El desconcierto manda en Washington
Las divisiones internas de los republicanos y la confusi¨®n de los dem¨®cratas traban la negociaci¨®n en el Congreso para evitar la quiebra estadounidense
Estados Unidos ha entrado en un limbo alarmante en el que nadie sabe si se va a poder evitar la suspensi¨®n de pagos, cu¨¢ndo y en qu¨¦ condiciones. El reloj hacia el desastre econ¨®mico sobre el que Barack Obama ha alertado avanza hacia la fecha del 2 de agosto sin que la clase pol¨ªtica norteamericana ofrezca muestras, no ya de encontrar una soluci¨®n, sino de ser capaz de establecer orden y control en esta situaci¨®n. El desconcierto se ha impuesto en la mayor potencia del mundo.
Sigue habiendo dos planes sobre la mesa para evitar el impago, uno republicano y otro dem¨®crata, pero esos planes son por ahora irreconciliables ?cada parte ha amenazado con impedir el otro? y ni siquiera es seguro que cada uno de ellos pueda sobrevivir dentro de su propio partido.
El debate ahora se centra en cu¨¢nto se reducen los gastos
Los republicanos viven en el reino de la anarqu¨ªa. Su l¨ªder, el presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, ha tenido que dar marcha atr¨¢s en su intento de votar su propuesta por la sublevaci¨®n de los congresistas del ultraconservador Tea Party, que la creen muy moderada.
Los dem¨®cratas no saben si respaldar la iniciativa de su l¨ªder en el Senado, Harry Reid, o esperar a que la oposici¨®n se avenga a negociar algo viable. El presidente Obama se resiste a ofrecer una alternativa ante la certeza de que ser¨ªa rechazada por los republicanos ?fuese la que fuese?, y se mantiene encerrado en la Casa Blanca a la espera de acontecimientos.
Superada ya la pol¨¦mica sobre los impuestos, dado que Obama y los dem¨®cratas aceptan una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico mediante recortes de gastos ¨²nicamente, sin nuevos ingresos, el debate ahora se centra en cu¨¢nto se reducen esos gastos y cu¨¢nto endeudamiento se le permite, a cambio, al Gobierno.
Boehner quiere una reducci¨®n de un bill¨®n de d¨®lares y un aumento del l¨ªmite de deuda por una cantidad id¨¦ntica, lo que retrasar¨ªa la amenaza de quiebra hasta el final de este a?o. Como la Oficina de Presupuesto del Congreso ?la m¨¢xima autoridad en esta materia? dijo ayer que ese plan recorta, en realidad, solo 800.000 millones, el Tea Party ha puesto el grito en el cielo y ha boicoteado la votaci¨®n ante el pecado de que se permit¨ªa un endeudamiento mayor que el recorte del d¨¦ficit. Los l¨ªderes republicanos han vuelto a echar n¨²meros y han tratado de reunificar fuerzas para que el plan de su l¨ªder en la C¨¢mara pueda votarse ma?ana.
En el otro lado del Capitolio, los dem¨®cratas han advertido en el Senado que no les env¨ªen ese proyecto, porque no lo aceptar¨¢n. "Esa propuesta no es digna de consideraci¨®n y el presidente nunca la firmar¨¢", ha asegurado el senador Charles Schumer. Eso es lo que dicen los l¨ªderes dem¨®cratas, pero estos no est¨¢n seguros de que, una vez tramitada, ante la evidencia de que es la ¨²nica salida para evitar el impago, algunos senadores dem¨®cratas no decidan darle su voto.
El liderazgo dem¨®crata sigue defendiendo la f¨®rmula propuesta por el senador Harry Reid: dos billones de d¨®lares de reducci¨®n de gastos y elevaci¨®n del techo de la deuda para que el Gobierno pueda pagar sus compromisos hasta finales de 2012.
?Qu¨¦ estrategia se esconde detr¨¢s de la actuaci¨®n de cada uno? Los republicanos pretenden claramente forzar los hechos hasta el punto de que sean los dem¨®cratas los que se vean requeridos a rechazar la ley que evitar¨ªa el desastre. O bien, si esa ley pasase por el Senado, obligar a Obama a vetarla. Una ley votada por el Congreso y vetada por el presidente es el sue?o dorado de los republicanos. Siempre podr¨ªan decir: nosotros le dimos un instrumento para evitar la suspensi¨®n de pagos y ¨¦l la rechaz¨®.
En el caso de los dem¨®cratas, la estrategia es m¨¢s defensiva y m¨¢s confusa. Tratan al mismo tiempo de evitarle al presidente el trauma de una suspensi¨®n de pagos, que podr¨ªa minar seriamente sus posibilidades de reelecci¨®n, sin hacer renuncias que les hagan aparecer como perdedores ante los electores. Ya han hecho muchas renuncias, especialmente la de los impuestos, pero aceptar sin m¨¢s el plan de Boehner significar¨ªa darle a este una gran victoria pol¨ªtica.
Obama, por su parte, necesita evitar el impago, pero tiene que hacerlo de una manera que le salve tambi¨¦n del dudoso privilegio de ser la primera presidencia de la historia bajo la que las agencias calificadoras rebajan la nota m¨¢xima del cr¨¦dito norteamericano. Una elevaci¨®n del techo de deuda de solo seis meses, como quiere Boehner, probablemente no lo conseguir¨ªa.
Las posiciones pol¨ªticas son tan fuertes que el margen de negociaci¨®n es muy estrecho. Algunos expertos han anticipado que el Departamento del Tesoro, con los impuestos que cobrar¨¢ el 3 de agosto y otras herramientas financieras, podr¨ªa estirar el plazo para el impago una semana m¨¢s, pero eso no despeja la incertidumbre que ya se ha creado en la econom¨ªa.
La principal organizaci¨®n empresarial estadounidense, la C¨¢mara de Comercio, que gasta una fortuna en las campa?as electorales de los candidatos republicanos, ha advertido de que el da?o que se puede causar a las empresas y al empleo es tan grave como el de la reciente crisis financiera.
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