Dilma impone su estilo en Brasil
La presidenta reclama a los ministros eficiencia, austeridad y transparencia
La presidenta brasile?a, Dilma Rousseff, est¨¢ impresionando positivamente a la opini¨®n p¨²blica mejor informada con un nuevo estilo de gobernar m¨¢s t¨¦cnico, pero tambi¨¦n m¨¢s sobrio, eficaz, exigente y concreto que el de su antecesor, Luiz In¨¢cio Lula da Silva.
Rousseff pretende que cada uno de los 37 ministerios de su Gobierno funcione en el futuro como una empresa a la que se le exigen objetivos concretos y rendimientos de cuentas puntuales, en lugar de como un centro pol¨ªtico.
En la primera reuni¨®n ministerial, d¨ªas atr¨¢s, la presidenta "fue severa", dijo uno de los ministros presentes, con quienes presentaron proyectos y programas "fantasiosos". Tampoco qued¨® contenta con ese tipo de reuniones multitudinarias de ministros y los ha dividido en cuatro grupos, con un ministro presidiendo cada uno de ellos, para trabajar con mayor eficiencia. Son los siguientes: desarrollo social y eliminaci¨®n de la miseria; desarrollo econ¨®mico; gesti¨®n e infraestructura, y derechos de ciudadan¨ªa y movimientos sociales.
Ella va a participar en dichas reuniones -con los dos ordenadores port¨¢tiles de los que no se separa nunca- y ha confirmado la creaci¨®n, bajo el paraguas de la presidencia, del N¨²cleo de Gesti¨®n y Competitividad, que tendr¨¢ como uno de sus consejeros a Jorge Gerdau, un empresario de peso, especialista en ambos temas.
Rousseff ha empezado a imponer algunas reglas de conducta muy concretas a los ministros, poco acostumbrados a ellas durante los Gobiernos de Lula, que les dejaba m¨¢s libres, mientras ¨¦l -a quien, al contrario que a su sucesora, le gustaba poco estar en el Palacio de Planalto- prefer¨ªa la calle.
Las reuniones con los ministros ser¨¢n los viernes para evitar que se vayan de Brasilia los jueves, como lo hac¨ªan generalmente. Rousseff ha decretado lucha contra la impuntualidad que odia. Todos los ministros han sido advertidos que no admitir¨¢ retrasos en las audiencias marcadas con ella, que es siempre la primera en llegar a Planalto.
En su despacho nadie podr¨¢ entrar hablando por el m¨®vil. Es m¨¢s, las personas que mantengan una audiencia con ella tendr¨¢n que apagar el m¨®vil para no tener que interrumpir la reuni¨®n. Los ministros no podr¨¢n hablar el tiempo que quieran en las reuniones con la presidenta para rendir cuentas y presentar proyectos. Los responsables de ministerios importantes tendr¨¢n 15 minutos, y los menos importantes solo cinco minutos.
Tambi¨¦n ha impuesto severas normas de ¨¦tica en el gasto p¨²blico y oficial. Ha pedido a los ministros que sean comedidos incluso en privilegios como el uso del coche oficial o el empleo de un avi¨®n de las Fuerzas A¨¦reas, com¨²n durante los anteriores Gobiernos, para ir a pasar el fin de semana en sus Estados de origen.
Por ejemplo, en 2009 el anterior ministro de Justicia, Tarso Genro, hoy gobernador de Rio Grande do Sul, lleg¨® a usar 40 veces dichos aviones. Ahora, Rousseff ha advertido a la Aeron¨¢utica que sus aviones solo se pueden utilizar para viajes excepcionales. De lo contrario, los ministros deben viajar como los dem¨¢s ciudadanos en compa?¨ªas privadas.
La presidenta ni ha salido ni ha hablado una sola vez en p¨²blico desde que tom¨® posesi¨®n, con la excepci¨®n de su visita a la zona de la tragedia por las lluvias. Y los fines de semana los pasa en Porto Alegre, su ciudad natal, con su hija y su nieto. No recibe a nadie esos d¨ªas.
Por su parte, Lula, fiel a su promesa de dejar a su sucesora trabajar tranquila las primeras semanas, no ha hecho una sola declaraci¨®n ni le ha dado un consejo en p¨²blico desde que sali¨® de la presidencia. De su antiguo despacho ha desaparecido el gran crucifijo obra de un artista portugu¨¦s que presid¨ªa su mesa de trabajo. No porque Rousseff, ex guerrillera y agn¨®stica, lo haya retirado, sino porque Lula se lo llev¨® con el traslado de todos los regalos que hab¨ªa recibido, cerca de 14 camiones, seg¨²n permite la ley a los ex presidentes.
A rey muerto, rey puesto, coment¨® Lula. "Ahora es Dilma", afirm¨® el ex mandatario. Y parece que lo est¨¢ siendo.
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