La mecha que resquebraja L¨ªbano
Muy prudentes, cariacontecidos, vestidos de verde oliva y tocados con el azul de Naciones Unidas, un grupo de soldados espa?oles, de permiso por las calles de Marjay¨²n, peque?a localidad situada en el sur de L¨ªbano, a unos metros de la barrera que separa este pa¨ªs de Israel, conversaban la semana pasada armados ya de mucha cautela. "Solo somos unos 20 por el pueblo de permiso". Alguno m¨¢s hab¨ªa entre compras y paseos. Unos d¨ªas antes, el 12 de enero, los ministros de la oposici¨®n hab¨ªan empujado de nuevo al Gobierno liban¨¦s a la crisis -si no estaba ya- presentando su dimisi¨®n en bloque del Ejecutivo de Saad Hariri.
Las ¨®rdenes en la Fuerza Internacional de Naciones Unidas en el L¨ªbano (FINUL), cuyo mando en Marjay¨²n est¨¢ en manos espa?olas, eran de extremar la precauci¨®n y seguridad. Algo m¨¢s de una semana despu¨¦s, la tensi¨®n acumulada durante los ¨²ltimos d¨ªas ha estallado en las calles de Beirut, Tr¨ªpoli, Sid¨®n... Y la mecha solo ha hecho que empezar a ennegrecer tras la elecci¨®n como nueve jefe de Gobierno de Nagib Mikati, sun¨ª como Hariri, pero candidato de la coalici¨®n de partidos que lidera Hezbol¨¢. ?C¨®mo se ha llegado hasta este punto?
El abandono de los ministros: La salida del Gobierno el pasado 12 de enero de los ministros del bloque de oposici¨®n, esto es, los partidos en torno a la coalici¨®n 8 de marzo (nacida en 2005, un mes despu¨¦s del asesinato de Rafik Hariri, padre del ya ex jefe de Gobierno) que lidera Hezbol¨¢, respondi¨®, seg¨²n sus argumentos, al rechazo al Tribunal Especial de Naciones Unidas que investiga la muerte de Hariri. Al otro lado del arco parlamentario se sit¨²a la prooccidental alianza 14 de marzo encabezada por Saad Hariri.
En un discurso difundido el pasado 16 de enero -y que contuvo como es habitual el aliento de la presencia internacional en el pa¨ªs- , el l¨ªder de Hezbol¨¢, Hassan Nasrallah, culp¨® a Saad Hariri, actual jefe de Gobierno, de "respaldar falsos testimonios" en el proceso judicial seguido por la muerte de su padre. Nasrallah, en l¨ªnea con sus pronunciamientos anteriores, culp¨® a Israel de estar detr¨¢s del tribunal e incluso, de ser responsable del magnicidio de 2005.
Dos d¨ªas despu¨¦s, la corte anunciaba que ten¨ªa listo el dictamen sobre este crimen, hecho que lanz¨® las primeras protestas en barrios del oeste de Beirut -con evidente presencia de partidarios de Hezbol¨¢ y Amal- y multiplic¨® la presencia de por s¨ª ya elevada -aunque un tanto testimonial- de militares y tanquetas en la capital libanesa. La calle Hamra, coraz¨®n de en la zona musulmana de Beirut, bulliciosa y animada hasta altas horas de la noche, sinti¨® el golpe y empez¨® a guardar algo m¨¢s de silencio con la ca¨ªda del sol.
?Por qu¨¦ rechaza Hezbol¨¢ el dictamen judicial? Pese a las primeras tesis que apuntaban a la implicaci¨®n de Siria en la muerte de Rafik Hariri (magnate liban¨¦s s¨ªmbolo de la reconstrucci¨®n del pa¨ªs tras la guerra civil y primer ministro hasta octubre de 2004), los coletazos del dictamen, cuyo contenido no se ha hecho p¨²blico a¨²n, ponen el punto de mira en miembros de Hezbol¨¢ (el partido milicia prosirio, nacido como movimiento de resistencia contra Israel en los primeros a?os 80, est¨¢ considerado terrorista por la UE y EE UU).
