El nuevo Congreso empieza el asalto a la obra de Barack Obama
La mayor¨ªa republicana se instala en la C¨¢mara de Representantes con la promesa de deshacer todo lo que el presidente ha hecho en su mandato
El 112 Congreso de Estados Unidos iniciar¨¢ hoy sus sesiones con la lectura en el pleno de la C¨¢mara de Representantes del texto ¨ªntegro de la Constituci¨®n. Es un s¨ªmbolo de los nuevos tiempos, a¨²n no se sabe si para bien o para mal. La mayor¨ªa republicana reci¨¦n estrenada interpreta ese gesto como prueba de su lealtad a los principios fundacionales de esta naci¨®n. Los derrotados dem¨®cratas lo ven como mera demagogia o, peor, una muestra de intransigencia enmascarada en el respeto de la tradici¨®n. Como quiera que sea, este jueves comienza el asalto a la obra de Barack Obama.
Nunca antes se hab¨ªa le¨ªdo la Constituci¨®n en el Congreso, fuera de la maravillosa fantas¨ªa creada por Frank Capra en Mister Smith Goes to Washington -en Espa?a se titul¨® Caballero sin espada-. Los nuevos congresistas (87 republicanos y 9 dem¨®cratas), muchos de ellos miembros del Tea Party sin antecedentes pol¨ªticos, se creen portadores del atrevimiento y la honestidad que caracterizaban al personaje de James Stewart en esa pel¨ªcula. Con su misma inocencia, prometen venir a la capital del pa¨ªs para cambiar la forma en la que se ha hecho pol¨ªtica durante m¨¢s de dos siglos. "Esta es la casa del pueblo... Mi objetivo es devolverle el poder al pueblo", dijo el nuevo presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, despu¨¦s de jurar su cargo.
La pel¨ªcula, por supuesto, tuvo un final feliz. La aventura que ahora empieza no se sabe como acabar¨¢. El Congreso que ayer se puso en marcha es el m¨¢s conservador de la historia de este pa¨ªs y uno de los m¨¢s inexpertos. Ambas cualidades sumadas, lo convierten en uno de los m¨¢s impredecibles. El Partido Republicano, que gan¨® 63 nuevos esca?os en noviembre de 2009, goza de una mayor¨ªa de 242 frente a 193 en la C¨¢mara de Representantes. El Partido Dem¨®crata conserva una superioridad de 53 esca?os contra 47 en el Senado, lo que le permitir¨¢ bloquear cualquier iniciativa que surja de la C¨¢mara baja.
Ser¨¢n muchas, inmediatas y radicales. Empezando por una votaci¨®n la pr¨®xima semana para revocar la reforma sanitaria, los republicanos llegan a este Congreso con la voluntad y la promesa de deshacer todo lo que Obama ha hecho en los dos ¨²ltimos a?os. La oposici¨®n, especialmente el Tea Party, bajo cuya sombra se encuentran 126 miembros de la C¨¢mara y 15 senadores, acusa a este presidente de haber invadido con su Gobierno ¨¢reas de poder reservadas a los ciudadanos. El ejemplo supremo es la reforma sanitaria, que obliga a todos los norteamericanos a poseer un seguro de salud. Otros casos similares, en la paranoia de este nuevo conservadurismo, son las ayudas a los bancos y a la industria automovil¨ªstica.
Obama representa para los nuevos congresistas todo el mal que es necesario erradicar para conseguir que Estados Unidos siga siendo Estados Unidos. Su pol¨ªtica constituye, desde la mentalidad del Tea Party, una amenaza para la libertad y la democracia norteamericana. De ah¨ª, el recordatorio en voz alta del sagrado texto constitucional.
Incertidumbre y enfrentamientos
Cabe esperarse, por tanto, tiempos de dr¨¢sticas propuestas, duros enfrentamientos, pocos resultados y gran incertidumbre. Un escenario ideal para la prensa, pero quiz¨¢ menos atractivo para los ciudadanos, que quieren acci¨®n y medidas pr¨¢cticas para remediar el paro y mejorar la econom¨ªa.
Los republicanos, que se han dedicado a bloquear muchas de las medidas de Obama estos dos a?os, conf¨ªan en que los electores comprobar¨¢n ahora que ellos tienen mejores ideas que ofrecer y les dar¨¢n la presidencia en 2012. Los dem¨®cratas creen que el obstruccionismo republicano quedar¨¢ ahora en evidencia, el p¨²blico comprobar¨¢ la clase de extremistas que se sientan en el Capitolio y volver¨¢ a darle la victoria a Obama dentro de dos a?os.
Es muy posible que en ese c¨¢lculo se consuma el tiempo que resta hasta las pr¨®ximas elecciones presidenciales. Ni los republicanos tienen fuerza suficiente para aprobar leyes que el Senado podr¨ªa rechazar y el presidente podr¨ªa vetar, ni los dem¨®cratas cuentan con los votos para sacar adelante lo que queda del programa de Obama.
Ante esa situaci¨®n s¨®lo queda pactar o pelear. Aunque todos expresan en sus declaraciones la mejor voluntad de di¨¢logo, lo m¨¢s probable es que, a la hora de la verdad, predomine el enfrentamiento, por el miedo de cada parte a otorgarle una carta victoriosa al contrario.
La pol¨ªtica norteamericana permite, al menos, que las ceremonias de cambio de mando, como la que se vivi¨® ayer en el Capitolio, conserven la cordialidad y el civismo que engrandecen una democracia. Viendo a Nancy Pelosi entregar el mazo presidencial a Boehner, entre elogios, abrazos y besos, nadie dir¨ªa que son enemigos ac¨¦rrimos.
Todo el Congreso, puesto en pie aplaudi¨® durante minutos al nuevo portavoz, con quien se hicieron fotos tanto los representantes republicanos como los dem¨®cratas. El respeto institucional -el presidente de la C¨¢mara es el segundo en l¨ªnea sucesoria del presidente de Estados Unidos- es esencial en este pa¨ªs. A partir de hoy, sin embargo, s¨¢lvese quien pueda.
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