correligionarios adoradores del diablo por su veneraci¨®n al ¨¢ngel ca¨ªdo que otros credos llaman Lucifer o Sat¨¢n.
"Son infundios de los musulmanes. El ¨¢ngel Taus se arrepinti¨® y sus l¨¢grimas apagaron el fuego del infierno. Creemos que Taus es el representante de Dios en la tierra", a?adi¨® ante mi insistencia. No me cont¨® mucho m¨¢s, pero despert¨® mi curiosidad por esa religi¨®n sincr¨¦tica y secretista de ra¨ªces preisl¨¢micas, ridiculizada y perseguida desde la dominaci¨®n otomana.
Se estima que medio mill¨®n de personas siguen ese credo en todo el mundo. M¨¢s de la mitad de ellos viven en Irak, sobre todo en los alrededores de Mosul. Cerca de all¨ª, en el valle de Lalish, se halla la tumba del jeque Abi, el m¨ªstico del siglo XII a quien se atribuye haber revivido una fe que se remonta a tiempos de Ad¨¢n. Aunque la zona queda fuera de la regi¨®n aut¨®noma kurda, los yazid¨ªes est¨¢n considerados ¨¦tnica y culturalmente kurdos, y la mayor¨ªa habla kurmanji, el dialecto kurdo en el que se transmiten sus tradiciones religiosas orales. Tambi¨¦n hay comunidades menores en Armenia, Georgia, Ir¨¢n, Rusia, Siria y Turqu¨ªa.
Los musulmanes les consideran una escisi¨®n del islam que se produjo tras la ca¨ªda de los omeyas, siguiendo a un nieto del califa Yazid, de donde vendr¨ªa su nombre. Pero aunque rezan cinco veces al d¨ªa, se descalzan al entrar en los templos y puede encontrarse una gran influencia suf¨ª en su vocabulario religioso, la mayor¨ªa de su mitolog¨ªa es anterior al islam y los estudiosos han encontrado muchos puntos en com¨²n entre su cosmogon¨ªa y la de las antiguas religiones persas. Como los zoroastrianos, consideran el fuego una manifestaci¨®n de la divinidad. Adem¨¢s se bautizan y creen en la trasmigraci¨®n de las almas.
Pero lo que m¨¢s se conoce de los yazid¨ªes son algunas curiosas prohibiciones que gobiernan su vida, como comer lechuga o vestirse de azul, que les han convertido a menudo en objeto de mofa de sus vecinos. M¨¢s all¨¢ de lo anecd¨®tico, el tab¨² de la exogamia constituye uno de los pilares del yazidismo. Los descendientes de Ad¨¢n, como se consideran a s¨ª mismos dejando de lado a Eva con una peculiar leyenda, no aceptan conversos. Yazid¨ª s¨®lo se puede nacer.
Por la misma raz¨®n, sus seguidores son estrictamente endog¨¢micos hasta el punto de que los miembros de sus tres castas (murids, jeques y pirs) s¨®lo se casan dentro de su grupo. Los clanes tampoco se mezclan, ni siquiera con otros kurdos. Para los m¨¢s fundamentalistas, incluso resulta pernicioso tener demasiado contacto con no yazid¨ªes.
A¨²n as¨ª, la lapidaci¨®n de la joven Doaa Jalil Aswad, ocurrida hace un mes pero salida a la luz esta semana, resulta un caso extremo y, hasta ahora, desconocido. El mayor castigo que se reserva a los yazid¨ªes es la expulsi¨®n de la comunidad. La lapidaci¨®n es una pena que las interpretaciones m¨¢s estrictas de la shariah (ley isl¨¢mica) imponen en caso de adulterio. En Irak, el c¨®digo penal no recoge semejante barbaridad y adem¨¢s, en el caso de Aswad fueron sus familiares quienes procedieron de forma tan salvaje, lo que parece respaldar la versi¨®n de que se trat¨® de un mal llamado crimen de honor.
Los asesinos de la joven habr¨ªan lavado as¨ª la indignidad de que hubiera abandonado su fe para casarse con un musulm¨¢n, algo especialmente grave en un momento de creciente acoso islamista a las minor¨ªas religiosas en Irak. Dicha forma de proceder, depositando en la mujer (o m¨¢s precisamente en su sexo) el honor familiar y castig¨¢ndola cu¨¢ndo ¨¦ste resulta supuestamente mancillado, no est¨¢ vinculada con ninguna religi¨®n en particular. Se trata de una costumbre tribal arraigada en muchas zonas de Oriente Pr¨®ximo y que en los ¨²ltimos a?os est¨¢ saliendo a la luz con creciente frecuencia en diversos pa¨ªses de la regi¨®n. Los yazid¨ªes forman parte de ese entorno.
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