Gadafi amenaza con una "larga guerra"
El dictador libio asegura que armar¨¢ a toda la poblaci¨®n leal para defenderse.- Tr¨ªpoli vive los bombardeos de los aliados con resignaci¨®n
Tr¨ªpoli se levant¨® ayer con el recuerdo de los ataques de la madrugada. En todas las conversaciones se trataba de describir con bums, zums, trrrr y otras onomatopeyas m¨¢s sofisticadas los sonidos que se hab¨ªan o¨ªdo esa noche. Sobre las dos y media de la madrugada, el ruido sordo de dos explosiones despert¨® a los habitantes de la capital. Lo acompa?¨® un destello de luz blanca que se reflej¨® en los rascacielos de la ciudad. Luego r¨¢fagas de disparos de la artiller¨ªa antia¨¦rea de Muamar el Gadafi. Y despu¨¦s, el silencio.
Fueron poco m¨¢s de cinco minutos de ruidos, suficientes para que una sensaci¨®n de amenaza se instalara en Tr¨ªpoli y despertase la furia de muchos de sus ciudadanos, aquellos que suelen llevar algo verde en la vestimenta para identificarse como partidarios del dictador.
Los ataques se repitieron anoche. Pasadas las ocho de la tarde, se oyeron varias explosiones acompa?adas de un resplandor. Luego r¨¢fagas de disparos seguidos de unas luces rojas que surcaron el cielo de Tr¨ªpoli. Esta vez no hab¨ªa escudos humanos. Nadie los esperaba. Los j¨®venes escudos humanos que se hab¨ªan colocado frente a algunos objetivos militares en la noche del s¨¢bado salieron corriendo en cuanto se supo que algunas bases de Tr¨ªpoli estaban siendo atacadas.
Alto el fuego
El coronel, que en los ¨²ltimos d¨ªas ha preferido no aparecer en persona, volvi¨® a llamar por tel¨¦fono a la televisi¨®n libia pasadas las once la ma?ana. Las palabras del dictador reflejaron la ira de sus seguidores: "El pueblo libio va a tomar las armas, bombas y arsenales. Vamos a armar a las mujeres, venid a luchar contra ellas, panda de cobardes. Estamos preparados para una larga guerra". Fueron 12 minutos de discurso con la ¨²nica imagen del monumento que se encuentra en su palacio residencial: un pu?o que aplasta un avi¨®n de EE UU.
A ¨²ltima hora de la jornada, el Gobierno volvi¨® sobre un asunto tratado estos d¨ªas: el alto el fuego. Por en¨¦sima vez en las ¨²ltimas horas, un portavoz del r¨¦gimen asegur¨® que se cumplir¨ªa la resoluci¨®n que Gadafi hab¨ªa considerado previamente inv¨¢lida. En esta ocasi¨®n fue un militar, Milad Hussein, portavoz de las fuerzas armadas, el que pidi¨® a todas las unidades que dejasen de disparar a las nueve de la noche.
Poco antes, las fuerzas de la coalici¨®n internacional bombadearon en la capital la zona de Bab el Azizia, residencia habitual de Gadafi en Tr¨ªpoli. Una columna de humo sal¨ªa del lugar, pero, seg¨²n los testimonios recogidos por la cadena brit¨¢nica BBC, los blancos hab¨ªan sido bater¨ªas antia¨¦reas ubicadas en las cercan¨ªas de la residencia.
El Gobierno libio tard¨® en reaccionar a los bombardeos. La noche anterior hab¨ªa asegurado que los aviones de la coalici¨®n hab¨ªan disparado contra objetivos civiles. Un portavoz hab¨ªa prometido que se llevar¨ªa a los periodistas a visitar los hospitales para ver a los heridos. La promesa no se cumpli¨®. En su lugar, los funcionarios del Gobierno que acompa?an a los reporteros les llevaron a ver el cementerio de Shat al Janshir, donde supuestamente se celebraban los funerales por las v¨ªctimas de los ataques.
M¨¢s que un funeral, el acto se parec¨ªa m¨¢s bien a una manifestaci¨®n de seguidores del l¨ªder, como ellos llaman a Gadafi. Cuando los reporteros llegaron, todos los partidarios del coronel estaban ya colocados de forma organizada y lanzando proclamas: "No hay m¨¢s Dios que Al¨¢. Al¨¢ ama a los m¨¢rtires". "?Esta es la democracia que quieren para nosotros? Todos queremos a Muamar".
En el cementerio, unos hombres colocaban tres claveles sobre una peque?a tumba de cemento adornada con una bandera verde. Un joven llamado Mohamed Salim se identific¨® como el t¨ªo del beb¨¦ enterrado en esa tumba. Dio detalles. Dijo que la ni?a se llamaba Siham Talim, que ten¨ªa tres meses, que su madre hab¨ªa sido herida y que ten¨ªa una hermana gemela. Una bomba hab¨ªa ca¨ªdo cerca de la casa y la ni?a hab¨ªa fallecido por la onda expansiva. Otro joven con un pa?uelo verde rode¨¢ndole la cabeza dijo ser primo de la ni?a. No sab¨ªa su nombre. "Esto es todo por petr¨®leo. Obama, Cameron y Jacuzzi -as¨ª llamamos nosotros a Sarkozy- quieren quedarse con Libia, pero no lo conseguir¨¢n. Nosotros s¨ª que llegaremos a Washington alg¨²n d¨ªa", dijo.
Calles vac¨ªas
Los disparos de los AK-47 que algunos civiles seguidores de Gadafi llevan consigo no dejaron de sonar durante toda la tarde. El t¨ªpico ambiente de tristeza, llanto y sobriedad presente en los entierros musulmanes hab¨ªa sido sustituido por la p¨®lvora y los gritos de guerra. Fue imposible confirmar la historia de la ni?a de forma independiente. Tampoco se logr¨® saber con certeza cu¨¢ntas personas hab¨ªan sido enterradas en el cementerio ni cu¨¢ntos de ellos eran civiles. La televisi¨®n anunci¨® que 48 civiles murieron en los ataques, pero no hubo cifras oficiales en todo el d¨ªa.
La ciudad vive los bombardeos con resignaci¨®n y relativa tranquilidad aunque se dan momentos de tensi¨®n cuando alg¨²n partidario de Gadafi irrumpe en la calle y dispara su fusil. La mayor¨ªa de los comercios permanecieron cerrados y, aunque hubo tr¨¢fico denso en algunos momentos, las calles estuvieron poco agitadas. Los ciudadanos siguen divididos entre partidarios o detractores del coronel. Los primeros llevan banderas verdes y hablan en voz alta. Los segundos son menos visibles y prefieren susurrar.
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