El fara¨®n empecinado
Tras 30 a?os en el poder, el presidente egipcio ha perdido el pulso de la calle
La plaza de Tahrir ha enviado a Hosni Mubarak el mismo mensaje durante 17 d¨ªas. La ligera sordera que le afectaba desde hace algunos a?os no explica el empecinamiento del Fara¨®n. Pero despu¨¦s de casi 30 a?os al frente de Egipto, este militar que logr¨® honores de h¨¦roe en la guerra contra Israel de octubre de 1973 se hab¨ªa acostumbrado a dar por hecho el apoyo de los egipcios y hab¨ªa perdido el pulso de la calle.
El hombre que durante tres d¨¦cadas ha sido la cara de Egipto naci¨® en 1928 en Kufr el-Musailaha, una aldea del delta del Nilo en la que sus padres eran modestos agricultores. Como todos los presidentes desde el golpe que acab¨® con la monarqu¨ªa en 1952, Mubarak lleg¨® a la pol¨ªtica a trav¨¦s del Ej¨¦rcito. Se form¨® como piloto militar en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Su desempe?o en la guerra de Yom Kippur le vali¨® el nombramiento de jefe de la Fuerza A¨¦rea.
No se le conoc¨ªa hasta entonces ninguna ambici¨®n pol¨ªtica. Tal vez por ello, Anuar el Sadat le nombr¨® su vicepresidente en 1975. Seis a?os m¨¢s tarde, el asesinato del presidente que se atrevi¨® a firmar la paz con Israel le coloc¨® al frente del pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s poblado y el que hasta entonces hab¨ªa sido un faro para el resto. Con un instinto pol¨ªtico que pocos pod¨ªan imaginar, opt¨® por alinearse con EE UU, manteniendo y defendiendo los acuerdos de Camp David, y poco a poco logr¨® sacar a Egipto del aislamiento en que le hab¨ªa sumido su firma.
La mezcla de firmeza interior y flexibilidad exterior (para acomodar las exigencias de su aliado norteamericano) contribuy¨® a una etapa de estabilidad pol¨ªtica y desarrollo econ¨®mico. Aunque no lleg¨® a la presidencia por las urnas, Mubarak revalid¨® su cargo en sucesivos plebiscitos. Los egipcios viejos aseguran que inicialmente prometi¨® que no gobernar¨ªa m¨¢s de dos mandatos. Si lo dijo, se le olvid¨®. Tras los comicios de 1987, 1993 y 1999 hizo un amago de abrir a la competencia la elecci¨®n presidencial de 2005, pero se qued¨® en eso, en un amago.
La mayor¨ªa de los egipcios -los cerca de 50 millones que tienen menos de 30 a?os- no han conocido otro presidente. Y lo que es m¨¢s grave, a sus 82 a?os (solo el 0,4% de los egipcios tiene esa edad) a¨²n pensaba presentarse a las presidenciales del pr¨®ximo septiembre. O pasar la vara de mando a su segundo hijo, Gamal, apoyado por una claque de hombres de negocios cercanos al poder. Demasiado incluso para los pacientes egipcios, que durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas han visto c¨®mo sus ingresos per c¨¢pita se estancaban en 2.155 d¨®lares, lo que descontada la inflaci¨®n significa que su nivel de vida bajaba, mientras las ¨¦lites se enriquec¨ªan sin l¨ªmite.
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