El momento Sputnik
El lanzamiento del sat¨¦lite sovi¨¦tico en 1957 llev¨® a EE UU a apostar por el desarrollo tecnol¨®gico y cient¨ªfico, impulsado por un r¨¢pido proceso de cambios sociales
Visto con la distancia que da el tiempo, el Sputnik fue el gran detonante de la carrera de Estados Unidos por la supremac¨ªa mundial. Cuando aquel peque?o artefacto sovi¨¦tico sali¨® al espacio en 1957, girando alrededor de la Tierra, para emitir su c¨¦lebre bip-bip-bip-bip, el mundo entero cambi¨® pero, sobre todo, sirvi¨® para agitar el esp¨ªritu norteamericano ante la mayor demostraci¨®n de fuerza de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, su nueva gran amenaza, tras el fin de los fascismos al acabar la II Guerra Mundial.
Es simb¨®lica, por eso, la referencia en el discurso del presidente Barack Obama esta noche: "Hace medio siglo, cuando los sovi¨¦ticos nos ganaron en el espacio con el lanzamiento del Sputnik, no ten¨ªamos ni idea de que alg¨²n d¨ªa los vencer¨ªamos en la Luna. No ten¨ªamos la ciencia necesaria. La NASA no exist¨ªa. Pero despu¨¦s de invertir en mejor investigaci¨®n y mejor educaci¨®n... No solamente sobrepasamos a los sovi¨¦ticos sino que desatamos una ola de innovaci¨®n que cre¨® nuevas industrias y millones de nuevos puestos de trabajo".
Aunque, como asegura Eric Hobsbawn en su Historia del siglo XX, el dominio de la econom¨ªa mundial por parte de EE UU realmente fue una prolongaci¨®n de la expansi¨®n de los a?os de la guerra, gracias a que los estadounidenses no sufrieron da?o alguno, su producto nacional bruto aument¨® en dos tercios y acabaron el conflicto armado con casi dos tercios de la producci¨®n industrial del mundo, tambi¨¦n es cierto que nunca antes un pa¨ªs se lanz¨® en tan poco tiempo al desarrollo tecnol¨®gico y cient¨ªfico, impulsado por un r¨¢pido proceso de cambios sociales.
Con el Sputnik en ¨®rbita, considerado como el verdadero hito del siglo XX por el escritor brit¨¢nico, Arthur C. Clark, autor de 2001, una odisea en el espacio, Washington apost¨® por un programa de modernizaci¨®n en todos los campos. El Congreso de EE UU percibi¨® el Sputnik como una amenaza y se decidi¨® a crear una nueva agencia federal que dirigiera toda la actividad espacial no militar, conocida como NASA y fundada en 1958. No es de extra?ar, por tanto, que la palabra "poder" fuera la m¨¢s citada por el presidente Dwight D. Eisenhower en su discurso del estado de la Uni¨®n de ese mismo a?o. La carrera espacial, al albor de la guerra fr¨ªa con la URSS, llev¨® a los estadounidenses a pisar la Luna en 1969. Las im¨¢genes de Neil Armstrong colocando la bandera de las barras y estrellas dieron la vuelta al mundo.
De alguna manera, el Sputnik marc¨® tambi¨¦n el antes y el despu¨¦s en la sociedad estadounidense, que abraz¨® desde entonces lo que los historiadores contempor¨¢neos dieron en llamar la edad dorada. Estos a?os de crecimiento econ¨®mico y cient¨ªfico vinieron acompa?ados por trascendentales avances sociales. El puritanismo mantenido desde el siglo XVIII por la sociedad anglosajona se desmoron¨® precipitadamente ante el poder seductor de la cultura juvenil. EE UU pon¨ªa la vista en el espacio al mismo tiempo que pisaba firme en logros sociales y fijaba sus cimientos para la segunda mitad del siglo XX.
Para cuando el Sputnik giraba alrededor del planeta, los j¨®venes estadounidenses, verdaderos art¨ªfices del crecimiento y la creatividad estadounidenses de los 60, se sent¨ªan inmersos en plena transformaci¨®n, y se sab¨ªan protagonistas. En 1957, los adolescentes bailaban al ritmo salvaje de discos como After School Session de Chuck Berry o Here's Little Richard del Little Richard mientras Elvis Presley estrenaba su pel¨ªcula Jailhouse Rock. Sin embargo, Hollywood ya se hab¨ªa sumado a los vientos de cambio con el estren¨® en 1954 de ?Salvaje! y en 1955 de Rebelde sin causa y Semilla de maldad.
Lo que no hab¨ªa conseguido el fin de la guerra de secesi¨®n lo consiguieron la m¨²sica y el cine, en definitiva las artes: negros y blancos cohabitaron lugares p¨²blicos, una verdadera victoria para la siguiente d¨¦cada de desarrollo. Y, mientras tanto, la poblaci¨®n afromericana libraba su propia guerra universal por sus derechos civiles. Poco antes del sat¨¦lite sovi¨¦tico, Rosa Parks rechaz¨® levantarse de su asiento en un autob¨²s p¨²blico para dej¨¢rselo a un pasajero blanco y encendi¨® la mecha del movimiento negro. Unas cosas y otras marcaron el momento Sputnik, tan felizmente recordado por los estadounidenses y por Obama. Fue el momento de otro gran salto norteamericano y, ciertamente, la innovaci¨®n, piedra angular del cambio, ir¨ªa asociada al esp¨ªritu creativo y contestatario de la ¨¦poca.
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