Una guerra de familias
Los negocios se mezclan en la lucha que mantiene el clan de Al Ahmar y el que lidera el presidente Saleh
Los ¨²ltimos combates en San¨¢, la capital de Yemen, han marginado el movimiento de protesta popular que desde hace cuatro meses pide la salida del presidente Ali Abdal¨¢ Saleh. No son los pac¨ªficos manifestantes de la plaza del Cambio quienes est¨¢n disparando obuses de mortero contra los soldados leales a Saleh. Los contendientes son milicianos de un poderoso jeque tribal, Sadeq al Ahmar, cuyos intereses econ¨®micos chocan con los de la familia del presidente.
Resulta tentador atribuir el conflicto a un choque de tribus, algo que refuerza la imagen ex¨®tica de Yemen. Si bien hay un elemento tribal en la composici¨®n de la milicia de los Al Ahmar, no hay que olvidar que la tribu de Saleh, Al Sahnan, tambi¨¦n pertenece a la confederaci¨®n Hashed, que dirige el jeque Sadeq desde la muerte de su padre en diciembre de 2007. Aunque Hashed no es la m¨¢s numerosa de las tribus (honor que reclaman los Bakil) tiene mayor peso pol¨ªtico.
De hecho, Saleh cont¨® con el apoyo del fallecido Abdal¨¢ al Ahmar que lleg¨® a presidir el Parlamento y alguno de sus diez hijos han tenido puestos oficiales hasta esta ¨²ltima crisis. El reparto de prebendas entre los m¨¢s importantes jeques tribales ha sido una de las t¨¢cticas de Saleh para mantenerse en el poder durante casi 33 a?os. La rivalidad entre el clan Al Ahmar y la familia Saleh no es nueva, pero se ha intensificado en los ¨²ltimos a?os a medida que la modernizaci¨®n de Yemen introduc¨ªa nuevas fuentes de influencia econ¨®mica y pol¨ªtica.
La punta de lanza de ese pique la representa Hamid Al Ahmar, que milita en Al Islah (la oposici¨®n islamista) y ya dej¨® clara su oposici¨®n a Saleh en las ¨²ltimas elecciones presidenciales al apoyar a un candidato rival. El jeque Hamid, que estudi¨® en Estados Unidos y a su regreso a San¨¢ se licenci¨® en econ¨®micas, dirige Al Ahmar Group, un conglomerado de empresas que incluye la principal compa?¨ªa privada de telefon¨ªa m¨®vil de Yemen, Sabafon, el Islamic Bank of Saba y otra decena de compa?¨ªas. En el desarrollo y expansi¨®n de esos negocios, los Al Ahmar han chocado con las ambiciones de los hijos y los sobrinos del presidente Saleh.
Los negocios delos Saleh
Adem¨¢s de dirigir los principales cuerpos militares y policiales, Ahmed, Ali y sus primos Tareq, Yahya y Amar, tambi¨¦n controlan buena parte de la econom¨ªa yemen¨ª. Aunque no se conocen todas sus participaciones, una lista que circula entre los medios de oposici¨®n les atribuye monopolios de importaci¨®n de maquinaria pesada y coches (Ahmed a trav¨¦s de la compa?¨ªa Al Haj), de distribuci¨®n de gas y derivados del petr¨®leo (Ali asociado con Tawfick Abul-Raheem) y empresas similares. Fuentes diplom¨¢ticas occidentales atribuyen a esta generaci¨®n y otros parientes de Saleh lascoacciones para que no ceda a las presiones internacionales para que abandone la presidencia a cambio de inmunidad.
Los observadores tambi¨¦n auguran que, habida cuenta de los intereses econ¨®micos que comparten, ambos clanes podr¨ªan llegar finalmente a un acuerdo para una redistribuci¨®n del poder. Tal posibilidad dejar¨ªa en agua de borrajas las aspiraciones de los movilizados para cambiar el sistema. Frente a su deseo de reforma, la nueva guerra que se libra en las calles de San¨¢ reforzar¨ªa el poder de las fuerzas tradicionales, tal como advierte el polit¨®logo yemen¨ª Abdullah al Faqih.
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