La revuelta tras la muerte en 2005 de Hariri termin¨® con la presencia militar de Siria en L¨ªbano iniciada durante la guerra civil. Precisamente Hariri hab¨ªa abierto la puerta a que las fuerzas sirias abandonasen en alg¨²n momento el territorio. Su dimisi¨®n como primer ministro estuvo motivada por su oposici¨®n a un nuevo mandato del prosirio Emile Lahoud en la presidencia del pa¨ªs.
Cambio de signo en el Gobierno. La ruptura de la coalici¨®n de fuerzas ha hundi¨® el Gobierno y abri¨® la puerta a la elecci¨®n del candidato de Hezbol¨¢, Nagib Mikati, como nuevo primer ministro gracias al apoyo de la mayor¨ªa del Parlamento y el espaldarazo reciente del hist¨®rico l¨ªder druso Walid Jumblatt.
Tras reunirse con el presidente, Michel Suleiman, Mikati, que no es novato en la jefatura de Gobierno, anunci¨® que relevaba a Hariri, quien horas despu¨¦s rechaz¨® unirse a la nueva coalici¨®n. La llegada al Gobierno del candidato de Hezbol¨¢ asesta por extensi¨®n un fuerte varapalo a la presi¨®n de Washington, que apoya a Hariri y los trabajos del tribunal internacional.
El laberinto de las confesiones. En una de las calles de la emergente zona conocida por los libaneses como Gemmayzeh, en el barrio cristiano de Beirut, este de la ciudad, un ciudadano, ducho en captar al for¨¢neo que patea su ciudad preguntaba en un perfecto franc¨¦s: "?Te gusta L¨ªbano? No es bonito. M¨¢s lo es Espa?a. Yo soy cristiano maronita, pero tambi¨¦n hay chi¨ªes, sun¨ªes, drusos... Y todo eso nos ha llevado a muchas guerras".
La Constituci¨®n libanesa nacida de la independencia del protectorado franc¨¦s en 1943 obliga a repartir el poder entre las diferentes confesiones religiosas que, en tiempos de estabilidad, forman un encantador escenario para el ojo ajeno, pero han llevado de igual modo al pa¨ªs al abismo en muchas ocasiones. Un reparto que tira de un censo de 1932 nunca actualizado y que concede a cristianos el 40% y a musulmanes el 60% (estos ¨²ltimos repartidos entre sun¨ªes, chi¨ªes y drusos).
La presidencia recae, por tanto, en un cristiano maronita, actualmente Michel Suleiman quien ha iniciado ya las consultas para la formaci¨®n de nuevo Gobierno tras la crisis del pasado 12 de enero. Este Ejecutivo debe tener, seg¨²n la Carta Magna, un primer ministro sun¨ª. El hombre que ocupaba hasta la ¨²ltima crisis el puesto era Saad Hariri, sustituido ahora por el tambi¨¦n sun¨ª Mikati. La presidencia del Parlamento queda en manos de un chi¨ª. Nabih Berri, l¨ªder de Amal, partido aliado de Hezbol¨¢ (tambi¨¦n chi¨ª) ostenta ese puesto ahora.
Y los palestinos. En medio del tira y no afloja de los l¨ªderes pol¨ªticos libaneses, unos 270.000 palestinos, seg¨²n el ¨²ltimo censo de la agencia de Naciones Unidas que los asiste (UNRWA) y la Universidad Americana de Beirut, malviven en una docena de campos del pa¨ªs desde su exilio a finales del los a?os 40 debido a la ocupaci¨®n israel¨ª. Un foco m¨¢s de inestabilidad gobernado por los comit¨¦s populares palestinos y abandonado por la poca simpat¨ªa que despiertan en la poblaci¨®n libanesa.
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